El pianista, cantante y compositor cubano Chucho Valdés, acompañados por los Afro-Cuban Messengers, llega este viernes 15 de noviembre al Teatro de la Maestranza de Sevilla para presentar las canciones de su último disco, 'Border-Free', publicado el pasado mes de julio por el sello Jazz Village. En las ocho composiciones en este álbum, todas excepto una escritas por Valdés, las líneas que marcan los límites entre estilos y tradiciones se desdibujan y desaparecen.

Así, en estos temas hay alusiones al flamenco y la música de los Gnawa de Marruecos, pero también a la música ritual de los Orishas, las divinidades de la religión Afro-Cubana conocida como Santería. Hay menciones de hard-bop y danzón, pero también ecos de Bach, Rachmaninoff y Miles Davis. Y sin embargo, la suma total es un sonido profundamente personal y sin restricciones. Es el sonido de Chucho Valdés.

Sobre el escenario del Maestranza, Chucho Valdés, que participa dentro del ciclo 'Grandes intérpretes', estará acompañado por Gastón Joya, contrabajo; Rodney Barreto, batería; Yaroldy Abreu Robles, percusión; Dreiser Durruthy Bombalé, batá y voz; Reinaldo Melián Álvarez, trompeta; y Mayra Caridad Valdés, voz.

El palmarés de Chucho Valdés es apabullante: ha sido reconocido con ocho Grammy; ha fundado grupos como los Irakere o los Afro-Cuban Messengers y ha compartido escenario con los más grandes, desde Herbie Hancock hasta Carlos Santana o Wynton Marsalis, conquistando el favor del público tanto en la intimidad de las formaciones de pequeño formato como imponiéndose ante una audiencia de 12.000 personas en Ciudad de Panamá.

Como líder indiscutible de sus bandas o como pianista acompañante de grandes vocalistas, Chucho Valdés impone su magisterio en escena estableciendo excitantes diálogos creativos con los músicos de su entorno, ya provengan de la tradición popular, la música culta o el "freejazz". Su contribución a la modernización de la música cubana ha sido aclamada con unanimidad por la crítica internacional.

Favorecido por un ambiente familiar extremadamente musical —pues también su madre, Pilar Rodríguez, era pianista— Chucho Valdés ya tocaba de "oído" las melodías que escuchaba en la radio con solo 3 años. A los 15, montó su primer trío y al acabar los estudios en el Conservatorio de La Habana, amplió su formación con compositores tan decisivos como Leo Brower. En 1.970, tras liderar el primer combo cubano que actuó —en Polonia— en un festival concebido exclusivamente para el jazz, críticos internacionales sitúan a Valdés como uno de los cinco mejores pianistas del género en el mundo, junto a Bill Evans, Herbie Hancock, Oscar Peterson y Chick Corea.

Guiado por una incansable curiosidad musical, en 1973 funda Irakere, el grupo que, recogiendo elementos del rock, el jazz, la música de tradición sinfónica y de origen popular, reformula las esencias del jazz afrocubano revolucionando la escena internacional con unos de los sonidos más potentes e innovadores del momento. El hecho de que una de las más incisivas renovaciones del jazz moderno —en una década pletórica de experimentación y propuestas vanguardistas— proviniera de una pequeña isla caribeña provoca el asombro de la crítica, que celebra las innovaciones de discos como 'Misa Negra' o 'Shaka Zulú'.

Si durante varias décadas, Chucho Valdés ha mantenido su primacía en el jazz caribeño —en 2011, y junto a su padre, fue nombrado Doctor Honoris Causa del Berklee College of Music de Boston y en 2012 el New York Times lo proclamó "el Decano del jazz latino"— es por su incesante mutabilidad y su talento innato para renovar su lenguaje abrazando nuevas influencias que impiden su estancamiento como músico. Así, en 2012 volvió a presentar un nuevo quinteto —una de sus formaciones preferidas— incorporando a jóvenes músicos extraídos de la más rabiosa escena jazzística cubana o registró un nuevo trabajo bajo el elocuente título de 'Sin fronteras' para su propio sello, Comanche, que le garantiza su independencia creativa.