Cayo Lara: "La gente no nos identifica con el poder, ni con el bipartidismo ni con la Gürtel"

  • El coordinador general de Izquierda Unida es candidato por su partido a la presidencia del Gobierno en las elecciones del próximo 20-N.
  • Asegura que ese día "muchos ciudadanos manifestarán su indignación".
  • "Vamos a pedir el voto a esa gente que quiere cambiar las cosas, pero que lo van a hacer votando nulo o votando en blanco; así no se cambia el sistema".
Cayo Lara, coordinador general de IU, en la azotea de la sede del partido en Madrid.
Cayo Lara, coordinador general de IU, en la azotea de la sede del partido en Madrid.
JORGE PARÍS
Cayo Lara, coordinador general de IU, en la azotea de la sede del partido en Madrid.

Coquetea con el 15-M y lo ha intentado también con Equo. Cayo Lara, coordinador general de Izquierda Unida, pretende que su coalición de izquierdas, a la que se han sumado doce formaciones, plante cara al bipartidismo de PP y PSOE el próximo 20-N en la era post Llamazares. Dice que los ciudadanos le ven como un "viento de esperanza" y se reconoce indignado y rebelde "con causa". Después de una sesión de fotos atípica en la azotea de la sede de su partido, advierte de que nada está todavía decidido sobre las elecciones, aunque reconoce que es escéptico con los sueños imposibles.

¿Se le puede llamar a usted, a estas alturas, rebelde y revolucionario?

Yo diría que rebelde con causa, podría ser una buena definición. La gente que nos rebelamos contra lo que no nos gusta, lo hacemos porque detrás siempre hay una causa...

¿O es un indignado?

Sí, antes de que sacara el término Hessel. Cuando hay injusticias en la vida se producen momentos de indignación, y creo que se han ido acumulando a lo largo de la historia. En este tiempo en el que estamos se han producido, si cabe, más razones para que la gente se indigne masivamente: es intolerable la dualidad entre ricos y pobres, entre la concentración de la riqueza en unas pocas manos y como a la inmensa mayoría de la gente se le van quitando, de alguna manera, los derechos sociales y las conquistas de tantos años. Hay muchos motivos.

¿Y muchas causas perdidas?

No hay causas perdidas. Hay que convertir la indignación en organización, en rebeldía organizada y en poder. A partir de ahí, se trata de que algún día tengamos un parlamento en el que la legislación no se haga al servicio de los poderosos ni de los especuladores, sino a medida de los ciudadanos. La sociedad debe y puede equilibrarse perfectamente, porque producimos riqueza suficiente. Hay cuatro grandes elementos que se pueden cubrir con mucha dignidad: la gente necesita un trabajo, un techo bajo el que cobijarse, sanidad para cuando se pone enferma y una educación para formarse y poder aportar unos conocimientos a la sociedad. Es posible si la gente se organiza y se compromete con el tiempo en el que vive.

¿Cree que el resultado de las elecciones está escrito?

No necesariamente tiene que estar todo el pescado vendido: las urnas están vacías. Otra cosa es que, efectivamente, ha habido unas elecciones autonómicas y municipales recientes y unos resultados determinados. Hay un partido socialista que ha renunciado a disputar el poder político a la derecha, porque ha aplicado políticas neoliberales y conservadoras que podría haber aplicado perfectamente un gobierno de derechas. Y con eso ha desencantado a mucha gente. Va a haber, probablemente, una línea de pensamiento de muchos que se están cuestionando qué decisión van a tomar con su voto. Y a pesar de que tenemos una ley electoral injusta, creo que vamos a ser mucha más gente la que vamos a optar por un proyecto de izquierda alternativo. No está todo decidido y creo que veré a muchos ciudadanos que manifestarán su indignación.

¿Y esos ciudadanos votarán a Izquierda Unida?

