20 años del secuestro y asesinato de la joven Anabel Segura

  • Este viernes se cumplen 20 años del secuestro en Madrid y asesinato de la joven de 22 años Anabel Segura, raptada mientras hacía 'jogging' junto a su casa.
  • El caso conmocionó a la sociedad española, la familia pasó dos años y medio creyendo que Anabel estaba viva; fue asesinada a las seis horas de ser raptada.
  • Los dos autores materiales fueron condenados a 43 años cada uno: Cándido Ortiz murió en 2009; Emilio Muñoz saldrá de la cárcel el próximo agosto.
Anabel Segura, en una imagen de la época.
Anabel Segura, en una imagen de la época.
Anabel Segura, en una imagen de la época.

Eran los 90. No había redes sociales y la televisión tenía audiencias históricas. El terrible precedente de niñas de Alcàsser y la coincidencia en el tiempo con el secuestro de Maria Angels Feliu, la farmacéutica de Olot, hicieron que la sociedad española se volcara cuando Anabel Segura, una joven de 22 años, fue secuestrada en Madrid. Este viernes se cumplen 20 años de aquel trágico suceso cuya agonía se prolongó durante dos años y medio: el cuerpo de Anabel fue encontrado en Numancia de la Sagra (Toledo) en septiembre de 1995.

Segura, estudiante de Empresariales e hija del directivo de una multinacional alemana José Segura y su mujer Sigrid Foles, desapareció el 12 de abril de 1993 mientras hacía jogging en el barrio madrileño de La Moraleja, en el que residía junto a sus padres y su hermana. Un testigo, un jardinero, vio cómo dos hombres la introdujeron por la fuerza en una furgoneta blanca, que huyó a toda velocidad hacia la N-I (Madrid-Burgos). En el lugar de los hechos quedaron algunas prendas y el walkman de la chica. El móvil, en principio, era económico.

Los secuestradores eran Emilio Muñoz Guadix, el churrero de Pantoja, y Cándido Ortiz Añón, Candi, ambos de la provincia de Toledo. Decidieron solucionar sus problemas de dinero con un rescate, pero se les fue de las manos. Hubo otra persona, Felisa García Campuzano, la mujer del primero, que colaboró y encubrió el crimen, que se produjo de forma inmediata tras el secuestro —a las seis horas—, aunque los implicados hicieron creer siempre a la familia que Anabel estaba viva. Se produjeron más de 20 contactos telefónicos y un par de entregas fallidas de dinero.

La petición aumentó de 50 a 150 millones de pesetas y José Segura llegó a hipotecar su vivienda e incluso a ofrecer una recompensa de 15 millones —también el Ministerio del Interior ofreció una—. Los secuestradores llegaron a enviar a la familia una cinta magnetofónica con una voz que pretendía ser la de Anabel y que después se desveló falsa: era la voz de Felisa. Las comunicaciones se rompieron en junio de 1993 y no se reanudaron nunca. Se celebraron numerosas concentraciones de apoyo a la familia con el lazo amarillo como símbolo.

30.000 llamadas a la televisión

La familia escogió como su portavoz oficial al abogado, escritor y expresidente de la Junta de Andalucía Rafael Escuredo, que fue el que habló personalmente con los secuestradores.

Aun mantiene una "magnífica relación" con la familia, explica por teléfono a 20minutos.es, "nos seguimos viendo, es una relación especial", añade, aunque admite que no suelen hablar de aquello cuando se ven. José Segura, afirma, vive hoy todavía con "sufrimiento interior" lo que pasó y "evidentemente", añade Escuredo, "no es algo que hayan superado".

Después de una dura y larguísima investigación policial, en la que interfirieron hasta videntes que aseguraban que la joven vivía, los tres implicados fueron finalmente detenidos.

Los medios de comunicación jugaron su papel. La Policía difundió unas grabaciones de la voz de uno de los secuestradores, que pudieron escucharse, entre otros, en el programa de Paco Lobatón ¿Quién sabe dónde? El espacio recibió más de 30.000 llamadas y un buen día una persona reconoció una voz.

"Sin los medios de comunicación yo creo que no se habría conseguido detener a los culpables, fueron determinantes", dice Escuredo; "el caso se habría perdido en el tiempo", añade. Recuerda que "todos, televisión, radio y prensa escrita prácticamente se prestaron a colaborar". Las pistas ofrecidas permitieron la localización y captura el 28 de septiembre de 1995 de los tres secuestradores en los pueblos toledanos de Escalona y Pantoja, y en Madrid. Confesaron y, un día después, se encontró el cadáver de Anabel.

Escuredo apunta que la sociedad "ha cambiado mucho" en todos estos años, pero también la forma de actuar de los cuerpos de seguridad y las técnicas que se utilizaban. "Hacer un seguimiento de una llamada" entonces era otra cosa porque no había teléfonos móviles, explica. 

El 19 de enero de 1998 comenzó la vista oral en la Audiencia de Toledo. Unos 40 testigos y doce peritos comparecieron durante tres sesiones, en las que se pudo escuchar, de boca de Emilio Muñoz: "Esto fue un negocio que salió mal".

El 4 de febrero los secuestradores fueron condenados a 39 años de prisión para cada uno por los delitos de asesinato con el agravante de alevosía, detención ilegal e intento de estafa, mientras que Felisa García fue condenada a seis meses como encubridora de un delito de detención ilegal.

El tribunal aplicó el antiguo Código Penal, el aprobado en 1973, en vez del de 1996, al ser mas beneficioso para los acusados por conllevar mayores beneficios penitenciarios, como la redención de penas por trabajo. El 10 de marzo de 1999, tras varios recursos, el Tribunal Supremo elevó las penas hasta los 43 años de prisión y seis meses de cárcel para los autores materiales y hasta los dos años y cuatro meses para Felisa.

Cándido Ortiz murió en 2009 en la cárcel de Ocaña (Toledo); entonces había disfrutado ya de algunos permisos carcelarios. Emilio Muñoz, por su parte, sigue cumpliendo condena en una prisión manchega aunque, según ha podido saber 20minutos.es, quedará en libertad el próximo mes de agosto tras haber obtenido unos 1.500 días de redención de pena.

Escuredo cree que a pesar de la tragedia —tiene durante la conversación un recuerdo para la farmacéutica de Olot— hubo dos cosas positivas. La primera, que se pudo detener a los culpables, dos personas que "no eran profesionales, sin escrúpulos"; la segunda, que la familia pudo enterrar a Anabel tras dos años y medio de espera y angustia. Pero recuerda a continuación que nada de esto "suple la ausencia de una hija".

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