Apenas un parpadeo, y todo parece ser diferente: el chico duro y de mirada orgullosa se ha transformado en otra persona. ¿Y ella? Lo mismo, pero exactamente al revés. La dulce y angelical muchacha quizá parezca más seria, dura y amenazadora que hace un segundo. Tal vez. O, quizá, no.
¿Confusión, magia, reflexión, humor? Un poco de todo. Una propuesta, la de la fotógrafa canadiense Hana Pesut, que, a través de su proyecto Switcheroo, juega y construye, indaga y nos interroga sobre la identidad y sobre prendas, sobre cómo somos por dentro, cómo se nos ve desde fuera y cuán importante es qué nos ponemos encima.
"La verdadera masculinidad y femineidad consisten, solo, en sentirte a gusto en tu propia piel". Lo dijo el actor Vincent D'Onofrio, y las fotografías de Pesut (en las que puede aparecer cualquiera que ande por Los Ángeles y Vancouver) muchas veces lo confirman. Visiten la web de la artista: la dignidad de los retratados no parece, muchas veces, depender de una minifalda sobre unas piernas peludas, sino de una mera cuestión de actitud.
Otra pregunta, relacionada con estas cuestiones: ¿no sugerirá la fotógrafa que ya nada importa?, ¿que las fronteras de lo masculino y lo femenino, más permeables durante las últimas décadas, son también cada vez más difusas en lo que respecta a la ropa? El diseñador Ángel Schlesser cree que "algo tendrá que ver, pero es el simple utilitarismo el que ha hecho que las prendas se asemejen más. En otras épocas, los adornos o los volúmenes diferenciaban más la ropa de ambos sexos. Ahora, la mayor parte de los tejidos y los colores son intercambiables por una cuestión de practicidad".
Está claro, pues: hay muchas prendas, cada día más, compartibles, pero no todas lo son. Y Schlesser pone palabras a una sensación que también expresa Pesut: "Más allá de sexos y ambigüedad, las prendas masculinas favorecen más a la mujer que al revés. Una prenda de hombre sobre una mujer puede potenciar su femineidad, pero es difícil que pase lo mismo con un hombre. Aunque, a la postre, el sexo no viene dado por la ropa, sino por la persona".
Bosques, playas, jardines o urbanizaciones son el escenario de las transformaciones de Pesut. Ahora les toca a ustedes: en el metro o en el autobús, en la calle o incluso en su propia oficina, alcen la vista, miren a su alrededor y pregúntense: ¿qué tal me quedaría ese escotazo? ¿Y esa viril camiseta rockera? Quizá aprendan algo de los otros. Quizá descubran cosas en ustedes mismos. O quizá, es más que probable, al menos pasarán el rato a la espera de preocupaciones más urgentes que, seguro, los acecharán en lo que les quede de día.
Intercambio de vestimenta
María y Marcos, Marcos y María recrearon para 20 minutos el experimento de la fotógrafa canadiense Hanna Pesut. Lo hicieron en las calles del barrio madrileño de Malasaña, donde demostraron lo sutiles que pueden llegar a ser las diferencias entre sexo, identidad y vestuario.
Marcos fue víctima de nuestro experimento: intercambiar la ropa con su amiga María. Y, en su opinión: "Fue divertido, lo volvería a repetir. Es curioso cómo una cosa tan cotidiana como la ropa puede cambiarte por completo. Verte de mujer, con un niño en brazos y tacones impresiona... Más allá de Miguel Bosé, no he visto a hombres con falda: para mí es traumático, pero es normal que ellas se pongan vaqueros y camisas de cuadros".
Envía tus fotos a zona20@20minutos.es o súbelas a Twitter con el hashtag #cambioropa20m
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