Serbia no es país para viejos

Terraza en Knez Mihailova, la gran arteria comercial de Belgrado, con múltiples locales de ocio y moda.
Terraza en Knez Mihailova, la gran arteria comercial de Belgrado, con múltiples locales de ocio y moda.
FCO. PELAYO
Terraza en Knez Mihailova, la gran arteria comercial de Belgrado, con múltiples locales de ocio y moda.

Desde la Fortaleza de Belgrado puede escudriñarse con nitidez la realidad de la nueva Serbia: un Estado que avanza con paso firme hacia la modernidad y la integración en la Unión Europea, un proceso paulatino en el que está inmerso actualmente junto a Macedonia, Montenegro, Islandia y Turquía. En la confluencia de los ríos Danubio y Sava se citan el viejo y el nuevo Belgrado, dos conceptos que pertenecen a un mismo mundo: la Serbia del siglo XXI, un país más joven y dinámico que nunca.

Pasear en estos tiempos por Belgrado destila la frescura que desprende una población mayoritariamente joven –el 44% de los serbios tiene menos de 35 años, según las estadísticas oficiales del Gobierno–, pese a la existencia de edificios con una arquitectura vetusta y casi extinguida y construcciones en ruinas, últimas huellas de los 78 días de bombardeos a los que la OTAN sometió a la capital balcánica en el año 1999.

El recorrido por la capital de Serbia, con 1,7 millones de habitantes, se antoja más placentero si empezamos por Kamelegdan. El gran parque de la Ciudad Blanca (traducción de Belgrado), es naturaleza pura y posee unas vistas privilegiadas del Danubio y el Sava, que bañan la pequeña isla de Veliko Ratno. En su interior, y presidiendo, se encuentra la Fortaleza, su monumento más antiguo, que alberga el símbolo de Belgrado: El Ganador, una estatua que representa el afán de superación de la ciudad ante las adversidades.

Desde Kamelegdan podemos acceder directamente a la Knez Mihailova, la gran arteria comercial de la capital balcánica, donde la juventud de la población se hace más explícita abarrotando las múltiples terrazas y los locales de ocio y moda. La mayoría de los jóvenes serbios hablan inglés sin problemas y tienen grandes inquietudes artísticas y culturales. Al final de la calle se encuentra la plaza de la República, donde está la estatua ecuestre del príncipe Mihailo III Obrenovic, lugar de encuentro habitual de los belgradenses, a unos pasos del Museo y del Teatro Nacional.

El Malasaña belgradense

Otra forma de vivir Belgrado es adentrarse en el barrio bohemio de Skadarlija. Esta especie de Malasaña serbio es el lugar de encuentro de poetas, escritores y pintores. La vida cultural que fluye de día por el empedrado de la calle Skadarska se transforma por la noche en ocio para la fauna local y los turistas, que acuden a las kafanas (restaurantes tradicionales) para disfrutar de una cena puramente serbia a base de pan de maíz, distintas variedades de queso, embutidos y diferentes tipos de carnes, todo ello en abundancia y por un módico precio. Su moneda, el dinar, tiene un tipo de cambio bastante favorable respecto al euro. Se puede cambiar dinero en cualquiera de las numerosas casas de cambio que vas encontrando por la calle. Es frecuente que las veladas nocturnas sean amenizadas por grupos de música folclórica. Un ambiente más elitista se da cita en la calle Strahinjica, más conocida como Silicon Valley, pero donde no hay empresa tecnológica alguna. Esta zona de bares recibe el sobrenombre debido a las numerosas mujeres con implantes de silicona que acuden allí.

La noche belgradense también puede vivirse con intensidad en la zona de Zemun, donde a orillas del Danubio se puede disfrutar de los numerosos restaurantes, cafés y pubs que ofrecen música en directo.

En esta urbe tampoco faltan grandes monumentos, como la catedral ortodoxa de San Sava, que se sigue construyendo con las aportaciones de los fieles; llamativos museos, como el del ingeniero Nikola Tesla; espectaculares recintos deportivos, como el Belgrado Arena (20.000 espectadores), y rascacielos, como la Torre Usce, el techo de la ciudad (115 metros) y antigua sede del comité central de la Liga de Comunistas de Yugoslavia. Este edificio fue reconstruido tras los bombardeos de la OTAN incluyendo dos plantas más.

Pero no solo de Belgrado vive Serbia. A una hora en coche por autopista se encuentra Novi Sad, la segunda ciudad del país y una urbe que destaca por su gran ambiente universitario. Novi Sad tiene unos 400.000 habitantes, con fama de gente reposada, y un singular acento. Es, además, la capital de la región autónoma de Vojvodina. Visita obligada es la Fortaleza de Petrovaradin, un emplazamiento con vistas espectaculares al Danubio y al skyline de la ciudad, algo parecido a lo que ocurre en Belgrado con Kamelegdan. Petrovaradin, la mayor fortificación de Europa en el siglo XVII, cuenta con varios espacios para actividades culturales y también es conocida porque en verano se celebra Exit, un festival de música que congrega a unas 250.000 personas durante cuatro días y que se ha convertido en una de las referencias europeas. En su cartel han figurado artistas como Moloko, Massive Attack, Iggy and the Stooges o White Stripes. Pero lo más atractivo del Nuevo Jardín (traducción de Novi Sad) es observar cómo la gente toma la calle y disfruta de las animadas terrazas del casco histórico, dominado por la plaza de la Libertad, donde se encuentra la iglesia católica, el Ayuntamiento y la estatua de Svetozar Miletic, que fuera alcalde la ciudad y líder político serbio.

Cuando cae la noche, Laze Teleckog es el lugar idóneo para tomarle el pulso a la Novi Sad más bulliciosa. Es la zona de bares que destaca la exultante juventud de sus asiduos y la variedad de músicas que se pueden disfrutar en los diferentes locales: desde jazz hasta música electrónica.

Datos prácticos: cómo llegar

Vuelos: Lufthansa, Air France, Air Berlín, Alitalia, Turkish Airlines, KLM... Todas estas compañías ofrecen vuelos a Belgrado desde Madrid o Barcelona, aunque en la actualidad no hay vuelos directos. Sí habrá a partir de junio de 2014 desde Barcelona con Vueling.

Alojamiento: Desde 16  euros puedes encontrar un sitio para dormir en Belgrado. Si quieres algo muy bien ubicado y con un excelente servicio opta por el Metropol Palace por unos 125 euros la noche. En Novi Sad, el moderno Hotel Centar es una magnífica elección por unos 68 euros la habitación doble.

Escapadas: A unos 100 kilómetros de Belgrado podemos visitar Topola, en la región vinícola de Sumadija, cuna de los Karadjorjevic, la familia real serbia. La iglesia de San Jorge, de estilo serbio-bizantino, con 40 millones de mosaicos y 726 composiciones, es una construcción impagable.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento