Las muchedumbres pasivas de Ian Davis, pinturas sobre el progreso y la falta de humanidad

  • El artista estadounidense presenta a humanos-hormiga, diminutos entre la gigantesca arquitectura laberíntica, entre distópica y realista, que los rodea.
  • Pinta autopistas, edificios, excavaciones y fábricas y cuestiona si el progreso tecnológico "resuelve más problemas de los que crea".
  • "Hemos perdido nuestra compasión hacia la humanidad y nos reunimos en pequeños grupos en los que sólo nos relacionamos con gente como nosotros", dice.
'Clima', acrílico sobre lienzo del pintor estadounidense
'Clima', acrílico sobre lienzo del pintor estadounidense
© Ian Davis
'Clima', acrílico sobre lienzo del pintor estadounidense

Es difícil imaginar las vidas, los anhelos y las penas de los humanos-hormiga que se exhiben pasivos en los cuadros de Ian Davis (EE UU, 1972). Las multitudes uniformadas permanecen siempre tranquilas y mantienen un orden simétrico, se pierden en la gigantesca arquitectura que las encierra y no revelan ni un atisbo de personalidad ni de iniciativa propia: "Visten igual porque se supone que no son individuos. Representan cierta intención humana, o la falta de ella".

Cita entre sus influencias a pintores como René Magritte, El Bosco, Giorgio de Chirico y L.S. Lowry —artistas plásticos creadores de mundos incomprensibles, sombríos, surreales y desasosegantes y (en el caso de Lowry) industriales—  y al literato británico George Orwell, autor de la novela 1984. La lista de nombres que facilita el artista explica las sensaciones incómodas que despiertan los cuadros: Davis imagina un universo frío, pragmático y despersonalizado que tampoco resulta ajeno del todo.

Con autopistas que se entrelazan, edificios acristalados, excavaciones y  laberintos de construcciones metálicas grises y contaminantes cuestiona la idea que tenemos del progreso": "Represento nuestra relación con la tecnología y me pregunto si cada nuevo invento en realidad resuelve más problemas de los que crea". Las personas involucradas en las reuniones, los dispositivos y las obras de ingeniería son "científicos con batas de laboratorio, doctores, ejecutivos, industriales, expertos...", esperan a "ser dirigidos" y se dejan engullir por la seguridad de estar haciéndo lo que se les ha ordenado.

Patrones y repeticiones

De su colección de trabajos entre distópicos y realistas escoge Reverie (Ensueño), un sistema de carreteras desmoronado con figuras que su autor imagina como "peritos de seguros" que tratan de evaluar los daños de la estructura. El artista destaca que ninguno de los presentes están en la escena para ayudar a solucionar el problema, sino "porque alguien les paga para estar allí y simplemente analizan el daño en términos económicos".

Las estructuras construidas a partir de "patrones y repeticiones" suponen el nacimiento de cada escena. Comienza con una "vaga idea" que desarrolla sobre la marcha, persigue un objetivo, pero improvisa el modo en que llegará a él. Aunque los envuelve en el anonimato desperdigándolos en un tipo de arquitectura que los eclipsa, matiza que los rostros de los personajes gregarios sí se pueden ver en la obra física. El estadounidense pinta cada cara y cada peinado con finísimos pinceles y realiza cada obra con finas capas superpuestas de acrílico.

Las ideas de Davis no se quedan en el plano artístico, manifiesta su preocupación por el mundo en que vivimos y afirma que hemos distorsionado la perspectiva de las cosas: "Nuestra ansia por las posesiones materiales lo domina todo. Creo que hemos perdido nuestra compasión hacia la humanidad y nos reunimos en pequeños grupos en los que sólo nos relacionamos con gente como nosotros".

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