Debilidades

I.Z. Delinear un proceso que mezcla lógicas diversas y hasta enfrentadas, espacios políticos no siempre armónicos, agentes o sujetos de naturaleza y legitimidad muy diferentes, etc. Manejar con alguna coherencia y con voluntad de previsión estos elementos es complicadísmo.

F.U. Muchas: el precio a pagar por acelerar el proceso; condiciones a aceptar; consecuencias políticas. Espartero fue Príncipe de la Paz, ¿corresponde ahora esa oportunidad a alguien? ¿El adversario podrá tolerarlo? ¿Los terroristas se irán sin nada?

G.C. La reconciliación y el perdón. Hay más muertos por ETA, pero también de ETA. Si se pide perdón, deberán ser ambas partes. Será difícil, pero hay que reconstruir una memoria del terrorismo abriéndonos al sufrimiento de quienes también han vivido experiencias traumáticas en el lado abertzale.

Amenazas

I.Z. La cultura política del nacionalismo radical, que ve la acción política en términos de ruptura, se sitúa muy lejos de los parámetros de la acción política normalizada: paciencia, reconocimiento, realismo... Esta cultura poco democrática ha sido socializada por ese mundo.

F.U. Que pase lo de siempre. La más nimia interferencia o desencuentro puede devolver la violencia y hacer imposible la negociación. Para los terroristas, volver a las andadas ante la mínima contrariedad es una tentación. Ocurrió en otros casos.

G.C. El tiempo, del que dependerá que el sector más radical de ETA quede desactivado y abandone tentaciones como las del IRA Auténtico en 1998 cuando asesinó a 31 personas. Además, las inclinaciones de los interesados en que el terrorismo se perpetúe y en torpedear el proceso. Éste depende de muchos actores y urge despolitizarlo, blindarlo de manejos electoralistas o fanáticos.

Fortalezas

I.Z. Tres años sin asesinatos hacen inviable la vuelta atrás; un Gobierno decidido a culminar el proceso, más allá de errores, manteniendo el máximo acuerdo entre partidos democráticos; una sociedad con un compromiso razonable por la paz.

F.U. El agotamiento de los terroristas, acosados por policías, jueces y estados de opinión. Saben que cada día es más difícil actuar y sobrevivir. Es muy probable que las últimas detenciones fueran determinantes.

G.C. La inutilidad de la lucha armada con fines políticos, derrotada por el valor de la palabra. Es la única manera de fortalecer lazos humanos en esa parte de la sociedad vasca atenazada por la primacía existencial del «pueblo» y tibia al horror ajeno ya que, en su subconscien te, el terrorismo simboliza la respuesta colectiva a una amenaza. Será lento, pero el sentimiento de hastío y de paz es más poderoso.

Oportunidades

I.Z. La apertura del proceso es la mejor al permitir, por primera vez en décadas, desarrollar nuestras vidas en todas sus dimensiones (personal, política, económica...) en contexto de ausencia de violencia.

F.U. Zapatero entendió hace tiempo que tenía la oportunidad de concluir 30 años de violencia etarra. Tenía datos y confianza; los terroristas están agotados, dejaron de matar hace casi tres años. Todos los presidentes tuvieron sentimientos similares y lo intentaron.

G.C. La normalización de una sociedad dislocada políticamente pero ansiosa por aprovechar la ocasión. Beneficiará a los amenazados por ETA y a los vascos con dificultades para empatizar con el ‘otro’ y con España. Es una gran ocasión de desterrar la dualidad de «nosotros y ellos».

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