Este verano, una peculiar sequía recorre las clínicas de fertilidad británicas: No hay esperma. Es número de donantes ha descendido de forma drástica y ahora el esperma se tiene que importar de España, EEUU y Dinamarca.

Según publicó ayer el diario The Independent, la escasez ha sido calificada de "crisis nacional" y muchas clínicas de fertilidad han tenido que cerrar sus puertas o rechazar pacientes por la falta de esperma.

El anonimato ya no existe

La crisis tiene su origen en una nueva ley que el año pasado rompió con el anonimato para los donadores: A partir de este año, los niños que nazcan de tratamientos de fertilidad tienen el derecho de conocer quién fue su padres biológico cuando alcancen la mayoría de edad.

Si cada donación de esperma puede servir para diez tratamientos, eso significa que, al menos teóricamente, un donador puede encontrarse dentro de 20 años con 50 jóvenes tocando a su puerta, deseando conocer al hombre que puso su semilla en el proceso.

La ley también ha prohibido la compraventa de esperma; esa paga ha sido sustituida por reembolso de gastos que apenas alcanzan para pagar el bus o el taxi que llevará al donante a la clínica.

Sólo un donante para toda Escocia

Ello ha llevado a la caída en picado del número de donantes: ahora sólo se reclutan unos diez nuevos donantes al mes.

Ahora mismo, en toda Escocia hay un sólo donante en activo. Con las actuales existencias, muchas parejas tendrán que esperar hasta cinco años por esperma para el tratamiento de fertilidad.

Varios grupos que respaldan a las parejas que necesitan tratamientos de fertilidad han hecho un llamado al Gobierno para que deshaga los cambios en la ley o impulse una campaña nacional para promover la donación de esperma.