Seis menores al día inician tratamiento psicológico

Depresión, psicosis o trastornos de la alimentación son los males más habituales. Los padecen el 20% de los adolescentes.
Los trastornos psicológicos en niños y adolescentes son un mal en aumento. El 20% de los menores los sufren, pero no todos se tratan. Aun así, el año pasado la unidad de psiquiatría infanto-juvenil del Clínico recibió unos 1.500 nuevos pacientes, una media de seis al día, según el doctor Pedro Ruiz.

Hiperactividad y trastorno de conducta, para niños, y alteraciones alimentarias, esquizofrenia, ansiedad o psicosis, entre adolescentes, son los trastornos más frecuentes.

El origen de estas alteraciones no es sólo genético, si bien los psicólogos explican que afectan, sobre todo, a menores de carácter «difícil» o inhibido. Los problemas personales de los menores, así como la excesiva permisividad de los padres y el consumo de drogas también están detrás.

Detectarlo a tiempo es clave para la recuperación. «Hay adultos con graves trastornos de personalidad que dicen que a los ocho años ya preferían estar muertos», concluye Pedro Ruiz.

Un problema que va en aumento

Seis ingresados de media: El Clínico tiene la única unidad de ingresos para menores con problemas psicológicos. Tiene nueve camas, de las que se ocupan una media de seis al día. Los que más tiempo están, un mes, son los pacientes con trastornos alimentarios. Los menores que protagonizan intentos de suicidio suelen obtener el alta a los tres días.

Las drogas generan psicosis: Cada vez ingresan más adolescentes con cuadros psicóticos inducidos por el consumo de coca, anfetaminas o porros, que tienen que estar hospitalizados unos 15 días.

Tratamiento: Depresiones y psicosis requieren un año de terapia, pero hay males que se pueden curar en menos de una semana, como los niños que no pueden separarse de sus padres. «El problema se arregla con cuatro días de terapia y la firmeza de los padres», dice Pedro Ruiz.

Los jóvenes más graves se deben tratar con fármacos

La psicoterapia no siempre es suficiente. La colaboración de las familias, combinada con la psicoterapia, es fundamental para resolver estas alteraciones psicológicas.  Los cuadros más graves de depresión, hiperactividad o psicosis exigen, además, que los menores tomen fármacos para curarse.

Pero el uso de estos productos también tiene sus riesgos porque, como explica el doctor Pedro Ruiz, pueden hacer aflorar las tendencias suicidas y hay que combinarlos con tranquilizantes.

«El problema está en la enfermedad, no en los fármacos, aunque siempre se usan los más seguros y en casos muy restringidos», asegura el doctor.

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