Cuando estás frente a una periodista como Addario que ha recorrido medio mundo, que la semana pasada estuvo en Sudán del Sur y hace un mes, en el norte de Irak, parece difícil no preguntarle por algo de actualidad. En sus memorias, la estadounidense recalca sus intentos de empatizar con sus fotografiados ya fueran transexuales en Nueva York o mujeres en Afganistán. Le pregunto si no falta justamente eso en la cobertura que se está haciendo de la crisis de los refugiados en Europa."Sí, se ha perdido en esta cobertura. La gente ve exactamente la misma imagen una y otra vez: personas llegando a Lesbos o intentando acceder por una valla. Nadie muestra quiénes son, de dónde vienen. Tenemos que personalizar para comprender. El pasado mes estuve en el norte de Irak. Estaba fotografiando a una joven iraquí yazidí que había sido violada por Estado Islámico. La vi despedirse de su familia porque se iba a Alemania. Fue increíble para mí, todos estaban llorando. Esta gente no quiere irse, no quieren venir a Europa, pero las circunstancias los fuerzan. Es una parte muy importante de esta historia".¿Afecta eso a la respuesta europea? "Es una combinación de elementos. Vemos muchas imágenes, drama, guerra, tristeza y es muy difícil hacer que la gente que la se preocupe, porque estamos saturados por imágenes y noticias. Todos hemos visto demasiado". "Me tortura esto, me pregunto a diario cómo enfocar las historias de un modo diferente, en un modo que sorprenda y que provoque que el público se preocupe por las personas que muestro", afirma.
JORGE PARÍSAddario relata en su libro un listado de relaciones fracasadas frente a su peculiar trabajo. Eso cambió cuando conoció a su actual marido, Paul, un periodista de Reuters (ambos en la imagen), con el que en 2011, tras su secuestro en Libia ese mismo año, tuvo un hijo, Lukas. En sus memorias (que The New York Times extractó en un artículo titulado ¿Qué puede cubrir una fotoperiodista embarazada? Todo), Addario recuerda como, estando embarazada, viajó por trabajo a destinos como Somalia o Gaza. Tres meses después de dar a luz, retomó su trabajo que aún continúa. Cuando se le pregunta por ello, Addario destaca a su marido: "Entendió desde el principio que era importante nuestro mutuo apoyo para que ambos fuéramos felices".¿No cree que puede ser un mal ejemplo para esas millones de mujeres que tratan de trabajar y conciliar? "Todo el mundo tiene que decidir qué tipo de vida quiere vivir. Para mi esto es lo que funciona, ir a trabajar cada quince días. Seguramente no sea una buena mujer, pero no fuerzo a nadie a que haga lo mismo. Es mi decisión y cada uno debe tomar la suya".¿No lo dejaría? "Hago lo que me hace sentir bien. Esto es lo hago ahora. Cuando sienta que he llegado a un punto en el que no pueda más, pararé. Pero no voy a anticipar ese momento". Eso sí, reconoce que desde que es madre es más cuidadosa, selecciona más los riesgos y que siente la necesidad de volver para ver a su hijo. No es fácil. Addario recuerda que ha perdido muchos compañeros en los últimos tiempos: "Los periodistas nos hemos convertido en objetivos. Somos secuestrados, torturados, asesinos... Eso nos hace recalcular la forma cómo cubrimos las historias".
LYNSEY ADDARIO / Cedida por ROCA EDITORIALEl nacimiento de su hijo cambió a Addario como fotoperiodista de guerra. No sólo seleccionó más sus trabajos, arañaba horas y días para su familia o cuidaba más su seguridad. Le dio otra perspectiva. "Es muy diferente cubrir una guerra siendo madre que estando soltera. Es muy duro para mí, fotografiar niños muertos. Como madre siempre piensas en tu hijo, siempre piensas en qué pasaría si mi propio hijo acabara así".
LYNSEY ADDARIO / CEDIDA POR ROCA EDITORIALLa mujer siempre ha sido uno de los temas preferidos de Addario. Ella se adentraró, muy joven, con apenas 26 años, en una profesión tradicionalmente masculina. "Al comienzo estaba muy decidida, sabía que había pocas mujeres y conectaba con las que había. Era muy consciente que los hombres me podían minusvalorar, más yendo a países como Pakistán, en Irak, Afganistán... Pero no me importa lo que la gente piensa. No hago este trabajo por mis colegas, lo hago por la gente a la que estoy cubriendo, por el público", asegura."Es un trabajo muy competitivo, muy masculino, siempre habrá gente criticando a mi y mi trabajo, mis decisiones, quedarme embarazada,... Pero no pienso mucho en ello; trato de vivir mi vida y no en lo que la gente piensa", me dice.Con ese espíritu ha fotografiado a mujeres que han sufrido la guerra en Siria, Afganistán, África y un largo etcétera. "Qué resistentes son. He visto mujeres increíbles que sufrían mucho y a muchos niveles, y sin embargo seguían luchando. Esa es la verdadera fuerza de las mujeres y siempre me sorprende".
LYNSEY ADDARIO / CEDIDA POR ROCA EDITORIALUna periodista de guerra que se define como de una generación creada durante la Guerra del Terror, ¿cómo valora esta época? ¿Los periodistas hemos sido realmente críticos? "Todos aprendimos de lo que pasó el 11-S. Nadie esperaba aquello. Después, cuando supimos que venían de Afganistán, sabíamos que, obviamente, EE UU contraatacaría. Para mucha gente, estaba claro que la guerra de Irak estaba fabricada. Yo deseaba creer que había armas de destrucción masiva por que el Gobierno nos lo hizo creer... No puedes ser crítico antes de entender la realidad. Esa es la belleza del periodismo. Tú no vas hacia una historia pensando que ya la sabes antes de conocerla. Tienes que dejar que la historia te cuente lo que ocurre. Es una experiencia de aprendizaje. Cuando entendienda lo que ha pasado, seré crítica, pero tengo que llegar a cada historia con la mente abierta".
