Francisco Saavedra Jiménez falleció el 17 de febrero de 2009 a los 68 años de edad. Desde entonces, su hija Susan y el resto de sus familiares están viviendo un auténtico calvario por culpa de la burocracia. "A día de hoy, todavía no hemos recibido el informe forense en que se detallan las causas de la muerte de mi padre", asegura Susan.

Tres meses antes, en noviembre de 2008, a Francisco le diagnosticaron un cáncer de colon, del que fue operado con éxito el 2 de diciembre de ese mismo año en el Hospital Insular de Gran Canaria. Tal fue el éxito de la intervención quirúrgica que el médico que les atendió aseguró a su familia que "podían dar las gracias a la Virgen del Pino".

A pesar de que habían logrado extirpar el tumor por completo, el cirujano derivó a Francisco al oncólogo "por protocolo". "Para evitar que se le reprodujera el cáncer, le recetó unas pastillas de quimioterapia muy suaves, según él, para que las tomase en casa durante dos semanas", explica Susan. Pasado ese tiempo, Francisco debería volver a la consulta para una revisión.

Sin embargo, cerca del final del tratamiento, su familia empezó a notar que Francisco se encuentra muy débil, con llagas en el cuerpo y diarreas de sangre. Acuden inmediatamente al oncólogo y, tras examinar al paciente, éste asegura que la medicina le ha producido "toxicidad". El médico le recetó Nolotil, Fortasec, suero y enjuague bucal y le citó para examinarle de nuevo tres meses más tarde "si Dios quiere".

"Esa misma noche mi padre se desmayó", recuerda su hija. "En urgencias del Hospital Insular nos dijeron que tenía los riñones parados y que necesitaba una transfusión de plaquetas, pero al no encontrarle una vía por la que realizarla, le subieron a planta", asegura Susan. Pero una vez en su habitación, la doctora que le examinó afirmó que la transfusión no era necesaria.

"No podíamos ni tocarle, nos decía que le dolía muchísimo", explica su hija. "Protestamos e insistimos de buenas maneras varias veces hasta que al final nos reunimos con la doctora y ésta nos dijo que éramos unas exageradas", afirma Susan. A pesar de todo, Francisco recibió morfina para el dolor y oxígeno para mejorar su respiración, dificultada por tener quemadas las mucosas debido a la toxicidad de la quimioterapia.

Esa misma noche, el 17 de febrero de 2009, Francisco Saavedra falleció debido a una parada cardiorrespiratoria provocada por sus dificultades para respirar, según les explicaron los médicos a la familia Saavedra en ese momento. Al día siguiente, Susan y sus familiares presentan una denuncia por "presunta negligencia" tanto contra el oncólogo que le recetó la medicación como contra la doctora de planta que atendió a Francisco.

Pero el calvario de la familia no terminó ahí. "Llevaron a mi padre al Instituto Anatómico Forense, pero no pudieron realizarle la autopsia hasta ese viernes porque el hospital no envió la documentación necesaria", se queja Susan. "Mi padre estuvo tres días en un congelador, como si no tuviera familia", lamenta.

Después, tras realizar los análisis toxicológicos, la conclusión del forense tiene que aplazarse de nuevo porque el centro hospitalario aún tiene que mandar los protocolos exigidos en este tipo de muertes. "Hasta junio de este año no enviaron los papeles que le pedía el forense", asegura Susan.

Sin embargo, a día de hoy, la familia Saavedra sigue sin tener una respuesta. "Ahora que todo el papeleo está solucionado, no sabemos a qué se debe este retraso", concluye Susan.

20minutos.es ha tratado de ponerse en contacto con el Hospital Insular de Gran Canaria pero no han ofrecido una respuesta.