La sensualidad de Gustav Klimt unida a la delicadeza del papel

  • El museo Albertina de Viena inaugura una exposición con 170 de sus dibujos.
  • La colección de sencillos apuntes destaca por la maestría con que Klimt capta matices con tan solo unos trazos.
  • Las mujeres subyugantes de sus lienzos, con rostros acentuados por un fondo difuso e inacabado, protagonizan muchos de los bocetos.
Ilustración de Klimt realizada entre 1897 y 1898
Ilustración de Klimt realizada entre 1897 y 1898
Gustav Klimt - © Privatsammlung, courtesy Galerie St. Etienne, New York
Ilustración de Klimt realizada entre 1897 y 1898

Entre la colección de obras cuidadosamente escogidas por el museo Albertina de Viena, los bocetos de Gustav Klimt (1862-1918) -mínimos o de gran tamaño- conservan la misma atmósfera que supo reflejar el artista en los cuadros. Los cuerpos de sus famosas mujeres posan en posturas ni siquiera permitidas en el pensamiento de la sociedad burguesa austriaca de finales del siglo XIX, que censuró las obras del artista.

El Albertina de Viena (Austria) inaugura el próximo miércoles Gustav Klimt. Die Zeichnungen (Gustav Klimt. Los dibujos), una antología de apuntes, obras esquemáticas y bocetos que funcionaron como versiones previas de sus cuadros de personajes femeninos, motivos geométricos y pan de oro.

En cartel hasta el 10 de junio y organizada para celebrar los 150 años del nacimiento del pintor austriaco, la muestra presenta 170 trabajos procedentes del catálogo del museo y de colecciones privadas de todo el mundo.

La maestría de la línea

La delicadeza del papel y la sencillez de los trazos acentúan la condición frágil y sensual de los dibujos. El cuadro más famoso del pintor Der Kuss (El beso) se convierte en un abrazo lleno de círculos y sencillas volutas que adivinan la explosión de color del óleo. Los rostros de las modelos tienen la expresión perversa y misteriosa que Klimt les otorgaba, acentuada por un entorno difuso.

Desde sus inicios puramente realistas al universo artístico que desarrolló después, las obras -a carboncillo, tiza, lápiz y a veces tinta, acuarela y dorados- afirman la maestría con que manejaba la línea, consiguiendo complejos efectos con muy pocos elementos.

La muestra amplía la visión colorista que se suele tener del pintor e indaga en las obras más íntimas de un artista que no hablaba casi nunca de su trabajo: "Quien quiera saber algo sobre mí (...) tendrá que mirar atentamente a mis pinturas y allí tratar de conocer lo que soy y lo que quiero".

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