El juicio por narcotráfico contra el clan de los monchines prosiguió ayer con la declaración del que fuera Jefe del Grupo de Estupefacientes entre 1996 y 2002.
Afirmó no haber conocido durante aquellos años "actividad laboral alguna del cabecilla del clan ni de otros miembros de la familia" e hizo una síntesis de las operaciones policiales que se llevaron a cabo para recabar pruebas que certificaran que "la fortuna que estaban amasando" –como se desprendía de los chalés, las joyas, los coches de lujo y los importantes ingresos bancarios– procedían del narcotráfico.
"Los conocíamos como los charlines de Valladolid", aseguró el ex jefe policial.
Sostuvo además, sin ningún género de dudas, que los pinchazos telefónicos que se realizaron durante las investigaciones –autorizados por el Juzgado de Instrucción número 5– corroboraron la implicación de los procesados en el delito de narcotráfico.
"Ellos no tocaban la droga, utilizaban para ello lacorrillos, lacayos y correos", declaró.
Enfrentamiento verbal
El presidente de la Audiencia Provincial tuvo que ordenar el desalojo de Miguel Monchín después de que tuviera un rifirrafe con el testigo.
"Eso lo dices tú, di la verdad", recriminó Monchín al policía.
"Lo digo y lo mantengo", mantuvo el funcionario, tras ser interrumpido por el acusado.
Jugaban al despiste
Los acusados, conscientes de que sus conversaciones telefónicas eran grabadas, utilizaban otros términos para no mencionar textualmente la droga.
Se referían a ella como ‘bedo’ (si era heroína), ‘beda’ (si era cocaína), ‘chisme’ y ‘chisma’ o ‘cachorras’.
Diferenciaban, además, si eran cantidades de más de 3 millones de pesetas al llamarlo ‘cochecito’ o ‘furgoneta’.
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