Alertan de la venta a particulares de productos financieros con un riesgo similar a las preferentes

  • Fondos estructurados, warrants... Las entidades comercializan productos complejos "con la intención de captar el ahorro de los inversores de a pie".
  • "Existe una deliberada tendencia a que sean los clientes los que asuman los riesgos", explica Paco Sanz, responsable de estudios de Adicae.
  • "El ciudadano ha de tener claro que todo lo que sea diferente a un depósito no está garantizado", advierten usuarios de servicios financieros.
  • Fuentes del sector contestan que están "cumpliendo con toda la normativa de protección al inversor, y especialmente a los pequeños ahorradores".
Un hombre afectado por las preferentes muestra una denuncia a Caja Madrid.
Un hombre afectado por las preferentes muestra una denuncia a Caja Madrid.
JORGE PARÍS
Un hombre afectado por las preferentes muestra una denuncia a Caja Madrid.

Los ahorradores se encuentran día a día con multitud de ofertas para adquirir productos financieros complejos y con riesgos como las participaciones preferentes y la deuda subordinada, que han provocado pérdidas millonarias y el mayor escándalo financiero en la era democrática. Esta es la realidad que denuncian desde las asociaciones de usuarios de banca, que llevan meses señalando con el dedo a la práctica totalidad de entidades, que comercializan productos de ahorro como los pagarés, los fondos estructurados (ETF), los seguros de renta vitalicia o los warrrants, todos con altos niveles de riesgo.

Los fondos y depósitos estructurados no son sino los últimos de una lista de productos financieros ofrecidos a los clientes con perfil de ahorrador conservador, según denuncian organizaciones como Adicae (dedicadas a la defensa del consumidor financiero). Así, los conocidos como ETF proliferan y se venden como "un instrumento sencillo y útil", según los describe la propia web de Bolsas y Mercados, si bien cerca de la mitad (un 42%) tienen actualmente una rentabilidad negativa, y pueden suponer pérdidas en el capital invertido.

A pesar de las mejoras registradas en la percepción de los mercados internacionales respecto a España, la situación de liquidez sigue siendo complicada para las entidades financieras. Por eso, la banca lleva meses lanzando emisiones de distintos tipos de deuda destinadas a "proporcionar financiación a la entidad emisora para el desarrollo de su actividad crediticia", tal como reconoce una de las principales entidades españolas en un folleto de emisión. Es decir, que captan liquidez para poder afrontar sus pagos.

La banca, la primera interesada en "cumplir"

"Las entidades necesitan liquidez para sobrevivir, y el recurso más accesible es el ahorro de los clientes", señala Paco Sanz, responsable de estudios de la Asociación de Usuarios de Banca, Adicae. En su opinión, se están fomentando, de forma deliberada, cada vez más productos financieros que derivan el riesgo sobre los clientes. "Productos que frecuentemente no tienen la liquidez que pretende un usuario medio"; es decir, que no tienen garantizado el poder disponer de su dinero en el momento que lo necesiten.

Fuentes de una de las principales entidades bancarias españolas niegan cualquier mala práctica. "Ahora mismo se cumple escrupulosamente con la normativa, especialmente entre los pequeños ahorradores. Cada producto tiene sus características y complejidad, pero los clientes tienen que cumplir un test de idoneidad para demostrar que comprenden los riesgos", aseguran.

En la misma línea se muestra la patronal bancaria española (AEB). Sin entrar a valorar la complejidad y riesgo de cada producto concreto, señalan que "existe una normativa a nivel nacional y europeo sobre transparencia en la comercialización de productos bancarios y protección al consumidor financiero, que los bancos españoles cumplen y respetan".

Entre esta regulación, la AEB cita, por ejemplo, la reciente Ley de protección del Deudor Hipotecario y la directiva europea MiFID, que establece unos test de conveniencia para garantizar que el inversor conoce los riesgos que corre; además, se está tramitando una MiFID 2, que expandirá esta protección. Se acaba de aprobar también una nueva directiva sobre transparencia de productos bancarios, que tendrá que transponerse a las legislaciones nacionales europeas, "si bien el ordenamiento jurídico español recoge ya numerosos aspectos de esta norma", explican.

La Directiva sobre Transparencia Bancaria, a juicio de la patronal bancaria, es un buen exponente del interés de las autoridades internacionales por profundizar en la transparencia de los mercados financieros y de este modo proteger al ahorrador e inversor. Por su parte, la AEB alienta a que haya la máxima transparencia en la comercialización y que se sancionen con rigor las actuaciones irregulares. "Somos los primeros interesados en que se cumpla la normativa y se dé un servicio óptimo al cliente", aseguran.

Una alternativa al recorte de tipos

Parte de la responsabilidad de esta proliferación de instrumentos de deuda está en el propio Banco de España. El supervisor financiero recomendó a las entidades en enero (sin llegar a publicarlo como una circular) limitar la rentabilidad de sus depósitos por debajo del 2,75%. "Esto ha sido usado como una excusa por el sector para ofrecer tipos muy bajos en los depósitos y algo mayores en productos con incertidumbre", apunta Sanz.

Como norma general, estos productos no están cubiertos por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), el organismo semipúblico con la garantía del Estado que respalda los ahorros en España. "No son depósitos y ni siquiera son acciones: es deuda pura y dura", alertan desde Adicae, al tiempo que recuerdan que la normativa internacional para defensa del consumidor financiero los cataloga como productos "complejos" y llenos de riesgos.