LYNSEY ADDARIO / CEDIDA POR ROCA EDITORIALAddario ha sido secuestrada en Libia, ha vivido una emboscada talibán empotrada con el ejército de EE UU en Afganistán, casi pierde la vida en un accidente de tráfico en Pakistán... Y aún así, confiesa en sus memorias, aportando normalidad a su trabajo, que "todo el mundo pretendía reducir mi carrera entera a los momentos, uno o dos, en que quizá podía haber perdido la vida".Coincide ese pensamiento con una mujer a la que leemos sentirse incómoda e insegura entre las amistades de su marido, con sus Channel, Prada o Gucci, frente a su rapa de Zara. Escribe esta periodista que "a la mañana siguiente salí corriendo hacia Darfur, donde me sentía totalmente cómoda".Es ahí, en esos lugares donde emerge una periodista comprometida con la verdad que nació al ver una exposición de Sebastiao Salgado en Buenos Aires, mientras comenzaba a trabajar como fotoperiodista. "Soy un mensajero, documento vidas de otros", me explica."Tengo una responsabilidad con mis lectores. Claro que tengo mi opinión, pero creo que mi papel es más útil si intento grabar la realidad y dejo mis opiniones de lado" asegura. ¿Y crees que lo consigues?, pregunto. Entre risas dice: "Quizás... quizás, mi opinión está en los temas que elijo cubrir"."Mi trabajo consiste en sacarte de tu zona de confort y que te preocupes por algo que antes no te interesaba", sentencia.
LYNSEY ADDARIO / CEDIDA POR ROCA EDITORIALSeguramente, uno de los momentos más delicados, de la carrera de Addario, es cuando, en marzo de 2011, es secuestrada, junto a otros tres periodistas, por tropas leales a Gadafi en Libia. "Libia era el caos", me explica Addario en el lobby de su hotel en Madrid, "se combatía en todas partes: era un tipo diferente de guerra a lo que había visto antes".En su libro relata el momento de su secuestro: "Me agaché y gateé por el asiento trasero, con la cabeza baja, y al salir por la portezuela, me puse en pie y, al instante, noté las manos de un soldado que me tiraban de los brazos y me intentaban arrebatar las dos cámaras. Cuanto más tiraba él, más resistía yo. Las balas silbaban a nuestro alrededor. Levantaban polvo en torno a mis pies. A nuestra espaldad, los rebeldes estaban acribillando el control del ejército desde el que acabábamos de huir. El soldado tiró de mi cámara y me apuntó con un arma con la otra".
LYNSEY ADDARIO / CEDIDA POR ROCA EDITORIALPor su forma de hablar y su apariencia, derrocha normalidad, no parece que estar ante Lynsey Addario, un fotoperiodista multipremiada, nominada como una de las mujeres más influyentes por el Oprah Winfrey’s Power List,o como una de las 25 fotógrafas más influyentes de todo el mundo por la American Photo. Pero lo es.Así que la pregunto qué diría si se encontrara a un joven con su cámara que, como ella hace veinte años, estuviera pensando en dedicarse a su oficio. "Le diría que tiene que entender las historias que quiere contar, hacer sus deberes, documentarse, aprender e ir y hacerlo. No hablar durante años de que quiere ser fotógrafo. ¡Ve y hazlo! No tienes porque irte a Siria, puedes hacerlo aquí o en Francia. Ha muchas historias por contar. No tienes porque empezar en una guerra, yo no lo hice. Lo más importante es apasionarte con las historias que cuentas. Lo importante es ser curioso y preocuparte por los demás".
JORGE PARÍS¿Por qué alguien acostumbrado a ser "el mensajero que graba" desde el otro lado de la cámara decide convertirse en el foco de la historia? "Acaba de regresar de Libia y necesitaba procesar lo que había pasado. Escribir fue la mejor manera. Nunca esperé despertar la atención que he tenido, vendido en veinte lenguas... Pero lo escribí porque lo necesitaba, lo sentía. Tenía muchos diarios, documentación, hechos, drama y necesitaba escribirlo", explica."Además, la gente no comprende bien lo que los periodistas que cubrimos una guerra hacemos. La gente dice: lo hacen por la adrenalina y no piensan en nada más. Eso no es verdad. Hay muchas razones por las que unas persona hace esto", asegura. Ella en su libro intenta explicar esa necesidad de estar allí, de contarlo, a pesar de las difíciles elecciones que ha de tomar, de los riesgos.Lo que está claro es que esta existencia, llena de vidas contadas, de momentos de peligro y de amor por su familia, ha cautivado a Hollywood. Steven Spielberg la convertirá en película con Jennifer Lawrence como protagonista.Addario, mientras, seguirá repartiendo sus meses entre su hijo Lukas, en Londres, y cualquier guerra por el mundo. "Estoy segura de que existen otras versiones de la felicidad, pero la mía es esta", escribe en sus memorias que concluyen con un: "Periodista. Eso es lo que soy. Eso es lo que hago" (el título original de su libro, en inglés, es It´s what i do.
ROCA EDITORIAL