Están dispuestas a todo por sus hijos. Son las 33.239 españolas que en 2010 se cogieron una excedencia laboral para atender a sus retoños. Y en cabeza figuran las madrileñas, que pidieron 6.983 de estos permisos, el 21% del total, según los datos facilitados por la Seguridad Social. Las catalanas ocuparon la segunda posición, pero más alejadas. El año pasado pidieron una excedencia en Cataluña 4.529 madres, el 13,6% del total.

Lo curioso es que Madrid no es la región donde nacieron más niños ni donde se tramitaron más prestaciones por maternidad en 2010: nacieron 72.617 bebés y hubo 54.357 prestaciones. En Cataluña nacieron 84.163 bebés y 57.925 madres disfrutaron de su permiso. Y también eran más las catalanas trabajadoras con hijos menores de tres años al cierre de 2010 que las madrileñas: 144.700 catalanas frente a 124.100 madrileñas –los datos son del INE.

Lo que coincide en ambas comunidades es el número de hombres implicados en el cuidado de sus hijos. Los datos del Ministerio de Trabajo confirman que los papás siguen sin involucrarse en los cuidados familiares. Solo 418 hombres de la región colgaron su trabajo y pidieron una excedencia el año pasado, frente a las 6.983 mujeres. Y eso que el número de varones va creciendo progresivamente –en 2005 dejaron su empleo 209 madrileños–. Los catalanes que hicieron lo propio el año pasado fueron 218, frente a los 124 de 2005.

Con todos estos datos en la mano, ¿cómo se explica que sean las madrileñas las que más excedencias piden? La "discriminación laboral" es lo que explica, según el área de Igualdad de UGT, la renuncia temporal de las madrileñas a su puesto de trabajo. "Dos de cada tres contratos a tiempo parcial son firmados en la región por mujeres. Y, de media, las madrileñas cobran un 24,8% menos que ellos".

Económica, aunque con matices diferentes, es también la explicación que arguyen desde la Fundación Másfamilia. "Las pymes madrileñas están más concienciadas para favorecer la conciliación que las de otras regiones", asegura esta institución, que gestiona las políticas en esta materia de 256 empresas a nivel nacional e internacional, y de las que el 40% son de la región.

A pesar de todo, son conscientes de que todavía hay mucho que avanzar porque "las leyes cambian, pero hay que cambiar a nivel cultural y empresarial", explica el director general de la Fundación, que, mientras responde a 20 minutos, aclara que está en casa, al cuidado de sus cinco hijos. "Hay que acabar con la feminización de las tareas".

Y de la misma opinión es la Plataforma por Permisos Iguales. A su juicio, si los padres pudieran disfrutar de un permiso de 16 semanas como el de las madres –algo que ya han solicitado oficialmente–, estas no tendrían que verse forzadas a pedir una excedencia. "Dar un permiso al padre igual que el de las madres cubriría casi el primer año de vida del bebé".

Las madrileñas no solo piden excedencias para cuidar de sus hijos, sino que fueron también las que más utilizaron este tipo de permiso para hacerse cargo de familiares, la mayor parte de la veces de padres dependientes. En 2010 cogieron una excedencia por este motivo 1.761 madrileñas, frente a 237 madrileños. En Cataluña, el dato vuelve a ser mucho menor: 693 mujeres y 130 hombres.

Rebeca y Miguel, 32 y 35 años. "No podemos prescindir de uno de los sueldos"

"Trabajo en el sector de la seguridad y volveré en cuanto se cumplan las 16 semanas. Lo he pensado, pero nosotros no podemos prescindir de uno de los sueldos porque tenemos que pagar la hipoteca y viene una boca más y más gastos".

Ana Isabel Blanco. 31 años, administrativa, ha pedido dos excedencias. "La segunda la pedí por su enfermedad"

Sofía tiene 20 meses y su madre ha tenido que pedir dos excedencias para cuidarla. "La primera la tenía muy clara. Hablé con mi pareja y decidimos emplear los 2.500 euros que daba el Gobierno en alargar el tiempo para que yo estuviera con la pequeña.

Pedí tres meses y me quedé con la niña hasta que tenía ocho". Fue Ana la que pidió el permiso por una cuestión evidente: "Me permitió disfrutar más de mi maternidad y, además, él es informático y cobra más que yo", explica. A los 20 días de incorporarse al trabajo, llegó la mala noticia.

"Tuvimos que ingresar a la niña. Me dijeron que era muy grave lo que tenía, una descompensación del azúcar, y que era para toda la vida". La opción de dejarla en una guardería no la contemplaron: "Hay que pincharla y ninguna guardería se iba a hacer cargo". La pareja tuvo claro entonces que "uno de los dos tenía que dejar de trabajar". Y fue Ana la que pidió la segunda excedencia. Esta vez de seis meses. "Tiramos de los ahorros hasta donde llegaron y luego mi suegra se ofreció para atenderla por las mañanas". Al volver al trabajo, Ana pidió una reducción de jornada.

Paloma Álvarez, 32 años. "Tengo ayuda en casa y nunca la he cogido"

"Soy profesora y será mi tercer hijo. Nunca he tenido que cogerme una excedencia porque tengo una persona que me ayuda en casa. Además, en mi trabajo he ido enlazando vacaciones con los permisos de lactancia".