Juan López de Uralde, Juantxo, el candidato de Equo,  no hace política de despacho. Serpentea las calles de Madrid en busca del voto para contrarrestar la decisión de la Junta Electoral de excluir a Equo de la televisión pública. La visibilidad es su última baza para conseguir grupo parlamentario.

No les está resultando fácil transmitir su mensaje: carrera a contrarreloj para conseguir avales, problemas para emitir la campaña en tv...

La dificultad real que hemos sufrido para poner en marcha una nueva acción política es la metáfora de la mala salud democrática. Nunca hemos llegado al punto desesperante de abandonar el proyecto, pero el sistema está pensado para que nadie acceda a él. Sería una buena noticia que Equo entrase en el Parlamento para romper ese blindaje y refrescar el órgano constitucional. El veto de la Junta Electoral en la televisión –el organismo consideró que la candidatura no cubría el 75% del territorio– para poder obtener espacio publicitario ha sido duro. El obstáculo real es que la gente no nos conoce. Por eso hemos limitado nuestra campaña a Madrid. Para focalizar la acción en un punto y conseguir entrar en el Parlamento.

¿Y cuál es la estrategia?

Explicar nuestro programa. Hemos pulido mucho la parte económica. Queremos propulsar un modelo que no se base en el ladrillo. El PP ya ha anunciado que recuperará la política de 1998... Proponemos un giro en la actividad económica hacia sectores verdes, energías renovables, agricultura económica, movilidad sostenible...

¿Y esos sectores tienen potencial para generar empleo?

Absolutamente. La oficina económica del Gobierno cuantificó en 2,7 millones de empleo en la economía verde.

Aunque habría que recolocar a las personas vinculadas a sectores no tan verdes. El Foro Nuclear calcula que el sector da empleo a 30.000 personas...

No es verdad. Garoña da empleo a 300 personas y en España existen 10 centrales nucleares. Pero es un lobby muy fuerte y con una influencia bestial. Mientras ellos transmitían el mensaje engañoso de que el cierre de Garoña generaría un problema de empleo importante, se perdían 20.000 empleos vinculados a la energía fotovoltaica y nadie hablaba de ello. Será fácil redirigir el trabajo de las nucleares porque el sector renovable es el que genera más trabajo por kilovatio.

¿Simpatiza con el 15-M?

El movimiento ha sido una constante fuente de inspiración para Equo. Quisimos participar como partido en la manifestación del 15-M –ya entonces trabajábamos desde un diagnóstico común– pero dejaron claro que no querían vincularse a ningún partido. Hemos incorporado las principales propuestas a nuestro programa: regeneración democrática, listas abiertas, creación de herramientas para que la sociedad participe de la democracia...

Todavía defiende el activismo...

Por supuesto. Reivindico mi acción de Dinamarca –irrumpió en una cena de gala durante la fallida Cumbre de Copenhague en 2009–, aunque ahora me toque desempeñar otro papel. Pero es necesario: activismo agilizó el fin de la segregación racial, la lucha de las mujeres...

¿Hubiese votado sí al referéndum griego?

Fue un gesto valiente de reivindiación democrática. Desgraciadamente, los mercados, el poder, el capitalismo o como se llame eso, ha demostrado que no es posible hacer partícipe a la sociedad sobre medidas que afectan gravemente al pueblo.

Todo apunta a una mayoría absoluta después del 20N...

Y será un desastre. Nunca ha habido tanta concentración de poder en la democracia española. Pero no hay que tener miedo. Hay que rebelarse. Hay que votar. Hay que trasladar el mensaje de la calle a las instituciones. Y ahí estaremos para conseguirlo.