¿Qué deben hacer los ahorradores?

Pese a los protocolos y formularios que utilizan cajas y bancos para comprobar si un cliente es adecuado para un tipo de producto, las organizaciones de protección del consumidor instan a los clientes a informarse, leer detenidamente los documentos que firman, y resolver en la propia sucursal cualquier duda que les surja.

"Tienen que ser conscientes, si les están ofreciendo un producto que no es un depósito, de qué consecuencias puede tener con sus ahorros. Si no lo tienen claro, es aconsejable que acudan a asociaciones de defensa de los clientes, donde les asesorarán sin conflictos de intereses. Porque los empleados de las sucursales sí los tienen", recuerdan. En una línea similar se manifiesta Paco Sanz; en su opinión, los usuarios no deben firmar nada "hasta que no sean capaces de responderse a sí mismos si la rentabilidad que le han ofrecido se la van a dar seguro o no, o si pueden perder algo del capital inicial".

Las asociaciones de consumidores de productos financieros coinciden en recomendar a los ahorradores de perfil conservador (aquellos que quieran todo su capital garantizado y la posibilidad de rescatarlo en cualquier momento) que contraten depósitos tradicionales, como los de plazo fijo. "Pueden dar una rentabilidad más baja, es cierto, pero son los únicos que cuentan con el respaldo del Fondo de Garantía de Depósitos", subrayan.

Cómo son los productos de riesgo

  • Fondos estructurados (ETF): Son un instrumento de inversión "híbrido entre los fondos y las acciones"; un fondo que se compone de una cesta de acciones, que se indexa -se vincula- a un determinado índice de referencia. Es decir, es un fondo que replica el comportamiento de una determinada cartera de acciones, o de todo el Ibex-35, por ejemplo. Existe la posibilidad incluso de contratar un ETF "inverso", que da rentabilidad cuando un determinado valor cae. Pese a que Bolsas y Mercados califica los ETF de accesibles, flexibles, transparentes, líquidos y sólidos, en Adicae no dudan en señalarlos como "complejos y con riesgo". Así, por ejemplo, los ETF de renta variable (vinculados a la Bolsa) están ligados a la evolución de las acciones, que "no es fija ni conocida, depende de la situación económica en general y de las empresas en las que se invierte en particular. Los ETF son productos que tendrían que ir dirigidos exclusivamente hacia los inversores con un perfil arriesgado", concluyen desde Adicae.

  • Pagarés: Las organizaciones de usuarios de banca llevan desde inicios del pasado año advirtiendo de la "agresiva campaña" iniciada por las entidades para comercializar los llamados pagarés bancarios. Se trata de un producto de renta fija: se compra pagando un precio y, en teoría, a la fecha de vencimiento se devuelve esa cantidad más un porcentaje. El problema, tal como previenen desde Adicae, es que "el pago de los pagarés depende íntegramente de la entidad que los emita y que no está respaldado por ningún fondo de garantía". Es decir, que si la entidad quebrase, no habría respaldo alguno a esa inversión más allá de los activos que se puedan liquidar en el banco o caja. Para poder invertir en estos instrumentos asumiendo los riesgos es necesario conocer la situación financiera de la entidad, así como su solvencia; es decir, que un ahorrador sin conocimientos financieros no sería un perfil ajustado al mismo.

  • Seguros de renta vitalicia: Aunque este producto se comercializa como un método de ahorro, como si de un seguro de vida se tratase, algunas entidades puntualizan que en realidad "es un producto de inversión 100%, ya que hay un alto riesgo de pérdida -la penalización es muy alta- si lo quieres rescatar antes de tiempo.

  • Warrants: Los warrants son un tipo de valor negociable en Bolsa, con la particularidad que da a su propietario en derecho (la opción, no la obligación) de comprar o vender una determinada cantidad de un activo (acciones, materias primas...) a un precio determinado. Es decir, es un instrumento que permite especular con el precio futuro de un valor; se trata de un instrumento muy utilizado por inversores profesionales, ya que permite minimizar riesgos en una inversión en un plazo concreto. Es por tanto un producto complejo poco aconsejable para ahorradores conservadores, en tanto que supone una apuesta que, para que tenga fundamente, exige conocer los fundamentos del mercado en el que se invierte. Fuentes de uno de los principales bancos españoles aseguran que estos productos no se comercializan en la red minorista: "Existen de toda la vida y no se colocan entre los clientes: el que está interesado tiene que comprarlos de forma activa", responden.

  • Cédulas hipotecarias: Las cédulas no son otra cosa que bonos (similares a la deuda pública) cuya garantía son préstamos concedidos por el propio banco emisor. El consumidor presta su dinero a una entidad y la garantía para devolver esta cantidad más unos intereses no es sino un grupo de préstamos hipotecarios firmados por otras personas. "Son un producto muy beneficioso para la banca, ya que son a largo plazo y, a pesar de que la entidad paga más al consumidor que por un depósito a plazo fijo, juega con la supuesta dificultad de perder liquidez", señalan desde Adicae. El riesgo de estos productos está en que no cuentan con el respaldo del Fondo de Garantía de Depósitos y que cotizan en mercados secundarios susceptibles de perder liquidez (como ocurrió con las preferentes), lo que dejaría a los compradores atrapados en dicha inversión.
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