Coimbra, cuna del fado

Sus calles son el reflejo de la intensa vida universitaria de una ciudad que suena a tradición, pero fascina por la modernidad de sus gentes.
El atardecer y el reflejo de Coimbra en el río Mondego es el secreto para obtener la mejor instantánea.
El atardecer y el reflejo de Coimbra en el río Mondego es el secreto para obtener la mejor instantánea.
Antonio Sacheti
El atardecer y el reflejo de Coimbra en el río Mondego es el secreto para obtener la mejor instantánea.
«Tiene más encanto a la hora de la despedida». Así cantan a Coimbra, ciudad  portuguesa que alumbró el fado. Venerada por sus años de historia, rejuvenece año tras año por la savia nueva de los universitarios que la habitan.

Conserva el encanto que tenía cuando los estudiantes entonaban canciones sobre sus amores, recuerdos o noches en vela, entre los muros de su universidad, una de las más antiguas, fundada en 1290. Hoy esta estampa se repite, El fado de los doctores es su mejor seña de identidad.

Además del conjunto arquitectónico de la universidad,  Quinta das Lágrimas, convertido actualmente en un lujoso hotel y antaño escenario de una trágica historia de amor, es uno de los lugares de visita obligada.

El recorrido por el Arco de Almedina, la catedral vieja, la iglesia de Santa Cruz o el colegio de San Agustín, desde el que se observa una parte de la muralla casi intacta, dan cuenta de su riqueza arquitectónica. Puede completarse con un paseo por la ruta judía, que pasa por la Judería Vieja y Nueva y la Fuente Nova.

No se puede abandonar la ciudad sin visitar el Penedo da Saudade, desde donde se puede tener una vista privilegiada de Coimbra y el río Mondego, unas compras por la zona de la Baixa y un descanso bajo la espectacular bóveda del café Santa Cruz .

Un modo de vida

Las repúblicas, residencias de estudiantes que datan del siglo xiv, llaman la atención de los turistas que se acercan hasta Coimbra. En estos lugares, por los que han pasado eminentes representantes del movimiento estudiantil en Portugal, la nota predominante es el respeto a las normas democráticas de su funcionamiento. Las 30 repúblicas de Coimbra se organizan en ministerios, y cada uno de los miembros de estas residencias reciben alguna de las ‘carteras’ en las que se organiza su funcionamiento. Destacan los mensajes y dibujos de sus fachadas pintorescas –objetivo de los flashes de los visitantes–, el ambiente de respeto, libertad y democracia por el que se rigen y el espacio de debate y fomento de la creatividad y las expresiones artísticas que llevan a cabo en ellas.

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