La fantasía: un filón para las editoriales en tiempos de crisis

  • En menos de un año han nacido tres grandes nuevas editoriales especializadas en el género fantástico, un nicho que se ha hecho generalista y arrasa en ventas.
  • Los editores de Fantascy y Oz coinciden en que no es una moda pasajera, sino un fenómeno que está por encima de la crisis, las fronteras y los soportes.
  • La necesidad de evasión y la fidelidad y voracidad de sus lectores, claves para un filón al que se aferran las editoriales en uno de sus peores momentos.
'Susurros' de A. G. Howard, uno de los primeros lanzamientos de Oz Editorial.
'Susurros' de A. G. Howard, uno de los primeros lanzamientos de Oz Editorial.
Oz Editorial
'Susurros' de A. G. Howard, uno de los primeros lanzamientos de Oz Editorial.

En una época de penurias para un sector minado por la crisis, la bajada del consumo y la piratería, la fantasía se ha convertido en el paladín de editoriales grandes y pequeñas. En menos de un año tres grandes nuevos sellos especializados han visto la luz: Literatura Fantástica (RBA), Oz Editorial (Principal de Libros y Ático de los libros) y Fantascy (Random House Mondadori), nacidos para descubrir nuevas joyas en un género considerado 'de minorías' y que paradójicamente se ha convertido en un fenómeno de masas desde hace unos años.

Juego de tronos, The Walking Dead, Los juegos del hambre, Crepúsculo y Harry Potter han demostrado que la fantasía crea una pasión que rebasa la crisis y cualquier soporte: libros, televisión, cine, cómics, videojuegos y lo que se preste. Las cifras son abrumadoras en lo que toca a cualquiera de sus variantes: fantasía épica, terror o ciencia ficción.

Otras editoriales como Destino han aumentado notablemente su catálogo respecto a estos títulos (por ejemplo, con Las guerras del mundo emergido) y también han proliferado pequeños emprendedores que, desde sellos modestos o utilizando la edición online o la impresión bajo demanda, han apostado por este género, como Delorean ediciones o Ediciones Mukei.

La escritora española Laura Gallego también ha demostrado que todo lo que toca es oro, con sus obras convertidas en bestsellers (su serie Memorias de Idhún ha vendido más de 750.000 libros). Es por eso que estas nuevas editoriales también están apostando por el talento patrio. "Los que crecimos leyendo fantasía ya no somos lectores, sino escritores", dijo en una ocasión la autora de Donde los árboles cantan, que ha vendido 100.000 ejemplares en un solo año.

"Los lectores buscan escapismo", asegura un librero de la Casa del Libro, testigo directo de los gustos de los lectores. "En épocas de crisis la gente necesita evadirse, cambiar de aires. Ahora se vende mucho la fantasía, pero también la literatura erótica, los libros de religión, ayuda espiritual...".

Siguiendo el camino de baldosas amarillas

"Es cierto que por la crisis la gente necesita su dosis de escapismo, pero para mí la fantasía ha existido siempre", asegura Melanie Rostock, una joven editora que siempre tuvo en mente crear una editorial de este género. Convenció a Principal de los Libros y Ático de los Libros de que esta temática era lo que demandaban los lectores en este momento y así nació Oz, que ha comenzado su andadura este mes de abril, con títulos como La hermandad Hojanegra, del sevillano José Antonio Ramírez, la distopía Los indeseables, de Maureen McGowan, y Susurros, de A.G. Howard, una oscura versión de Alicia en el País de las Maravillas. Pronto seguirán las obras de Terry Brooks, autor del ciclo de Shannara.

"La crisis no debería frenar a nadie de hacer lo que realmente quiere hacer", asegura Rostock, en referencia a la osadía de fundar una editorial en uno de los peores momento que vive el sector. En este sentido, la editora asegura que han hecho un gran esfuerzo por salir con unos precios competitivos, entre 15 y 17 euros.

"Nuestro objetivo no es solo el público juvenil, sino adulto. Los últimos fenómenos literarios y cinematográficos han tenido un elemento fantástico y han llegado al público adulto. Ahora es el momento", opina la editora de Oz.

En la pasada feria de Bolonia, Bowker (consultora especializada en estudios de mercado en el sector editorial) publicó un estudio que descubría un dato revelador: el 80% de los compradores de novelas Young Adult tienen entre 30 y 54 años y los compran para ellos. Sólo el 16% de los compradores de estas novelas son adolescentes.

Asimismo, hace notar que la importancia de las redes sociales en el género de la fantasía. "Nos hemos sorprendido mucho por el entusiasmo que genera este tipo de literatura. Aun sin publicar ningún libro ya teníamos 1.600 seguidores en Twitter y otros en Facebook. Son lectores muy activos, aunque haya crisis nunca han dejado de comprar estos libros", afirma Melanie Rostcok.

Lectores fieles y voraces

Precisamente el peculiar perfil de estos lectores es un gran actractivo para cualquier editorial. "Hemos visto que son títulos que llegan a alcanzar cifras de ventas muy altas, sus lectores son muy voraces y fieles, y también son exigentes, buscan calidad" explica la editora Alix Leveugle.

