Con pancartas en las que podían leerse lemas como: "EEUU se hizo con los inmigrantes", "Amnistía" o "Por una protección igualitaria", los manifestantes, en su mayoría hispanos, recorrieron de forma pacífica el centro de la ciudad vigilados por un volumen considerables de fuerzas policiales.
Entre los asistentes había representantes de organizaciones campesinas, religiosas y estudiantiles, que se sumaron al resto para exigir una reforma de las leyes de inmigración para que no se penalice a los 12 millones de indocumentados que se calcula que residen actualmente en EEUU, ni a los empresarios que les ofrezcan un trabajo.
La "megamarcha" del sábado es sólo una más de las que vienen produciéndose en los últimos días en distintas partes del país, como Arizona o Georgia, y que continuarán el lunes en Boston (Massachusetts) y en Washington.
Ese mismo día, el Senado comenzará a debatir la polémica reforma, que ya ha provocado divisiones en la clase política, incluso en el seno de las filas republicanas.
El presidente de EEUU, George W. Bush, se ha sumado hoy al debate al afirmar, en su discurso radiofónico de todos los sábados, que la reforma no debe obligar a optar entre el hecho de que este país se convierta una nación acogedora o una nación que cumple las leyes.
"Podemos ser las dos cosas", dijo Bush tras reiterar su firme defensa de un programa de trabajadores invitados que permitiría a los inmigrantes regularizar su situación, pero sólo mientras realicen trabajos que rechazan los estadounidenses.
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