El flamenco 2.0: un arte revoltoso

  • El director del festival Suma Flamenca, que se celebra este mes en Madrid, habla del flamenco como un género que ha evolucionado y vive tiempos inquietos.
  • Mientras algunos de sus representantes critican el exceso de fusiones y desconcierto, otros defienden el derecho a innovar respetando a los clásicos.
  • Ese arte universal traspasa hoy fronteras y se deja escuchar en Israel, Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, Vietnam o China.
La cantaora Montse Cortés, una de las participantes del Festival Suma Flamenca 2013.
La cantaora Montse Cortés, una de las participantes del Festival Suma Flamenca 2013.
Suma Flamenca
La cantaora Montse Cortés, una de las participantes del Festival Suma Flamenca 2013.

Milagros jondos, poesía, un desgarro de quebrantos y otro de tarantas; coplillas del querer, taconeos que rompen el tempo, quejidos ancestrales, palos festeros,  bullas enredadoras, redobles...

El flamenco actual suena, además, a ritmos volcánicos, a géneros que se abrazan y se marean,  y a sabores de otras culturas que se han ido embrollando en sus raíces.

"Perdura un gran respeto por los clásicos pero el género se ha abierto a nuevas tendencias. Nosotros nos centramos en el flamenco del siglo XXI", explica Juan Verdú, director del festival SUMA Flamenca que durante todo el mes de junio reúne en Madrid a algunos de los nombres más prestigiosos de la escena del baile, el cante y la guitarra.

Su apuesta incluye una sección denominada Generación 2.0. encargada de dar voz a talentos emergentes (la mayoría pertenecientes a grandes familias flamencas). Y, junto a propuestas más ortodoxas, propone mezclas multiculturales y creativas. Como la ofrecida por el cantaor Arcángel y el maestro búlgaro del  kaval (flauta de madera propia de los Balcanes) Theodosiii Spassov.

Las alianzas son básicas en un género que se creó, a su vez, de muchas músicas, "desde la africana, que llegó a través de los esclavos que eran transportados en barco a América y que hacían escala en Cádiz, hasta la música barroca", afirma Verdú.

Un arte endogámico

Las mezclas del Suma Flamenca también atañen a la edad de los intérpretes: entre las actuaciones más curiosas figuran las de algunos grandes de la música, como Tomatito o Raimundo Amador, que actúan junto a sus nietos en los conciertos para toda la familia que se celebran cada sábado de junio, a las 17.00, en la sala madrileña de Cardamomo.

Pepe Montoyita, Rafita, Aurora y Carlos Quirós comparten ese mismo escenario con sus hijos pequeños, demostrando que el flamenco es una cuestión de genes, sagas y parentescos.

El baile, descontrolado

Pero las amalgamas no son buenas para todos. Según el bailaor Alfonso Losa "el flamenco se ha ido desubicando en una fusión evolutiva sin control".

Antonio Carmona (fundador de Ketama), que tocó el pasado día 14 en el Teatro del Canal de la capital junto con Pavlo Rosenbert, cantante de pop rock étnico israelí, no está del todo de acuerdo. El hijo del prestigioso guitarrista Juan Habichuela  admite que su música "no es flamenco puro", sino que deriva a cauces  "que huelen a ese género". Pero no quita importancia a esos ritmos que popularizó hace años y que refrescaron el estilo atrayendo a públicos nuevos. Eso sí, defiende que la fusión solo se puede llevar a cabo como es debido si uno ya es conocedor del arte puro y sabe interpretar una seguiriya y una taranta. "Nunca desde arriba, sin saber los cantos ortodoxos", opina el heredero de una de las sagas artísticas más conocidas.

Para el director del festival SUMA, las palabras de Losa aluden sobre todo al mundo del baile, que se ido últimamente "por una linde más agresiva", quizá en pos de la espectacularidad. "Hoy se valoran más los saltos, los zapatazos y las carreras cuando en realidad la danza siempre ha sido más tranquila. Los grandes maestros como Antonio Gades solo descargaban cuando llegaba el momento", indican desde el Suma Flamenca, que subrayan que "algunos pierden el arte por la técnica".

Las guitarras que suenan

El cante no parece haberse dejado llevar por este nuevo ímpetu. En cuanto a la guitarra, algunos sí lamentan el abuso de los picados y los manuales, sobre todo entre las nuevas generaciones. "Vivimos un momento revoltoso en una épocas revoltosa. La juventud, además, suele serlo ya de por sí. Pasado un tiempo se calmará", vaticina Verdú.

El guitarrista sevillano Fernando Luna, con más de treinta años de experiencia a sus espaldas, está de acuerdo en la abundancia de ese "flamenquito" al que le sobra técnica y le falta corazón. "No se trata de ser purista. Al maestro Paco de Lucía, el gran revolucionador del flamenco, le criticaban los puristas. Pero los chavales deben saber que antes de revolucionar, hay que aprender la base con los antiguos".

Aún así, Luna es optimista: "En guitarra sí hay relevo generacional, muchos jóvenes que tocan muy bien. Y en el baile".

Exportaciones al alza

El responsable de Suma Flamenca también afirma que "a medida que pasa el tiempo se canta y se baila mejor". Y otro dato: el flamenco ha dejado de tener fronteras. Más aún después de la denominación de ese arte como 'Patrimonio Inmaterial de la Humanidad'. "Cada vez queda más lejos el concepto del flamenco de la cueva, de la casa, y en los últimos años es frecuente que al llamar a un cantaor te diga que está en Vietnam o Nueva York".

Así ha ocurrido con Marina Heredia, recién llegada de Chicago, donde "te tratan como a un Dios".

Francia, Alemania, Japón, China, México e Israel son otros de los mercados más interesados en ese arte que el británico Jamie Cullum calificó hace poco,  admirado, de "casi alienígena". Paco de Lucía, Camarón y Enrique Morente abrieron esas puertas; hoy, por ellas, se vive un mayor trasiego.

Consulta aquí la programación del Festival Suma Flamenca.

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