Clara Sánchez: "Jamás han venido a llamar a mi puerta para darme un premio"

  • La escritora alcarreña, ganadora del Planeta, denuncia a través de la dicción la situación actual: "Hay que ser más exigentes y pedir transparencia".
  • Tras más de 20 años escribiendo, ha sufrido unas cuantas decepciones, así que un premio como éste es "una alegría".
  • Afirma la autora que la suya es una carrera de fondo y que ninguno de los galardones que ha ganado estaban 'amañados'.
Clara Sánchez, ganadora del Premio Planeta
Clara Sánchez, ganadora del Premio Planeta
ARDUINO VANNUCCHI
Clara Sánchez, ganadora del Premio Planeta

La veterana Clara Sánchez (Guadalajara, 1955), autora de Lo que esconde tu nombre, define su trayectoria como una auténtica carrera de fondo en la que ha habido grandes decepciones pero también alegrías como el Nadal o el recién recibido Premio Planeta por su novela El cielo ha vuelto. Una obra de la que no se puede decir que sea directamente social o de denuncia, pero que no deja de meter el dedo en la llaga.

Cree y así lo expresa la autora de Presentimientos que debemos aprender a exigir y sobre todo, no quedarnos callados. Peticiones, pensamientos y conflictos que ha plasmado en esta novela y en la mayoría de su producción que, aunque sea terreno de ficción, no se ha alejado de la actualidad y lo social.

Se lo tengo que preguntar: ¿alguien le encargó esta novela para darle el Premio o llamaron a su puerta para contarle que se lo darían? Es un premio un tanto polémico el Planeta...

Esas son cosas que tienen que contestar los editores. En lo que a mí respecta te digo que siempre que he ganado un premio ha sido porque me he presentado. Nunca nadie ha llamado a mi puerta, siempre he tenido que trabajármelo mucho.

La suya es una carrera de fondo, aunque los resultados no los haya visto el gran público hasta hace relativamente poco, ¿ha tenido ganas de abandonar?

Sí, esto del reconocimiento me ocurre hace relativamente poco tiempo. Siempre he tenido que trabajármelo mucho. Llevo más de veinticinco años... Qué horror: no quiero ni pensarlo. Y he tenido muchas decepciones, así que cuando llegan premios como éste, me siento contenta. Y que quede claro que tampoco he recibido jamás una subvención o una beca.

Al hilo de lo que me dice, ¿le molesta que en este país se asimile tanto cultura a cine o viceversa?

La cultura en general es un patrimonio y es un negocio. Hay que cuidarla. Es una cegazón dejarla de lado, porque la cultura hace la marca de un país. Sus creadores son los que hacen que un país se recuerde. La cultura hay que contemplarla desde el Gobierno con seriedad, porque es lo más exportable.

¿Le parece que somos demasiado blandos, demasiado poco exigentes tal y como retrata en su novela?

Tenemos que aprender a exigir, a controlar qué hacen con nuestro dinero, a pedir transparencia. Y que los políticos se bajen de ese señoritismo en que están instalados.

Insiste en que sus novelas no son militantes, pero tampoco dejan de señalar los errores de la situación actual, ¿casi una obligación moral como novelista?

Mis personajes están inevitablemente influidos por mí. Así que se encuentran en momentos en los que tienen que rebelarse o acomodarse, han de elegir si dejan las cosas como están o pegan un puñetazo en la mesa. Así el lector se puede identificar.

Es más fácil llegar así a la gente que con un discurso más directo...

Es que jamás se me ocurriría decir a alguien lo que tiene que hacer o pensar. Yo planteo conflictos, gente que ha de desenmascarar su vida y eso es muy doloroso. Yo simplemente hago de reflejo, a través de mis personajes, de una sociedad, y pregunto ¿qué hacemos?

¿Miramos para otro lado o..?

O cogemos el toro por los cuernos y plantamos cara a todo esto. Es que es terrible pero el engaño se ha institucionalizado.

¿Qué haría o hace usted como ciudadana?

No callarme. Hay que decir lo que se piensa. Muchos están callados por el miedo, miedo a perder el trabajo.

¿Casi una obligación moral como intelectual?

Cada persona tiene su propia dimensión y eso se trasluce inevitablemente en lo que uno hace. Por ejemplo, pensemos en Lolita de Nabokov. El lector acaba aborreciendo al hombre. Y no ha hecho falta decir nada de manera directa.

Si tuviera que escribir una novela directamente protagonizada por vampiros y zombis, ¿cómo sería?

No sería. Ya en mis novelas están los vampiros sólo que los míos tienen falda y traje y en lugar de chupar sangre chupan neuronas. Son vampiros que nos comen lo más esencial.

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