No es banal que con el clima que reina entre las dos principales fuerzas políticas nacionales se dé tanto consenso en una región en la que son hegemónicas. Cierto es que todo indica que en las próximas elecciones regionales no habrá sorpresas: se mantendrá la actual relación de fuerzas –con la segunda a buena distancia de la primera– y sin que surja ningún tercero en discordia. Puede también influir que ambos líderes sean personas pacíficas y cuyo peso en la política de sus partidos es muy leve. Como nada une más que un enemigo común, el acuerdo llega al máximo frente a las pretensiones alavesas de integrar el condado de Treviño. Defensa cerrada a la que se suman partiditos sin gran representación, pero con pretensiones regionales.
Bien está lo que bien acaba
Herrera y Villalba no cabían en sí de alegría por la modificación del Estatuto de Castilla y León, en la que se afina un poco la redacción y ganamos una lengua más (castellano, leonés y –sorpresa– gallego).
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