El Real Madrid cosechó su sexta derrota liguera en El Madrigal (1-0) ante un Villarreal que, sin grandes alardes pero con mucho coraje, doblegó por primera vez al equipo de la capital de España en Liga.
La primera mitad arrancó con un desequilibrio tremendo. El Villarreal, con un Marcos y un Forlán muy activos, tomó la iniciativa y apabulló al Madrid en su campo, que no salía de su letargo ni de su asombro.
Poco a poco, el equipo entrenado por Capello fue recuperándose y poniendo el punto de mira en Viera.
En esa fase de renacimiento madridista, Robinho, solo en el segundo palo, mandó al limbo la ocasión más clara para sus intereses en todo el partido.
Acto seguido, el Villarreal, que retrasó posiciones pero seguía incordiando a la zaga visitante, por medio de Forlán, Cani y Matigol creó una triple oportunidad que desbarató con mucha destreza Casillas.
Y con una ocasión de Higuaín, en uno de los pocos balones que le llegó, el Madrid se despidió de sus lanzamientos a puerta y ambos conjuntos llegaron al descanso.
No tiró a puerta
Tras el intermedio, el partido se desinfló y comenzó a presagiar un reparto de puntos. Ninguno parecía apostar por la victoria.
Pero Marcos, que junto a José Enrique formó una sociedad perfectamente engrasada e incisiva en la banda izquierda, culminó una bonita acción atacante del Vilarreal para batir a Casillas y firmar el único tanto del partido.
En la recta final del choque, el Madrid, noqueado, no tiró a puerta y, perdido en un aluvión de sustituciones, tarjetas e interrupciones, paseó su faceta más plana y vulgar por tierras levantinas y desperdicia así su oportunidad de acostarse líder de Primera.
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