La confusión entre los usuarios y conductores estará servida. No habrá quien controle y regule la entrada y salida de los autobuses que llegan a la estación. Ni tampoco nadie que informe a los viajeros. La última huelga de los trabajadores municipales del Prado, en marzo del año pasado, terminó con varias horas de retrasos en las salidas de los autobuses porque se sellaron sus puertas.
Falta de seguridad
El Consistorio les ha dicho que ya les van a pagar. Pero, después de tantos meses, los sindicatos no se fían. No desconvocarán el paro sin un compromiso firme del Ayuntamiento por escrito.
Éste no es el único problema que sufren los trabajadores de la estación. Los empleados «están vendidos» cuando hacen turno de noche, dice a 20 minutos el sindicato UGT.
El Ayuntamiento suprimió la vigilancia privada. Y ahora la obra del tranvía ha abierto una agujero en uno de sus muros, por el que se puede colar cualquiera sin que nadie se dé cuenta.
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