Chechenia: reconstrucción después de un infierno

  • Dos salvajes guerras dejaron doscientos mil muertos y desaparecidos.
  • Aldeas como Komsomólskoye y la capital quedaron destrozadas literalmente por los conflictos bélicos y hoy se han vuelto a levantar y, en cierta manera, se han modernizado.
  • Algunos críticos denuncian que, pese a la imagen que se pretende proyectar al exterior, en Chechenia existe un Gobierno que ha instaurado un estado policial en el que se han suprimido algunas libertades fundamentales.
  • El problema del terrorismo sigue siendo una de las asignaturas pendientes.
El nuevo estadio de fútbol en Grozni, con capacidad para 30.000 espectadores.
El nuevo estadio de fútbol en Grozni, con capacidad para 30.000 espectadores.
REUTERS
El nuevo estadio de fútbol en Grozni, con capacidad para 30.000 espectadores.

¿Se puede reconstruir lo que un día fue reducido a un infierno? Que se lo pregunten a los que vuelven a la república rusa de Chechenia por primera vez desde el fin de las dos salvajes guerras que dejaron unos doscientos mil muertos y desaparecidos. "Los que vuelven no reconocen Grozni. Hasta en las aldeas perdidas en las montañas, que no sabían lo que era la luz y el gas, ahora hay acceso a la telefonía móvil", aseguró Alexandr Cherkásov, miembro la organización rusa de derechos humanos Memorial.

Grozni fue martilleada con tal saña por el Ejército ruso durante la primera guerra chechena (1994-1996) que la capital chechena fue entonces comparada con Dresde, ciudad alemana arrasada por los bombardeos aliados en febrero de 1945.

"Cuando terminó la guerra había ciudades en las que apenas quedaba un edificio en pie. Por eso, ahora todos estamos a favor de la reconstrucción", asegura Kuraisha Uvaisovich, delegado chechén del partido liberal Yábloko. Kuraisha se enorgullece de que "los chechenes hayan renunciado a las armas y elegido la paz" y se ofrece como garante de seguridad para todo aquel que se atreva a visitar el territorio comanche.

"Basta ya. No queremos combatir más. Vengan cuando quieran. Yo les haré de guía. Chechenia es ahora la república más segura de toda Rusia. No tenemos ni delincuencia, ni drogas y, además, tenemos ley seca. Está prohibido vender vodka", dijo. Lo que se le olvidó al político chechén es que el presidente chechén, Ramzán Kadírov, también ha instaurado lo que sus críticos llaman un estado policial y una versión caucásica de la ley islámica que impide a los jóvenes besarse por las calles.

Si alguien pisara por vez primera la capital chechena se encontrará con que aquí ha sido construida la mezquita más grande de Europa, centros comerciales y un espectacular estadio de fútbol con capacidad para 30.000 espectadores.

Cherkásov recuerda en especial la visión de la aldea Komsomólskoye (escenario de algunos de los más cruentos combates de la guerra), "en la que no quedó apenas piedra sobre piedra y que fue reconstruida prácticamente de la nada". Ahora Komsomólskoye cuenta con una escuela con capacidad para varios cientos de estudiantes, un hospital, una oficina de correos y toda clase de infraestructuras.

"La explicación no es sólo el dinero que el Kremlin ha invertido en Grozni, sino que el pueblo chechén entendió que nadie va a acudir en su ayuda. Ellos mismos decidieron cambiar radicalmente sus vidas", dijo.

No obstante, el millón de chechenes que habitan la república norcaucásica han tenido que pagar un precio muy alto.

"El infierno también puede ser confortable. Con Stalin también se construían muchos edificios. Comparado con las vecinas Daguestán e Ingushetia, Chechenia parece un reducto de estabilidad, pero esa es la imagen que quiere vendernos el Kremlin", apunta Cherkásov.

El activista destaca que "la gente le ha dado la espalda a la vida social y política", ya que "cualquier implicación es peligrosa", como le ocurrió a la respetada activista chechena Natalia Estemírova, que ayudaba a los desaparecidos y que fue secuestrada y asesinada en 2009.

Precisamente, esta semana ha tenido lugar en Moscú un juicio contra el director de Memorial, Oleg Orlov, quien acusó a Kadírov de estar detrás de la muerte de Estemírova. "En los primeros años de la segunda guerra chechena los 'escuadrones de la muerte' hicieron desaparecer a miles de personas. Ahora, la represión policial ya no es necesaria, pero sigue habiendo muchos secuestros. Hay que aparentar", apunta Cherkásov.

Además, "las autoridades recurren ahora a los castigos colectivos, es decir, si un joven se echa con el fusil al monte, queman las casas de sus familiares", comenta. "Oficialmente, en Chechenia no hubo ningún atentado en 2010, cuando en realidad hubo varios ataques. Moscú ha ordenado que de Chechenia sólo pueden venir buenas noticias para que todos crean que ya no es un nido de terroristas", advierte.

Cherkásov denuncia la "falsificación de la lucha antiterrorista" por parte de las autoridades, cuando, en su opinión, "la victoria sobre la guerrilla islamista es aún provisional".

"Kadírov tiene carta blanca para acabar con la guerrilla en el Cáucaso, pero los atentados en el metro y el aeropuerto de Moscú demuestran que no ha tenido éxito. Mientras, el control político sobre la sociedad es total y los opositores no pueden expresar sus opiniones", señala.

Mientras, Kuraisha cree que "sin rudeza y medidas de fuerza no se hubiera logrado nunca la paz" y el levantamiento del régimen de operación antiterrorista en Chechenia.

"Antes regía la ley del más fuerte. El que tenía un arma, mandaba. Kadírov es un buen gobernante. Ayuda a todo el que lo necesita. No se puede construir un estado democrático en cinco minutos", responde.

Pero pasan los años y Chechenia sigue siendo un lugar tabú para las guías turísticas como Lonely Planet, que sigue aconsejando a sus lectores no viajar a esta indómita tierra sin ley a la que grandes escritores rusos como León Tolstoi y Mijaíl Lérmontov dedicaron varias de sus obras.

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