Leveugle y Emilia Lope son las editoras de la apuesta de la multinacional Random House Mondadori por ampliar su fondo de títulos fantásticos. El nuevo sello Fantascy, "una firme defensa de la fantasía, la ciencia ficción y el terror de corte clásico", en sus palabras, aspira a convertirse en un editorial de referencia para los aficionados, "muchos de los cuales empiezan a serlo ya sin necesidad de etiquetas", puntualizan, en referencia a la apertura de estos títulos al público generalista.

"Lectores que nunca se han considerado seguidores de literatura fantástica y no se identifican con esta etiqueta tienen interés y afinidad por estos títulos", explica Leveugle.

"Algunos han traspasado la barrera de género, creo que ya no existe ningún tipo de estigma, autores como Patrick Rothfuss (El nombre del viento) son leídos por muchos tipos diferentes de lectores que simplemente disfrutan con la aventura y una buena historia", asegura la editora. "Que tenga elementos fantásticos es un añadido".

Fantascy será presentado en la Feria del Libro de Madrid y en el Festival de Literatura Fantástica Celsius 232 y en junio sacará a la venta sus primeros títulos: Embassytown, de China Miéville, premio Locus a la mejor novela de ciencia ficción; La bomba número seis y otros relatos, de Paolo Bacigalupi; y La Corte de los Espejos, de la española Concepción Perea. El catálogo se irá completando después con autores consagrados como Terry Pratchett, Trudi Canavan o Brent Weeks y también nuevos valores.

Una pasión sin fronteras

España se ha incorporado un poco más tarde a un "fenómeno" cultural universal que lleva más tiempo "normalizado" en otros países, explica la editora de Fantascy, Alix Leveugle. "En países como Alemania y Francia hay una tradición de literatura fantástica mucho más arraigada, por no hablar del mundo anglosajón, por supuesto, de donde provienen muchos de los escritores más consagrados".

En opinión de la editora, que la fantasía haya entrado por la puerta grande en España no solo se debe a que los lectores se hayan deshecho de sus posibles prejuicios, sino que también es una cuestión de producción: "ahora hay cada vez más autores de lengua española que se lanzan a asimilar lo fantástico a su obra. De hecho, es una de las cosas que nos anima a apostar por voces nacionales (y de América Latina), además de autores extranjeros".

"Es cierto que las cifras han bajado debido a la crisis y la piratería pero la gente sigue leyendo. Creemos que hay un mercado, ya ha dejado de ser una moda o una tendencia: es un componente básico de nuestra cultura", asegura. "La fantasía se ha vuelto imprescindible. Como género de entretenimiento y como fenómeno popular".

Tiempos difíciles

Las osadas apuestas de la editoriales al crear nuevos sellos en época de crisis forma parte del ciclo de vida y muerte habitual en el sector, opinan en la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). "La mayoría de las que nace luego mueren —explica su Antonio María Ávila, miembro de la junta directiva de la entidad —. Pero es verdad que muchas de ellas cogen su nicho y aguantan".

El director de la Federación de Gremios no oculta que la situación del libro es precaria. "Que las editoriales lo están pasando mal, eso lo sabemos todos", confirma  "Cada vez que se cierra una editorial me siento triste, porque es un proyecto cultural".

En 2012 se perdieron 45 millones de euros debido a la descarga ilegal de libros, con un total de 226 millones de descargas, según los resultados del Observatorio de Piratería y Hábitos de Consumo de Contenidos Digitales. A este problema que va en aumento cada año se une la bajada de consumo originada por la crisis, ya que el libro no es un bien de primera necesidad.

En los últimos cinco años la facturación del sector editorial español ha descendido un 11,2% y el número de ejemplares vendidos se ha reducido un 20,3%, según datos de la FGEE.

Sin embargo, a diferencia de otros sectores no ha habido grandes cierres; son las pequeñas empresas y las distribuidoras las que más están sufriendo.

"Eso se debe a que la estructura de costes de una editorial es muy austera, y ademas está funcionando la exportación, así que sus pérdidas en ventas dentro de España se compensan con el comercio exterior", señala Antonio María Ávila. "De momento va lo comido por lo servido, aunque esto puede cambiar en cualquier momento".

El sector editorial genera casi 3.000 millones de euros en el PIB; es un producto de consumo de segunda generación así que en una situación económica dura en la que hay una restricción del consumo feroz, los productos culturales lo sufren, recuerda el director de la FGEE.

A pesar de todo, el número de nuevos libros registrados cada año no hace más que crecer. En 2007 el número de ISBN (el 'DNI' de los libros) concedidos fue de 96.770. En 2011 alcanzó los 116.851, casi un 20% más.

En cuanto a producción (los libros que salen al mercado), en 2012 se publicaron más de 88.000 títulos, de los cuales los libros de ficción y temas afines suponen el 18% del total. La temática infantil y juvenil representa otro 11% del mercado.

"Aquí nadie compra, pero todo el mundo escribe", ironiza el director del Gremio de Editores.

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