El 60% de maltratadas que piden ayuda por teléfono tienen hijos

El servicio vasco para agredidas atiende tres casos al día en su primer año. Son 1.202 en total. Ellas llaman el 91% de veces.
Llanto. «Muchas veces descuelgo el teléfono y sólo oigo a una mujer llorando. Sin palabras». Quien cuenta esto es la psicóloga que atiende el teléfono de atención a mujeres maltratadas del Gobierno vasco. En su primer año de funcionamiento, el servicio ha atendido 1.202 llamadas. Esto da a más de tres cada día.

Las agredidas llamaron al 900 840 111 la mitad de las ocasiones. La otra mitad fueron personas que no quisieron callarse al ver un moretón. Son amigos o familiares.

Así y todo, la lucha sigue siendo femenina. Nueve de cada diez llamadas fueron hechas por mujeres.

Las cifras del teléfono dejan claro que el daño va más allá de la piel o la mente de la víctima. El 60% de las mujeres que llamaron tenían hijos menores a su cargo.

De hecho, este servicio atiende a más víctimas cuando los niños y él no están en casa. La mitad de las llamadas son por la mañana y el 85% de las veces son en días de labor. En el 70% de casos el agresor es la pareja, en el 11% el ex y en el 7% un hijo.

Al descolgar el teléfono, la prioridad es saber si la mujer necesita a la Policía. En 47 ocasiones la llamada de la víctima se derivó al 112.

Cuando no hay peligro inminente, las necesidades de las víctimas son diversas. «Algunas llaman buscando apoyo y consuelo, otras nos preguntan qué podrían hacer para salir de la situación y hay quien dice: ‘se acabó, ni una más. Quiero denunciar y separarme’», explica la psicóloga del teléfono.

El 70% de llamadas fueron desde Vizcaya, sobre todo, de Bilbao, Getxo y Barakaldo.

«Soy yo, que le provoco»

«No sé entenderle, yo provoco que se ponga así». La psicóloga del servicio telefónico oye a muchas maltratadas con sentimiento de culpabilidad. «Cuando llaman, les ofrecemos a alguien que les escucha y no les juzga. No les decimos: ‘¿Pero cómo le aguantas?’». La experta usa técnicas como repetir una frase que la víctima ha dicho para que tome conciencia de ella. «Esa persona necesita una mano sobre el hombro, por eso también usamos la modulación de la voz para acariciar o exigir reacción».

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