Creo que los votos vendrán de distintos sectores, pero fundamentalmente de una base social. No hay que olvidar que el PSOE tuvo 11 millones de votos en las últimas elecciones y una parte muy importante de esos votos son de gente que está defraudada, pero gente de izquierdas. Creo que nosotros vamos a recibir una parte importante de ese electorado de izquierdas, así como muchos votos de gente que quiere cambiar el sistema. Desde IU vamos a pedir el voto a esa gente que quiere cambiar las cosas, pero que deciden que lo van a hacer votando nulo o votando en blanco; así no se cambia el sistema. A Botín y a todos los que son como Botín, el voto blanco y el nulo no les afecta para nada, lo que les afecta es que haya un grupo parlamentario fuerte en el Congreso y que se pueda cambiar la correlación de las fuerzas políticas.

¿IU y Equo luchan por ese mismo electorado?

No lo creo. Somos muy respetuosos con otras fuerzas políticas y hemos hecho una oferta de unidad de la izquierda que ha sido aceptada por doce formaciones políticas. Pero no vamos a ir a competir, vamos a presentar nuestra propuesta y nuestro programa electoral.

¿Sus votantes le han perdonado la abstención en Extremadura?

Hemos pasado una página de la historia. La posición que mantenemos y hemos mantenido en IU es muy conocida. Ellos tomaron una decisión que no es compartida por la dirección general y, a partir de ahí, creo que los ciudadanos no van a estar preocupados por eso, sino de que nuestros hijos tengan trabajo o que no echen a la gente de sus casas. Es un hecho superado.

¿Quien lleve el mejor programa económico al 20-N ganará o dará igual porque el Gobierno tendrá las manos atadas?

¿Todo nos viene de fuera? No, de fuera nos ha venido la crisis financiera internacional. Pero nosotros tenemos nuestra propia crisis añadida debida a un modelo de desarrollo urbanístico intolerable, insostenible y que además ha llevado aparejada la corrupción y ha desprestigiado a la clase política de este país, en la que nosotros no nos sentimos inmersos. Si los gobiernos de PP y PSOE hubieran creado vivienda pública protegida, en régimen de alquiler y en régimen de vivienda social no habríamos llegado a este escándalo del precio de la vivienda que ha dejado la generación más hipotecada de nuestra historia. Creo que no ganará las elecciones el partido que tenga el mejor proyecto económico, el PSOE ha devaluado mucho el suyo y, además, hay un cierto desprestigio respecto a que los programas se hacen para no cumplirlos. Y no tenemos ningún tribunal ético que señale con el dedo al que haga eso.

Hay mucho hartazgo...

No solamente eso, la gente pide más democracia y más participación, se siente engañada. Nuestro programa económico es potente, pero porque es real. Si decimos que vamos a crear tres millones de puestos de trabajo, decimos de dónde vamos a sacar los recursos.

¿Se deja querer IU por el 15-M?

No es un problema de dejarnos querer, cada uno tenemos nuestra propia filosofía y nuestros proyectos. Desde 2009 hemos presentado cinco iniciativas distintas en el Parlamento sobre la dación en pago y sobre reconversión de hipotecas en alquileres modestos hasta que la gente pueda volver a pagar. Pero una medida tan sencilla como esa ha sido rechazada. Con el 15-M hay coincidencia en las propuestas que venimos defendiendo y también en las que son razonables, porque tienen que ver con una mayor democracia, con acabar con la precariedad, con que ganen menos dinero los ricos. Somos muy respetuosos con ese movimiento plural. Y no solo a ellos, sino también al resto de ciudadanos, les diremos que las leyes se cambian en los parlamentos, con poder político, y si no se convierte en fuerza política la fuerza de la protesta, no tocaremos el sistema.

Pero en el 15-M hay muchas opiniones, a favor y en contra del voto, de los partidos, etc.

Es un movimiento muy racional, hay gente muy preparada y están meditando mucho todas sus propuestas. Pero al final van a llegar a conclusiones, aunque no sean colectivas, como que el PSOE no tiene credibilidad cuando ahora anuncia que lleva en su programa la dación en pago. La credibilidad se pierde y cada uno votará a quien quiera, pero habrá una consonancia plena con la conclusión mayoritaria sobre qué partido o grupo político engarza más con cada uno.

¿Veremos más gente en la calle a partir del 20-N?

