El segundo partido más votado de Egipto se une a las exigencias de manifestantes y Ejército

El ultimátum de 48 horas que el Ejército dio este lunes  a los grupos políticos para solucionar la crisis en el país, ha causado euforia en la plaza Tahrir de El Cairo, preocupación entre los revolucionarios (entre ellos, los socialistas) y rechazo en los partidarios del Gobierno, que ha perdido seis de sus ministros en las últimas horas.

El presidente egipcio, Mohamed Morsi, dijo este martes que el anuncio del Ejército "puede causar confusión" y dejó claro que no fue consultado en su elaboración. Es  la primera reacción de la institución a la advertencia de la cúpula castrense.

Morsi ha hablado por teléfono con su homólogo estadounidense, Barack Obama, y le ha asegurado que el país "sigue avanzando" hacia una transición democrática pacífica.

Horas antes, el inquilino de la Casa Blanca ha expresado su preocupación por la crisis política en Egipto ante la posibilidad de que derive en una nueva escalada de violencia, por lo que ha hecho un llamamiento a la contención y al diálogo.

La Presidencia insistió en que está dando "pasos prácticos" hacia el diálogo nacional, y que seguirá haciéndolo "al margen de cualquier comunicado que profundice la división entre los hijos de Egipto". "Egipto, junto a todas sus fuerzas, no permitirá retroceder", señaló el comunicado presidencial, que llega en respuesta a la advertencia del ejército, interpretada por algunos como una amenaza de golpe de Estado.

Sin embargo, la nota difundida por la portavocía del presidente no aclara si Morsi acatará el plazo otorgado por los militares o si rechazará cumplirlo.

Los partidos que respaldan al presidente condenaron "rotundamente los intentos de la oposición de utilizar la violencia y difundir el caos".

Horas antes, la Alianza de Partidos Islamistas consideraba que cualquier solución a la crisis política en Egiptodebe respetar la legitimidad. La coalición (en la que están incluidos los gobernantes Hermanos Musulmanes o la ultraconservadora Gamaa Islamiya, pero no otros grupos salafistas como Al Nur) llamó a todos los egipcios a salir a calles y plazas del país para defender la legitimidad de Morsi.

"No permitiremos que el antiguo régimen (del depuesto Hosni Mubarak) regrese", dijo Safuat Abdel Gani, uno de los líderes del Partido Construcción y Desarrollo, brazo político de la Gamaa Islamiya.

Miles de seguidores de Morsi se dirigien durante la madrugada de este martes a diferentes concentraciones en la capital egipcia.

El partido salafista Al Nur, el segundo más votado en las elecciones parlamentarias, se ha desmarcado del bloque islamista al anunciar en un comunicado que pedirá a Morsi la convocatoria de elecciones anticipadas y la formación de un gobierno tecnócrata "para evitar una guerra civil".

Por su parte, las fuerzas revolucionarias egipcias, entre ellas el Movimiento Juvenil 6 de Abril, los Socialistas Revolucionarios y la Corriente Popular, han expresado este lunes su preocupación por el ultimátum dado a las fuerzas políticas por parte del jefe del Ejército, Abdelfatá al Sisi, y han mostrado su rechazo tanto a Hermanos Musulmanes como a un Gobierno militar.

La alto cargo del Movimiento Juvenil 6 de Abril Ingy Hamadi ha destacado que su formación "ha dejado claro que no hay retorno a la situación previa al 25 de enero de 2011 --es decir, a antes de la caída del expresidente Hosni Mubarak-- o al gobierno militar posterior al 11 de febrero de ese año".

Asimismo, los Socialistas Revolucionarios han expresado igualmente su rechazo al comunicado del Ejército y han recalcado que solicitan la dimisión del presidente, Mohamed Morsi, y la no interferencia de las Fuerzas Armadas en la política.

Euforia en Tahrir

Una ola de euforia desbordó la plaza Tahrir de El Cairo, donde los manifestantes acogieron con los brazos abiertos el ultimátum.

