Un fotoensayo sobre el "morboso interés" por los criminales y el "espectáculo de la muerte"

  • "Sobre la genealogía de los mortales", editado sólo en formato digital, reúne una gran colección de fotos de criminales, crímenes y escenarios de violencia.
  • Las imágenes, propiedad del marchante y coleccionista estadounidense Brad Feuerhelm, juegan la carta del gusto colectivo por lo truculento.
  • "¿Cuánto tiempo debe pasar para que una de estas fotos deje de verse con morbo y sea sólo una pieza histórica?", se pregunta el autor.
Tres chicas de la Familia Manson en 1971, tras recibir sendas condenas a muerte por ocho asesinatos
Tres chicas de la Familia Manson en 1971, tras recibir sendas condenas a muerte por ocho asesinatos
On the Genealogy of Mortals - mappeditions.com
Tres chicas de la Familia Manson en 1971, tras recibir sendas condenas a muerte por ocho asesinatos

No es necesario haber vivido en la época en que fue tomada la foto que preside esta información, junio de 1971, para recordar y saber que el trasfondo de la imagen es de tragedia, vicio y truculencia. Tampoco necesitamos conocer los nombres de las tres muchachas desenvueltas y con cierto aire de inocencia que aparecen custodiadas por policías para presentir que cometieron un acto malévolo y criminal.

Las fotos relacionadas con la sangre inocente y los asesinatos irracionales o en serie son retenidas casi como ninguna otra clase de imágenes. Permanecen y se unen al acervo colectivo, sea consciente o inconsciente, con una facilidad que otras imágenes más trascendentes no tienen. Lo malsano es elástico y prende con facilidad en alguno de los espacios menos accesibles de nuestra memoria colectiva.

Tres "chicas hippies mansonitas"

Las tres "chicas hippies", como dice la leyenda mecanografiada por la agencia AP anexa a la imagen, son, desde la izquierda, Patricia Krewinkle, Susan Atkins y Leslie Van Houten, tres de las integrantes de la Familia Manson, acusadas de ser las ejecutoras directas de ocho homicidios con altísimo grado de crueldad y ensañamiento, entre ellos el de la actriz Sharon Tate. La foto las muestra tras haber sido encontradas culpables de varios asesinatos en primer grado y condenadas a muerte. Quizá lo atroz, lo que nos magnetiza, es la despreocupación de las caras iluminadas por perfectas sonrisas de las tres perversas mansonitas.

La foto pertenece al libro On the Genealogy of Mortals (Sobre la genealogía de los mortales), que acaba de publicar la editorial inglesa MAPP. La obra, compendiada y prologada por el marchante y coleccionista Brad Feuerhelm, un estadounidense nacido en 1977 que se dedica al acopio de fotos situadas en los márgenes de lo académico y a escribir sobre ellas en libros y revistas. El libro, solamente disponible para ser visualizado en ordenadores o iPad, cuesta 9,9 libras esterlinas, unos 12 euros.

"Imágenes totémicas"

El fotoensayo gira en torno al el "morboso interés" por los criminales y el "espectáculo de la muerte" y la forma en que nos enganchamos a las imágenes truculentas o de los protagonistas de sucesos brutales. "¿Cuánto tiempo debe pasar para que una de estas fotos deje de verse con morbo y sea sólo una pieza histórica? ¿Que debe suceder en los pliegues del tiempo para que estas imágenes totémicas pierdan su capacidad de transferencia?", se pregunta el autor.

"En las épocas violentas, donde los juicios pesimistas prevalecen en la naturaleza del hombre, el individuo en posesión de todos sus poderes intenta actuar siempre en concordancia con esos juicios y traslada de la idea a la acción la caza, el ataque, los malos tratos y el crimen". A partir de esta cita de Nietzsche que parece señalar a la prevalencia de la violencia como causa del interés por las fotos que han congelado esa violencia, On the Genealogy of Mortals presenta imágenes de, entre otros, Henry Lee Lucas, asesino confeso de 60 personas; Ian Brady y Myra Hindley, los Asesinos del Páramo ingleses; Albert DeSalvo, El Estrangulador de Boston, y Charles Starkwaether, que mató a 14 personas en pocos días junto con su novia y cómplice.

La mayoría de las imágenes, que no son policiales sino periodísticas o tomadas por aficionados y amigos de los criminales, mantienen las anotaciones originales en los bordes o en el reverso, que también es visible en el libro electrónico. Todas despiertan un interés que va más allá de la comprensión racional, tal vez porque, como escribe Feuerhelm en el prólogo, "la mayoría de nosotros no va a ser asesinado o testigo de un asesinato, ni vamos a cometer un asesinato", pero "resulta suficiente decir que nos encanta coleccionar estas imágenes".

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