Dina Goldstein fotografía la vida imperfecta de Barbie y Ken

  • El proyecto explora "el verdadero yo" del novio de Barbie, hasta ahora "oculto" por las presiones sociales.
  • En una mezcla de humor y dramatismo, B. trata de ignorar los cambios que se producen en su novio K. hasta que la evidencia es demasiado fuerte.
  • La artista muestra la complejidad del individuo y los retos personales con los que tiene que lidiar, incluso cuando su vida parece perfecta.
'Affair', una de las fotos del proyecto
'Affair', una de las fotos del proyecto
© 2012 Dina Goldstein / In the Dollhouse
'Affair', una de las fotos del proyecto

En las imágenes de In the doll house (En la casa de muñecas) se palpa la tensión. Ken decide desayunar con unos zapatos rosas de tacón, por las noches lee revistas femeninas y cuando se duerme sueña lo mismo que Barbie, que lo rescata un valeroso soldado: "K. por fin expone su verdadero yo. Ha estado esclavizado por las expectativas sociales y ahora ha encontrado el coraje de salir y revelarse al mundo".

Dina Golstein, residente en Vancouver (Canadá), explora en un proyecto fotográfico los problemas que surgen tras años de convivencia entre la muñeca Barbie y su eterno acompañante Ken, a los que se refiere por sus siglas.

La fotógrafa narra en imágenes una historia que resulta cómica por la popularidad de los personajes, pero que encierra otros significados: "Este mundo es muy complejo y todos tenemos que lidiar con desafíos. Lo que puede parecer perfecto por fuera, seguramente no lo sea".

Barbie se corta la melena

En la piel sin imperfecciones de los protagonistas se distinguen las líneas que separan las extremidades del cuerpo. Sus expresiones contenidas y la esterilidad rosa que los rodea añaden un dramatismo de plástico a las escenas. Durante la transformación de Ken, su célebre novia intenta ignorarlo, hasta que ella lo descubre en el dormitorio con un amante. En la siguiente foto, vestida de hombre, Barbie se corta de modo impulsivo  la melena y después se desencaja la cabeza.

Goldstein nunca fue muy aficionada a las barbies —"Me pasaba el día fuera, cazaba bichos y me subía a los árboles", confiesa— pero cuando sus hijas empezaron a jugar con la famosa muñeca, ella comenzó también a prestarle atención.

Aunque no ve a la Barbie como una mala influencia para las niñas, "porque tienen a adultos que pueden exponerlas a la literatura, el arte y la cultura para enseñarles lo que realmente importa en la vida", sí observa que "representan la idea de que la belleza es poder y, por tanto, la clave para una vida feliz".

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