Tras tener conocimiento, a través de varias llamadas de colaboración ciudadana, de la posible existencia de un lugar en Calatayud, donde podrían estar realizando la compra-venta de rebollones sin autorización, el pasado día 23 de noviembre los agentes realizaron las correspondientes gestiones, encontrando en el interior de un garaje a dos personas, una de las cuales estaba clasificando por tallas los rebollones.

En la inspección del local fueron halladas un total de 113 cajas, de aproximadamente 5 kilos de peso cada una, que contenían níscalos, por lo que el SEPRONA solicitó a estas dos personas la documentación pertinente para poder realizar tal actividad y tenencia de los mismos, que no entregaron al no poseerla, según ha informado la Comandancia de la Guardia Civil en Zaragoza.

Estos hechos fueron puestos en conocimiento inmediato al Servicio de Sanidad del Gobierno de Aragón, personándose en el citado lugar dos veterinarios, que procedieron al precintado e inmovilización de las cajas de rebollones, de manera cautelar, hasta que la autoridad competente dictase la resolución que fuera procedente.

Durante la inspección, el propietario de los níscalos indicó que dicha mercancía había sido adquirida a diferentes recolectores, depositada en su garaje para posteriormente venderla en un establecimiento de clasificación, pero no pudo aportar documentación que acreditase este extremo.

El SEPRONA ha interpuesto tres actas-denuncias por los hechos acontecidos al propietario del local, una por carecer de licencia de actividades, otra por eludir exigencias sanitarias para la comercialización de las setas y la última por no estar inscrito en Hacienda para realizar la comercialización de dicho producto. Todas ellas remitidas a las autoridades competentes provinciales y locales.

El pasado día 27 de noviembre, una vez transcurrido el plazo de presentación de la documentación requerida y no habiendo sido presentada, la autoridad competente dictaminó que la mercancía intervenida no era apta para consumo humano. Los níscalos han sido eliminados a través del Servicio de Recogida de Residuos de Calatayud, siendo destruidos en un vertedero.