No lo sé, me imagino que sí porque la rebeldía y la problemática siguen estando ahí. Si el 20-N se resolvieran con una varita mágica todos los problemas que tiene la gente y los jóvenes que están en la Puerta del Sol y en todas las plazas encontraran trabajo, vieran que hay un gobierno que empieza a crear empleo público o que la democracia empieza a ser una realidad... Es un sueño, un sueño posible pero que previsiblemente no va a pasar. Lo que se ve venir no camina en la buena dirección.

¿Devolvería las competencias de Sanidad y Educación al Estado?

Es un error. Desde que yo entré en política defendemos que el poder tiene que estar lo más cerca posible de los ciudadanos, porque es la única manera en la que no te pueden engañar. La descentralización política y económica siempre ha sido buena, pero también tiene que haber un raciocinio económico a la hora de descentralizar. Creo que, en todo caso, lo que habría que hacer es garantizar desde el Estado una sanidad y una educación públicas; habría que reformar leyes, pero habría que garantizar que servicios públicos de esta magnitud no se conviertan en negocios. Sería suficiente.

¿Es posible un sindicato fuerte a nivel europeo que presione a las instituciones?

Hay una socialdemocracia en Europa que ha muerto y se ha abrazado a las políticas neoliberales de los mercados y hay una izquierda alternativa que no termina de crecer. Creo que ese es el problema que tenemos. Pero en ese camino empieza a haber luces. Es la izquierda alternativa la que tiene que forjar un proyecto de una Unión Europea social, de los pueblos y no de los poderes financieros. Estamos trabajando en esa dirección.

¿En qué punto se encuentra la política internacional tras acontecimientos como el de Libia?

No es bueno que nos acostumbremos a los linchamientos ni a las ejecuciones extrajudiciales. Si Gandhi bubiera levantado la cabeza y visto que un premio Nobel de la Paz estaba viendo por televisión una ejecución extrajudicial como la de Bin Laden... es tremendo. Los que defendemos el Estado de derecho no podemos ni debemos acostumbrarnos nunca a eso. A Libia no han ido la OTAN ni EE UU a llevar democracia, sino a buscar el petróleo, y han dejado un reguero de muertos. Y esa no era la resolución 1973. Ahora lo último es que en Libia las leyes se van a basar en la sharia, y eso ya sabemos lo que significa. Quien lo paga es el pueblo.

¿Se presenta tan positivo como parece el horizonte tras el anuncio de ETA?

Creo que sí, creo que estamos en el anuncio definitivo del fin de la violencia, por fortuna. Yo entré en política esperando ya el anuncio de ETA de que dejaba la violencia para entrar en política a defender aquello en lo que pudiera creer. ETA está muy derrotada y no podía vencer a la democracia. Y ahora toca el paso de la entrega de las armas, pero después tendrá que abrirse camino el debate político entre los partidos, la sociedad civil vasca, los gobiernos, etc. para sentar las bases de ese nuevo tiempo que vamos a vivir.

¿Qué opinión le merecen UGT y CC OO?

Los sindicatos están pasando también un proceso de transición. Hemos vivido un tiempo donde prácticamente el capitalismo era el sistema menos malo, y los sindicatos no hacían mucha falta: estaban ahí casi para prestar servicios, pero parece que no eran plenamente necesarios desde el punto de vista de la reivindicación permanente. Dentro de los mismos sindicatos ha habido un relajamiento, pero creo que están retomando la situación con bastante fuerza. Las últimas movilizaciones contra las políticas y recortes en educación lo demuestran.

¿Qué le dice la gente en la calle?

No suelo escuchar cosas malas, tal vez porque a nosotros no nos identifican con el poder, porque no lo somos. Tampoco nos identifican con el bipartidismo, ni con la Gürtel, ni con los que han hecho la reforma laboral, etc. Nos identifican con algo parecido a un viento de esperanza. Hay gente que llora y te abraza, te dice que tienes pelear, porque esto es un proyecto de todos.

BIO. Nació en 1952 en Argamasilla de Alba (Ciudad Real). Es agricultor de profesión. Miembro del Partido Comunista de España (PCE) y coordinador general de Izquierda Unida (IU) desde diciembre de 2008, cargo en el que sucedió a Gaspar Llamazares. Es candidato por IU a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales del 20-N. Está casado y tiene dos hijos.

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