Esculturas que habitan el bosque

Fuente, de Fernando Sánchez Castillo. Un camión policial, símbolo de represión, convertido en fuente.
Fuente, de Fernando Sánchez Castillo. Un camión policial, símbolo de represión, convertido en fuente.
ROCÍO CLARACO
Fuente, de Fernando Sánchez Castillo. Un camión policial, símbolo de represión, convertido en fuente.

Llegar sin GPS y sin perderse es casi un reto. Situado en la N-340, la carretera que recorre el Mediterráneo, a su paso por Vejer de la Frontera (Cádiz), ningún panel informativo advierte de su existencia, hasta llegar a la entrada, donde por fin un letrero reza Fundación Montenmedio Arte Contemporáneo (NMAC). Estamos en un museo, aunque no lo parece: se admiten perros, y llevar calzado cómodo y agua son algunas de las recomendaciones para la visita. En plena naturaleza, la única edificación son unos pabellones verdes semicirculares que hacen pensar más en la morada de unas criaturas del bosque que en salas de exposición. Sobre un árbol, una escultura de MP&MP Rosado da la bienvenida aplaudiendo al visitante.

Demasiado a menudo, visitar un museo o una galería de arte y hacer la compra en un supermercado son dos experiencias que comparten inquietantes similitudes. Por ejemplo, para franquear la barrera de curiosos delante de la obra más famosa hay que gastar tanta paciencia y astucia como en la cola de la carnicería. Los codazos (sobre todo el fin de semana). Las caras de indiferencia de los presentes, como si un cuadro provocara la misma emoción que una lata de tomate. Sin hablar de los intereses mercantilistas del mundo del arte.

¿Qué pasaría si sacáramos las obras de los museos? ¿Si el artista tuviera en cuenta, en el momento de creación, todas las características geográficas, naturales, el entorno social y cultural del que será el hogar de su obra? Estas preguntas y otras muchas fueron planteadas desde mediados de los sesenta. En paralelo a los diferentes movimientos sociales de la época, nacieron diferentes tendencias artísticas que tenían como objetivo la contestación al sistema. Con el tiempo, estos movimientos han perdido la rebeldía, se han institucionalizado, pero han cuajado dejando un crisol de interesantes alternativas al museo y a la obra convencional.

Los parques de escultura son un ejemplo representativo de ello, espacios naturales donde las obras de arte se encuentran al aire libre. Otra muestra son los proyectos de tipo site-specific, como los impulsados por Jimena Blázquez, directora de la Fundación NMAC. Hija de un empresario gaditano, propietario hasta 2011 de la Ciudad del Caballo (un complejo de ocio de alto standing con campo de golf, hotel de lujo, instalaciones para albergar competiciones hípicas, etc.), a Jimena se le ocurrió, tras estudiar Historia del Arte y trabajar en París, que su familia poseía un lugar idóneo para la creación artística. No solo por la belleza natural del paisaje (la dehesa de Montenmedio está situada entre el Parque Natural de Los Alcornocales y las Marismas del Barbate), sino "por sus implicaciones globales, social y geográficamente".

Jimena asegura que partió de una iniciativa humilde y que nunca imaginó "las dimensiones futuras que alcanzaría el proyecto". Tenía 24 años cuando invitó a varios artistas a realizar proyectos específicos para la zona, "era una desconocida en el mundo del arte. Accedieron a venir por curiosidad y el lugar les encantó".

En efecto, Montenmedio ha resultado ser una prolífica fuente de inspiración para los 40 artistas que han pasado por aquí desde 2001. Estos, procedentes de todos los rincones del mundo, son alojados por la Fundación el tiempo que dura la creación de las obras, en la que participan empresas locales. Para el camerunés Pascale Marthine Tayou, que permaneció en Vejer durante dos semanas, la magia del lugar reside en "la cercanía entre los dos continentes, África y Europa". Según explica, en su obra Plansone Duty Free, un cruce entre tiovivo y móvil gigante: "He intentado transmitir la unión de culturas con la selección de los materiales". Calabazas, útiles de la vida cotidiana camerunesa, desechos encontrados en la provincia de Cádiz... La pobreza de estos queda enmascarada por el resultado final de la obra: futurista, místico, hipnotizador.

Otros artistas, en una línea más subversiva, no quisieron perder la oportunidad que les brindó la Fundación para denunciar una de las realidades más crudas que se pueden presenciar en estas tierras fronterizas. La muerte de aquellos que no logran cruzar el Estrecho fue abordada por Santiago Sierra, que puso a "cavar su propia tumba" a inmigrantes de origen subsahariano y magrebí.

Durante tres semanas, su trabajo consistió en excavar 3.000 hoyos de 180 x 70 x 70 cm cada uno, ocupando 25.000 m2 de una colina de la dehesa de Montenmedio desde la que se divisa África. Como testigo de la escalofriante performance, la Fundación cuenta en su exposición con tres fotografías tomadas por el artista, una de ellas a vista de pájaro. Con el mismo trasfondo, el anillo de alambre de espinos de Abdel Abdessemed, titulado Salam Europe! se revela como una metáfora simple y punzante de la bienvenida que reciben los inmigrantes africanos que intentan alcanzar Europa por Melilla.

La mujer y los estereotipos son la fuente inagotable de la que beben Cristina Lucas y Pilar Albarracín, quienes comparten un corrosivo sentido del humor y la pasión común por azuzar las conciencias. En La habitación propia, la escritora Virginia Woolf recuperaba una cita que a lo largo de la historia varios críticos habían utilizado: "Señores; una mujer que se dedica a la cultura es como un perro que anda sobre sus patas traseras. No lo hace bien, pero ya sorprende que pueda hacerlo en absoluto".

