El alumno sordo pide a Educación que "reconsidere" su postura para tener "las mismas oportunidades" que sus compañeros

Ignacio Portilla, el estudiante sordo de 20 años de un módulo de FP de Santander, ha pedido a la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria que "reconsidere" su postura de no facilitarle un intérprete.

Ignacio Portilla, el estudiante sordo de 20 años de un módulo de FP de Santander, ha pedido a la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria que "reconsidere" su postura de no facilitarle un intérprete.

La Consejería justificó este martes que su demanda no podía ser ser atendida por tratarse de un alumno matriculado en una etapa postobligatoria (en concreto, un Ciclo Formativo de Grado Medio de Informática), y también en que así lo desaconsejaban informes técnicos.

En respuesta a esta petición, el propio Portilla ha explicado que lo único que pretende es tener "las mismas oportunidades" y poder seguir las clases "en igualdad de condiciones" con sus compañeros.

"Estoy convencido de no se han parado a pensar cómo se siente una persona en un aula sin enterarse de nada. Tampoco han pensado en que no puedo estar todas las horas esforzándome en leer los labios a los profesores o a los compañeros, que entender palabras sueltas no me ayuda a asimilar las explicaciones completas, o que por ejemplo, en las horas de taller, cuando realizamos el montaje y mantenimiento de ordenadores y el profesor habla mientras señala los objetos que hay en el ordenador, no veo sus labios", expresa.

"Igualmente, si el profesor se pone de espaldas o se aleja, tampoco veo sus labios, y cuando mis compañeros preguntan en clase o hablan rápido y no me miran de frente, ocurre lo mismo. Todo esto se resolvería si tuviera un intérprete", ha lamentado.

Además, ha negado que no pueda disponer de un intérprete por estar matriculado en enseñanza postobligatoria, afirmando que en otros comunidades autónomas del país sí se hace, incluso en las carreras universitarias. Y

"¿Por qué yo no? Si la ley apoya mi libertad a elegir la utilización de la lengua de signos en los distintos ámbitos de mi vida sin que se me pueda imponer un modo de enseñanza basado única y exclusivamente en el lenguaje verbal y la lectura labial, ¿por qué se me sigue negando este derecho?", inquiere Ignacio Portilla.

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