Si su comunidad de vecinos necesita dinero, quizá deba saber que el alquiler de la fachada, la azotea o la medianera de un edificio para insertar publicidad puede hacer ganar hasta 30.000 euros mensuales.

Para colocar un anuncio en la fachada tiene que ser aprobado por un mínimo de tres quintas partes de los propietarios y hay que contar con una licencia del Ayuntamiento En unos tiempos en los que las dificultades económicas obligan a agudizar el ingenio, la empresa de administración de fincas y comunidades de propietarios LDC ha elaborado un informe sobre las posibles fuentes de ingresos a las que podrían acudir las comunidades de vecinos para recaudar más dinero, como la ya comentada de la publicidad exterior o la instalación de una antena en la azotea.

Así, las empresas buscan fachadas en avenidas principales, esquinas o localizaciones de gran tránsito de vehículos o viandantes donde insertar sus anuncios, pues la publicidad exterior tiene un fuerte impacto en las personas ya que lo ven, de media, durante 7 segundos.

Pero no hay que olvidar que para colocar un anuncio en la fachada se necesita la aprobación por parte de un mínimo de tres quintas partes de los propietarios y una licencia que expide el Ayuntamiento tras comprobar la seguridad del soporte.

Otra opción, aunque más polémica, es la de colocar una antena de telefonía móvil en la azotea del edificio, que tiene las mismas exigencias legales, aunque menos beneficios económicos que se cifran en más de 10.000 euros anuales, según el tipo de edificio, su ubicación en la ciudad (centro o extrarradio), si esta es grande o pequeña, etcétera, según el informe.

Sin embargo, puede que los propietarios no estén de acuerdo con esta instalación por el temor a la exposición a las ondas y campos magnéticos, por las molestias que causa el cableado o por el calor que despiden los aparatos de recepción de señal.

¿Que la antena no convence? En la azotea también se pueden instalar placas fotovoltaicas, que generan energía para la comunidad e incluso un excedente susceptible de venta a la empresa gestora, con lo que las comunidades obtienen un doble beneficio: ahorrar en el consumo y ganar unos ingresos extra (con las consiguientes obligaciones fiscales y administrativas).

Si ninguna de estas idas satisface, siempre queda la opción de alquilar la vivienda del portero o locales comunitarios (piscinas para clases, pistas de tenis o pádel para torneos...), que no tienen tarifas preestablecidas y para los que también se necesita la aprobación de tres quintas partes de los propietarios.