En la céntrica plaza, conocida por ser el epicentro de la revolución contra Hosni Mubarak, una explosión de júbilo siguió al anuncio de las Fuerzas Armadas.

Familias enteras volvieron a marchar hacia ese centro de protestas, donde el ambiente seguía siendo pacífico y festivo como la víspera. Incluso personas como Sabrine Mahmud, que el domingo se quedó en su casa por temor a un nuevo brote de violencia, decidieron este lunes unirse a las concentraciones para pedir la renuncia del mandatario islamista. "Estoy muy feliz con el Ejército. Está claro que Morsi tiene que irse", consideró esta joven empleada de una organización civil, que apareció junto a su madre para contagiarse de la atmósfera.

Para expresar su gratitud a los militares, la multitud no dudó en aplaudir y gritar con más fuerza cada vez que sobrevolaban a baja altura helicópteros militares que portaban banderas de Egipto. Entre los manifestantes se extendió la idea de que el mensaje de las Fuerzas Armadas no es más que el aviso encubierto de que Morsi tiene que marcharse tras haber cumplido un año en el poder.

Así lo consideró el jubilado Mustafa Ahmed, un confeso seguidor del expresidente Hosni Mubarak, que renunció en febrero de 2011 tras una revolución que duró dieciocho días. "Morsi no es capaz de hacer política. Eso solo lo pueden hacer los militares", señaló Ahmed, que confió en que unas elecciones anticipadas den la victoria a Ahmed Shafiq, el ex primer ministro de Mubarak que cayó derrotado el año pasado por el islamista y que actualmente se encuentra en Emiratos Árabes Unidos.

Giro inesperado en la escena política

Ante la posibilidad de que la escena política egipcia pueda dar un giro copernicano en cuestión de días, los opositores quisieron mantener la presión en las calles contra Morsi, a quien acusan de monopolizar el poder en favor de los Hermanos Musulmanes y de no solucionar los graves problemas económicos del país.

Las tarjetas rojas con la palabra "Erhal" (Vete, en árabe) volvieron a inundar la plaza Tahrir y otros puntos de la capital egipcia, que desde la revolución no habían vivido protestas tan multitudinarias.

El estudiante de diseño Said Abdel Halim recordó que el Ejército es una institución que históricamente ha tenido un peso fundamental en los cambios políticos de Egipto. Según Abdel Halim, se necesita una figura que sepa gobernar como en su día hicieron Mohamed Ali, considerado el padre del Egipto moderno, o el general Gamal Abdel Naser, líder nacionalista que presidió el país entre 1956 y 1970. "Las Fuerzas Armadas y el pueblo siempre han sido una sola mano", dijo el joven, en alusión al lema que se popularizó durante la revuelta contra Mubarak y que ahora parece cobrar un nuevo significado.

Hace un año, la plaza Tahrir era escenario de la celebración por el triunfo de Morsi en las primeras elecciones democráticas tras la caída de Mubarak. Ahora, sumidos en el descontento, los manifestantes han vuelto su mirada al Ejército como garante de la estabilidad en un país que sigue sin encontrar la fórmula de una democracia que satisfaga a todos.

Niegan un "golpe militar"

Las Fuerzas Armadas egipcias han desmentido que el ultimátum de 48 horas que dieron a las fuerzas políticas para que atiendan las demandas del pueblo sea "un golpe militar". En un comunicado difundido en la página de Facebook del portavoz castrense, Ahmed Mohamed Ali, el mando supremo del Ejército señala que "la doctrina y la cultura de las Fuerzas Armadas no permiten la política de 'golpes militares'", y reitera que "no serán parte del juego político ni del gobierno". "A la luz de lo repetido por algunas personalidades en diferentes medios de comunicación, que intentan calificar el comunicado del mando general de las Fuerzas Armadas de 'golpe militar', la institución insiste en que su doctrina y su cultura no permiten el seguimiento de la política de 'golpes militares'", indica.

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