La penitencia de los limpiadores de cera

Su trabajo comienza cuando pasa el último nazareno.
Un operario arranca cera en la plaza del Carbón.
Un operario arranca cera en la plaza del Carbón.
Joaquín Parra
Un operario arranca cera en la plaza del Carbón.
De madrugada y espátula en mano, un grupo de hombres –sólo una mujer– tiene cada año la difícil misión de arrancar de las calles peatonales del centro histórico la cera derramada durante la Semana Santa. Este año ha habido más que limpiar porque se han sumado Granada, Plaza del Carbón y Calderería.Dicen los expertos que se tarda 20 minutos en dejar pulcro un metro cuadrado. En Málaga todavía no hay una máquina especial capaz de arrancar la cera y los chicles sin esfuerzo manual.

Los operarios sólo se ayudan del agua caliente a presión con lejía; el resto es presionar con la espátula hasta que todo salga fuera. Esa  operación se repite una y otra vez, mecánicamente.

«Es un trabajo penoso y la espátula pesa mucho. La gente no se da cuenta, pero limpiar las calles resulta muy duro», relata Francisco Javier R., profesional que conoce bien el oficio de fregar cuando todos duermen.

El sábado concluyó el plan de choque contra la cera y, según el Ayuntamiento, es aún imposible cuantificar cuánta se ha recogido. Eso sí, no está claro quién pulirá el resto de calles del centro que no son peatonales y están provocando más de un resbalón.

A las dificultades se añade que, desde hoy, no se puede baldear con agua por el decreto de sequía, excepto en los mercados.

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