«Defiendo nuestra identidad con historias en barro»

Ceramista exquisito, inaugura taller el próximo viernes en la calle Cisneros del casco antiguo

Su ingenio bulle bajo la boina como en un mozalbete con burbujas, rodeado de orlas picassianas, marineros lorquianos y el Mercado de Abastos en azulete náutico.

Producto de San Roque (plaza del Puente, 1949), la labor de su padre, guardia civil marítimo, le hizo mudar a menudo de residencia. Así que a los nueve años moraba en Palamós, Costa Brava catalana, cuando allí se rodaba La condesa descalza.

Luego a Dénia y Santa Pola, donde abonó sus cursos escolares, «con mucho Mediterráneo». Tras una iniciación laboral «de explotación, pintando al estuco en un patio, al estilo Ardiystil», subsistió de interiorista en la entonces casa más prestigiosa del ramo, la psicodélica Domus Artis.

Hasta que, sobre 1973, se exilió a Madrid «en un camión de plátanos, con el culo al aire», empleándose en la Fundación Francisco Franco, «creada para restaurar y dilapidar su patrimonio».

A la Massana Y por fin, el deseo. Se fuga a Barcelona, a la Escola Massana, para matricularse en cerámica, retornar en 1979 y enfangar una alcoba en casa de sus padres «sin agua ni luz». Hasta que estrenó la tienda de la calle Mayor, 31, feliz escaparate de su creatividad al que ya agrega otro taller, centro productor y área expositiva en Cisneros, 3. Nuevo espacio ilustrado del casco antiguo, que inaugurará el viernes a las 20.30 horas de la noche.

Su cerámica, «sensual, sobria y vanguardista», defiende «la identidad con pequeñas historias en barro». Recuperador de los carnavales, siempre es jurado en Hogueras, «aunque la fiesta huela un poco».

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