Andrés Barba: escritor, brillante y treintañero

El escritor Andrés Barba.
El escritor Andrés Barba.
JORGE PARÍS
El escritor Andrés Barba.

No lo busques en Facebook, ni en Twitter, ni te molestes en seguir sus pasos a través de su web. No tiene. "Porque me da cierta vergüenza y por indolencia, también. Internet te gasta mucha energía, sobre todo estar pendiente de lo que se dice de ti. Si estuviera en eso no tendría tiempo para escribir".

Es justamente lo que lleva haciendo 10 años, si exceptuamos "la jornada garbancera de traductor". Tuvo Facebook, pero se dio de baja, aunque cayó en la tentación "de espiar fotos y perfiles de gente que ni conocía": "Una de las fantasías humanas es mirar impunemente". Pero Andrés Barba siempre tiene una reflexión profunda a mano, e hila ese argumento con otro: "Por eso espiar todo el tiempo que quieres el rostro de la persona a la que quieres es uno de los privilegios del amor".

Es uno de los 22 jóvenes escritores más importantes en habla hispana según la prestigiosa revista británica Granta. Es crítico, sesudo, habla a balazos, dispara argumentos en cada frase, aunque estemos hablando del tiempo. Parece superdotado. No se lo digo por si se acaba la conversación.

Si le preguntas una frivolidad, resopla, se le aprieta la mandíbula, se revuelve en la silla. Es difícil acercarse a él y muy fácil a lo que él piensa. No hay rastro de nada políticamente correcto. No hay ni huella de complacencia. Como en su literatura, calificada por algunos como cruda o incluso cruel. Él dice que sobre todo habla de amor.

Por ejemplo, su último libro (Ha dejado de llover), con el que está "satisfecho", y eso, según confiesa, es raro en él, va sobre una pareja que no se entiende. Que tiene un hijo por accidente. Que no es capaz de confiar ni de conectar: "El amor está flotando en todo, es el tema que nadie puede resolver y que a todos nos interesa resolver. Es sentir la soledad ajena con la misma congoja que la propia. Y, como un cielo nublado que se despeja, de repente lo podemos comprender y es el fin del conflicto".

Ha vivido en EE UU, Italia... "Me di cuenta de que quería salir de España para tener otra perspectiva y tener la sensación de que no hay verdades unívocas. Casi siempre es sostenible una opinión y su contraria". Eso es lo que plantea en sus libros, situaciones juzgables a priori, pero la trama te lleva a comprender lo que parecía un comportamiento reprochable.

Por ejemplo, en su libro Agosto, octubre es verano, hay un grupo de adolescentes, hay una violación... Y en realidad nadie parece una mala persona: "La literatura no aplica patrones a lo real. Te hace comprender que hay que juzgar individualmente, en contexto. No se le puede pedir eso a la ley, pero sí a la sociedad. La literatura activa la capacidad de pensar y desactiva el juicio".

"Creo que la crisis nos está sentando bien"

Ahora está escribiendo una novela sobre una mentirosa. También tiene en mente escribir sobre la disciplina férrea de las gimnastas. Así son sus historias, llenas de aristas, ternura y conflictos. Así es la vida.

¿Y cómo se ve España desde Argentina, donde vive ahora? "Veo desánimo. Hay un pesimismo fatalista en la izquierda y un autoritarismo fatalista en la derecha. Sin querer ser salvaje, creo que la crisis nos está sentando bien en algunos aspectos, porque despierta la conciencia de la clase media. El mundo que creían no existe, está basado en la codicia de los poderosos, pero también en la codicia de la clase media, que quiere tener dos coches, dos casas...". Y el último y brillante perdigonazo: "El primer mundo cree que todo el mundo se limpia el culo con papel higiénico, pero ni es así ni sería sostenible".

Nada impersonal

  • Vive en Argentina por amor, pero nació en Madrid en 1975. "Fui a Buenos Aires y me enamoré de una chica, Carmen. Desde hace un año vivo allí".
  • Traduce obras del inglés, y ahora está trabajando en el guión para un largo con un amigo ("que no te puedo decir quién es porque es secreto"). Estudió Filología Hispánica y Filosofía. También hace trabajos periodísticos para algunas revistas.
  • Si no lee o escribe hace fotografías, es una de sus grandes aficiones. También toca la guitarra eléctrica. Sabe de música clásica. Eric Satie es su compositor preferido.
  • Una canción recomendable, The Pirate’s Gospel, de Alela Diane. Además de novelista, Barba también traduce, escribe guiones y tiene una vertiente de fotógrafo.
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