Francisco Brives y Néstor Prieto, fundadores de la entidad cultural Art House Madrid, buscaban un espacio en desuso para reciclarlo como centro de artes vanguardistas. En su rastreo por la capital hallaron comisarías abandonadas, antiguos palacetes en semirruina, edificios decadentes como el Beti Jai... "Queríamos un espacio vivido, afectado por el paso del tiempo, donde se conjugara el pasado con la vanguardia", explica Prieto.

Por su parte, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) tenía una nave sin uso definido en las inmediaciones de Atocha. El edificio, en un solar próximo a las vías, databa de finales del siglo XIX y había sido taller de oficios para los trabajadores del tren. Cualquier amante de la arquitectura industrial madrileña reconocería esta instalación como una joya del pasado. Pero en las últimas décadas se había dejado morir, convirtiéndose en un almacén de chatarra.

Los gestores de Adif querían sacar del olvido esa nave y los miembros de Art House buscaban un espacio con sus características. Con estos intereses compartidos, el acuerdo era inevitable: Adif ha alquilado el espacio a Brives y Prieto, que han creado allí el Centro de Artes de Vanguardia y Residencia Artísticia Internacional ‘La Neomudéjar’. El nombre evoca el estilo arquitectónico de su pasado industrial.

"Nuestro compromiso es hacer de las instalaciones ferroviarias un espacio de mayor valor para la ciudadanía", explican desde Adif. Los miembros de Art House han logrado aportar una oferta cultural inédita en la ciudad: "Su atmósfera de decadencia es muy inspiradora. Las obras dialogan con el espacio. Hay salas de exposición pero también talleres donde los artistas residentes podrán crear", cuenta Brives.

Al entrar en la nave, los creadores de Art House la encontraron llena de motores, ruedas, vagones desguazados y viejas señales ferroviarias. En total, sacaron 14 toneladas de material. Las obras vanguardistas llenan ahora las salas que antes ocupaban la hojalatería, la fragua e incluso los vestuarios de los ferroviarios. "No sabes qué es nuevo y qué procede de aquella época", dice Prieto.

De hecho, en alguna de las obras se han reutilizado materiales encontrados en el almacén. Es el caso de una creación de Laguna, que se ha construido a partir de tuberías de plomo, botellas, cuerdas y papeles de estraza hallados en el proceso de limpieza del espacio. Aunque no solo se han reciclado los materiales: "Hemos conservado las texturas de las paredes, respetando la sensación de decadencia y mantiendo la impronta ferroviaria en todo el entorno. Esto no tiene nada que ver con los espacios vacíos de contenido que se construyen ahora para albergar centros culturales. Este lugar tiene un pasado y eso queda patente", añade Brives.

"Queremos dar voz sobre todo a los artistas emergentes y colaborar con embajadas para traer creadores de todo el mundo. También hacemos un llamamiento a los creadores que hacen uso de las nuevas tecnologías para que tengan aquí su espacio", explica Natalia Sonzogni, directora de proyectos de 'La Neomudéjar'. De nuevo, el pasado se une con el presente. Y es que, según los gestores del proyecto, "las estaciones de tren siempre han sido el punto por donde entraban las vanguardias a las ciudades. Eran las puertas de las ciudades al mundo. Y esa es la filosofía de 'La Neomudéjar'".