Doña Casilda, tras los árboles

Más de 25 especies exóticas de árboles adornan el céntrico parque de Bilbao. Es un pequeño jardín de botánica.
Acacia blanca. También llamada falsa acacia o robinia, en memoria de Jean y Vespasien Robin, naturistas franceses del XVII. (Begoña Hernández)
Acacia blanca. También llamada falsa acacia o robinia, en memoria de Jean y Vespasien Robin, naturistas franceses del XVII. (Begoña Hernández)
Acacia blanca. También llamada falsa acacia o robinia, en memoria de Jean y Vespasien Robin, naturistas franceses del XVII. (Begoña Hernández)
El Parque de Doña Casilda ha crecido hacia lo ancho y hacia lo alto. Tras la última gran modificación, estrenada antes de verano, tiene una superficie de 85.000 metros cuadrados, en los que se pueden encontrar más de 25 especies de sugerentes especies arbóreas y más de 700 arbustos. Los árboles hacen crecer el parque hacia el cielo y nos permiten contemplar especies ajenas a nuestra geografía. Cedros de Himalaya, abedules morales de la China, naranjos amargos, laureles, magnolios, falsos pimenteros, tejos, tilos, ciruelos rojos o laureles son algunos de los ejemplares que se pueden descubrir en este auténtico parque botánico en pleno centro, tal y como se recoge en el libro Parque Doña Casilda de Iturrizar, de Mikel del Reguero.

En medio de la jungla de asfalto, el parque  ayuda a purificar el aire y crea una cortina contra el sonido estridente del tráfico. Y aunque todas las aves fueron confinadas a una granja, por miedo a la gripe aviar, Doña Casilda sigue siendo el parque de los patos. Se creó de  1912 a 1920, entre el arquitecto Ricardo Bastida y el ingeniero agrónomo Juan de Egiraun. Antes fue conocido como el Parque de Bilbao o Parque de las Tres Naciones, hasta que trasladaron al lugar el monumento a Doña Casilda, viuda de don Tomás José de Epazla, uno de los fundadores del Banco de Bilbao.

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