De vinos por el norte argentino

  • El noroeste de Argentina ofrece multitud de atractivos naturales para el visitante más allá de Buenos Aires, La Pampa y la Patagonia.
  • Las provincias de Salta, Tucumán y Jujuy reúnen atractivos naturales, culturales y gastronómicos para recibir al turismo.
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Panorámica de Salta capital desde su teleférico.
Panorámica de Salta capital desde su teleférico.
N.M.S. / IMPROTUR
Panorámica de Salta capital desde su teleférico.

Sin el glamour de la capital, Buenos Aires, ni la popularidad mediática de otras regiones como La Patagonia y La Pampa, el conocido como noroeste argentino se está ganando un merecido hueco en el panorama turístico de Sudamérica. Y no es para menos. Las provincias de Salta, Tucumán y Jujuy reúnen atractivos naturales, culturales y gastronómicos más que suficientes para suponer, por sí solos, un motivo de visita sin necesidad de recorrer otras zonas del país. A lo largo de una superficie equivalente a la mitad de España, el viajero se encuentra con infinidad de paisajes trufados de viñedos, climas extremos y una Argentina que conserva gran parte de las tradiciones.

Regiones llenas de un sabor único.  El tópico del argentino porteño se diluye y desdibuja en el noroeste del país. Allí aún pesan más las raíces indígenas, y la pachamama (la madre tierra) se hace presente tanto en el día a día de sus ciudadanos como en aquellos que visitan estas provincias, limítrofes con Bolivia y Chile. Extremadamente acogedores y orgullosos de su tierra, los habitantes de Salta, Jujuy y Tucumán se vanaglorian de producir muchas de las mayores delicias gastronómicas de Argentina. Allí se pueden degustar, por ejemplo, las mejores empanadas –imprescindible probar las de carne de llama y las de queso de cabra– y pantagruélicos asados –típica parrilla argentina– con cortes de carne poco comunes en España.

Capítulo aparte merecen los platos de raíz indígena, tales como las humitas –una especie de puré de maíz condimentado y envuelto en hojas de maíz hervido–, los tamales –un emparedado de carne– y el locro, un tipo de potaje elaborado con maíz. Cualquier lugar es bueno para disfrutar de estos manjares, pero si hay un sitio especialmente indicado ese es una peña, local típico de estas regiones en las que se come, se bebe, se canta y se baila al son de música tradicional en directo.

De la yunga a la quebrada. Salta, Jujuy y Tucumán ofrecen al visitante mil y un paisajes distintos con los que maravillarse. Es imposible no estremecerse ante la inmensidad de los valles calchaquíes, una planicie de montaña plagada de viñedos que se extiende a lo largo de más de 500 kilómetros entre Salta y Tucumán. Tampoco conviene dejar de visitar, cerca de allí, las yungas argentinas, un largo y abrupto territorio con una extraordinaria densidad vegetal.

Los fuertes contrastes son una norma en el noroeste argentino, y así en la vecina Jujuy pasamos en pocos kilómetros de la sinuosa quebrada de Humahuaca –y las espectaculares rocas multicolor del Cerro de los Siete Colores– al más terrible y simple de los desiertos: las Salinas Grandes, a casi 3.500 metros de altura. Para no perderse es el Parque de Los Cardones, un gran 'bosque' con miles de cactus de alta montaña, algunos con más de 10 metros de altura.

Aventura y contacto con la naturaleza.  El noroeste de Argentina mantiene a flor de piel el contacto entre naturaleza y civilización. No es de extrañar que por eso las actividades de aventura y al aire libre sean algunos de los platos fuertes en las tres provincias. No faltan los puntos de información turística donde nos recomendarán la opción que mejor se adapte a nosotros, pero son especialmente recomendables las rutas a pie o en bicicleta, los paseos a caballo –allí los llaman cabalgatas– y el descenso de rápidos en canoa. Los más audaces deberían probar, además, los vuelos en parapente en alguno de los extensos valles tucumanos.

Si lo que busca es cultura, tampoco saldrá decepcionado. A los innumerables restos arqueológicos de los antiguos pobladores de estas tierras –imprescindible visitar las ruinas de Quilmes y el Museo de la Pachamama, en Tucumán– se unen monumentos tan simbólicos como la Casa Histórica de la Independencia, en San Miguel de Tucumán, donde en 1816 Argentina se proclamó país independiente.

La Argentina que toca el corazón de Los Andes

En el conocido como norte argentino –que incluiría también las provincias de Catamarca y Santiago del Estero–, que ocupa una extensión similar a toda España, apenas habitan 4,5 millones de personas. La región limita con Chile, Bolivia y Paraguay, y la influencia andina se deja sentir en todos los ámbitos.

Las dos principales ciudades de la zona, Salta capital y San Miguel de Tucumán (ambas superan el medio millón de habitantes) están situadas a 1.590 y 1.250 kilómetros de distancia, respectivamente, de Buenos Aires. La región cuenta con seis aeropuertos y 45 parques nacionales y áreas protegidas.

Blancos y tintos

Argentina se ha ganado en pocos años fama mundial como productor de grandes vinos. Menos famosos que los vinos de Mendoza, estas son algunas joyas del norte del país:

'Siete vacas'. Un blanco con premio. Elaborado con uva autóctona (variedad torrontés), fue galardonado en 2011 como uno de los mejores del país. Tienda web: www.bodegalasarcas.com.ar

'Finca la punilla', de producción selecta. Este tinto de uva malbec se elabora en un pequeño y selecto viñedo situado en la región del Valle de Cafayate. Tienda: labodegadecafayate.com

'Zaha', un tinto para ‘gourmets’. Esta joya de la provincia de Mendoza es considerado uno de los mejores malbec del mundo. Toda una experiencia. Tienda web: aldosvinoteca.com

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