Divorciada, 43 años, a Iris Lucía Cárdenas la empujó a cruzar el charco desde Argentina la desesperación.Llegó a Barcelona el 2 de agosto de 2005, convencida por una compatriota que le prometió un empleo «que aquí no me pudo ofrecer» y se vio en la calle, sola y sin más empuje que su amor de madre. «Me fui a una pensión que me recomendó Cruz Roja» y allí logró entrar en contacto con los servicios sociales. «En esos momentos te hundes» recuerda Iris, pero aconseja que «siempre debes apostar por la vida» como ella decidió, hasta dar con personas como Lola, Carmina o Gemma, educadoras sociales responsables de programas de inclusión. Pronto compartió pisos de inclusión con otras familias y mujeres en situaciones similares, supervisadas por la administración, y pudo iniciar su reinserción laboral «con pequeños trabajos» que la ayudaron a empezar con el ahorro, una de las claves del programa de inserción.