Vestida o no vestida, esa es la cuestión. La Semana de la Moda Australiana 2006 ha alzado el telón con un desfile que ha dejado ver de todo... De todo, menos telas. El body piercing o maquillaje corporal ha sustituído la alta costura por el virtuosismo pictórico en carne viva, y cargado de fantasía.
Stringer/ReutersPrimero fue la piel. Aunque relegado con el tiempo al ámbito de lo facial, el maquillaje del cuerpo es un hábito ancestral. Fuera por motivos decorativos, bélicos o rituales nuestros antepasados pintaron su piel antes que cualquier otro soporte. Nosotros, también. Si en la Creación dicen que primero fue el Verbo, en Moda y el Arte lo fue la Piel.
Stringer/ReutersCosmética integral, la gran incomprendida. Como disciplina el body painting parece contar con más detractores que defensores. Que bajo la capa de colores que se contonea ante aquéllos no halla más que piel activa los resortes más retrógrados de sus cebebros. Dejan de ver el ropaje pictórico y sólo perciben desnudos.
Stringe/ReutersArte en movimiento. Hay cuadros que, como La Gioconda, parecen latir dentro del marco, esos en que la mirada del retratado te persigue por la sala. Tienen vida propia. El maquillaje corporal lleva esa forma de perfección artística hasta sus últimas consecuencias: no sólo está vivo, también se mueve. Y respira.
Stringer/ReutersNo existirían el uno sin el otro. Sin artista no habría obra, pero sin cuerpo, tampoco. Un diseño, los colores y materiales adecuados (acrílicos, henna, pinturas naturales) a cada piel, sombreados y ¡cuidado, el sudor! Van parejos: el talento de uno y la paciencia infinita del soporte que respira en horas interminables hasta dar el retoque final.
Luis Tejido/Efe