En Tú también puedes caminar, Cristina Lucas graba y fotografía a gaditanas acompañadas de perros acróbatas (que hubo que pedir prestados a un circo), como su particular forma de reírse de todos aquellos que siguen pensando que mujer y cultura no casan. Por su parte, Pilar Albarracín cuenta que no tuvo problemas en abandonar los tópicos de su tierra (sus performances están con frecuencia pobladas de flamencas, toros y folclore andaluz) por los del cercano Oriente: "Utilizo estereotipos locales para hablar de conceptos globales". El difícil rol de la mujer en una cultura envuelta en exotismo, como la árabe, es el tema principal de su obra La noche 1002.

Fotos, vídeos y naturaleza

NMAC divide sus instalaciones en dos espacios: por un lado, unos antiguos barracones militares, rehabilitados como salas de exposición para las fotografías y las instalaciones de vídeo, espacios para la estancia de los artistas, biblioteca, oficinas... Del otro, un pinar mediterráneo de 30 hectáreas Es en este bosque donde habitan, junto a faisanes, búhos y corzos, la mayor parte de las piezas de la colección. Como si de obras animadas se trataran, las esculturas que aquí se exponen se mimetizan con el entorno que las rodea. Quizá el mejor exponente de esta simbiosis entre arte y naturaleza sea Pared de ladrillos Quasi, el camaleónico muro del danés Olafur Eliasson. Construido con ladrillos dodecaedros, en los que cada cara es un espejo, su apariencia va cambiado a lo largo del día tal y como lo hacen los colores del paisaje reflejado en él.

En cuanto al criterio seguido a la hora de  seleccionar a los artistas, Jimena hace hincapié en que la prioridad es "la calidad, sin que traicionemos nuestros principios". Esto no impide que artistas consagrados como Sol LeWitt (el único fallecido de la colección) o Marina Abramovich, que se define a sí misma como "la abuela de las performances", tengan su espacio junto a otros que aún no habían nacido cuando ellos empezaban. Jimena afirma que busca representar el "abanico más amplio de la creación contemporánea, servir como trampolín para artistas que empiezan o artistas extranjeros que aún no han expuesto en nuestro país, así como de plataforma de creatividad".

Desde su apertura han visitado el museo unos 7.000 personas, la mayoría de ellas turistas extranjeros y grupos de escolares. Teniendo en cuenta que lleva 11 años en funcionamiento, no hace falta echar muchas cuentas para comprender que hay días en los que por aquí no pasa ni un alma. Para el visitante, sobre todo aquel que huya del museo-supermercado, la soledad es quizá uno de los atractivos del paseo por el parque de esculturas. Para su directora no es un inconveniente: "No tenemos nada que envidiar a otros museos como el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla). Cada uno cumple su función".

Jimena reconoce que aún queda una asignatura pendiente: la relación con el público. "No creo que sea una problemática propia, sino común a todos los museos. Hay que seguir trabajando en acercar las obras a la ciudadanía". Dentro de este trabajo de acercamiento a la sociedad, la labor pedagógica de la Fundación resulta esencial: "Nuestro mayor regalo es cuando (los escolares) vuelven el fin de semana a traer a sus familias". Además de las visitas, y la organización de diferentes actividades, la Fundación cuenta con un portal educativo (www.nmaceduca.org) y elabora material didáctico para los padres y profesores que lo soliciten.

El Guggenheim como inspiración

El nacimiento de la Fundación NMAC no es aislado. La pasada década fue una época de proliferación de centros de arte contemporáneo, galerías, museos... que surgieron quizá al rebufo del éxito del Guggenheim de Bilbao. No todos ellos han podido sostenerse. Sobre eso, la opinión de Jimena es clara: «Se han hecho muchas cosas mal, sin dinero ni planificación, ahora hay que pagar por todo ello». Acepta que ellos también se ven afectados por la disminución de patrocinios y la desaparición de subvenciones, pero está convencida de que tienen recursos para capear el temporal: «Ha sido una década de mucho trabajo, de producción, de intensa creación artística. Ahora vamos a centrarnos en divulgar lo que ya poseemos».

Está a punto de caer la tarde. En el merendero de la Fundación NMAC (un espacio-obra de arte, de Ester Partegàs) el vino corre. Un grupo de profesores alborota como alumnos en un día de excursión, que es exactamente lo que son. Siguen un curso de arte contemporáneo y han venido de visita. Aunque viven muy lejos de las grandes urbes y de los circuitos de arte, tienen el privilegio de contar en su provincia con una colección de arte contemporáneo que no desmerece en nada a la de cualquier museo de ciudad. "Tenemos un tesoro", se enorgullecen. Que lo disfruten.

El ojo de Turrell

¿Qué tienen en común Arizona y Vejer de la Frontera? En ambos escenarios existe un peculiar observatorio. El de Arizona es un volcán extinto, el Roden Crater, que el artista californiano James Turrell compró en 1979. Aún trabaja en él para convertirlo en un skyspace, el más espectacular de una serie iniciada en los setenta. Turrell, matemático y psicólogo, pretende que el público viva una experiencia sensorial.

El skyspace de Cádiz, Second Wind 2005, es el único en España y el mayor de Europa. Construirlo llevó cuatro años. Bajo tierra, se accede a él por un túnel. En el interior, una habitación blanca y redonda con un agujero con forma de ojo en el techo. Un sistema informático hace que, en el momento de la puesta de sol, se inicie un juego de luces diseñado para provocar ilusiones ópticas.

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