Protocolo Vaticano

Escribo esto a las 14.30 de la tarde en un área de servicio cercana a Valencia, de vuelta de viaje.
La temperatura es sofocante y me imagino a las señoras con los hombros cubiertos y mangas abrochadas. Soportando «la calor» como un castigo divino. Eso sí, no podrán ir con teja y mantilla ni con elegante pamela para llevar al menos un poco de sombra a la solemne plegaria. Y los caballeros: si van elegantes pero informales, como en la copla de La Martirio, habrán de llevar manga larga, a lo sumo con una vuelta, que las vueltas las carga el diablo y el demonio aprovecha esos repliegues del ropaje para esconder el rabo. El Papa exige estos sacrificios. Pero cualquier estrella del espectáculo tiene sus exigencias. Avisados quedan los fieles.
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