No es como las demás heladerías. Uno se da cuenta cuando percibe, a través de la vitrina, la textura de los helados y la originalidad de las propuestas. Té con menta, fruta de la pasión, panna cotta, piñones, sandía o higos. Hasta 40 sabores en verano, la mitad en invierno, todos ellos para chuparse los dedos. El secreto: una larga tradición italiana y unos ingredientes de primera calidad, todo elaborado de la forma más artesanal, y con el mayor mimo del mundo por Nicola Amalfitani, el dueño y maestro.El local abrió sus puertas hace 3 años, pero el pasado septiembre cambió de ubicación y se dotó de un salón donde disfrutar tranquilamente de sus exquisiteces. «El próximo verano», comenta  Amalfitani, «abriré la terraza, porque aquí en España, a diferencia de Italia, es fundamental para el cliente».