La región más grande de Portugal se extiende como un lienzo infinito de variados paisajes, encinares, ondulantes viñedos, bosques de alcornoque, sierras y vastas llanuras. Rodeados de serenidad y naturaleza, en sus pueblos el tiempo parece haberse detenido entre casas encaladas, patrimonio histórico y piedras que dibujan calles.
La región más grande de Portugal promete paisajes de encinares, ondulantes viñedos, bosques de alcornoque, sierras y vastas llanuras
Allí donde no importa el tamaño ni la fama de sus tascas, toda la gastronomía alentejana es un homenaje a la rica tradición culinaria de nuestro país vecino y sus vinos, de carácter único, ensalzan aún más si cabe la experiencia inigualable que ofrece el Alentejo. Pequeños y encantadores pueblos riegan la frontera que nos une. Desde Cáceres hasta Huelva bajamos "alentejamente" disfrutando del paisaje y de la historia que con bravura delimitó nuestras fronteras sin dejar de ser hermanos.
Alto Alentejo
La Sierra de São Mamede (San Mamés), a la altura de Cáceres, en el Alto Alentejo, se alza como un oasis entre piedras. Su rica vegetación, hábitat de nutrias, batracios, buitres leonados, águilas, venados o jabalíes, y los numerosos bastiones fortificados que dejó la Historia hacen de este un lugar sorprendente para el senderismo y para amantes del turismo rural. La ermita de Nuestra Señora de la Peña, de principios del siglo XVII y levantada en una colina empedrada, es un buen lugar para otear horizonte y empapar de interés a los cerebros inquietos.
La formidable vista de Castelo do Vide obliga a descubrir este pequeño pueblo dominado por su castillo medieval que construyera en el siglo XIII el rey Dinis. Sus murallas protegieron a sus habitantes y a la iglesia de Nuestra Señora de la Alegría. Hoy acoge el Centro de Interpretación Megalítico, ya que esta parte de la sierra también esconde grandes dólmenes y menhires prehistóricos y el Museo de Historia y Arquitectura Militar.
Abajo el pueblo gótico se presenta como una postal arcaica. La sinagoga del siglo XIV es la más antigua de Portugal y las estrechas e irregulares calles y casas blancas de los barrios judío y gótico son el marco perfecto para ralentizar el espíritu. Se conservan las puertas góticas y manuelinas, que se decoran con vistosas flores. Al otro lado el posterior Fuerte de San Roque fue ejemplo de la nueva estrategia de fortificación estrellada del siglo XVIII.
A escasos diez kilómetros se alza, en el punto más alto de la sierra, la Villa de Marvao. Estratégico enclave defensivo, fue bastión musulmán y clave en diferentes momentos bélicos a lo largo de la Historia portuguesa. Las panorámicas de toda la región desde este singular emplazamiento no son el único motivo para visitarlo. Dentro de sus murallas, la arquitectura medieval se preserva prácticamente intacta, mezclada con arcos góticos, detalles manuelinos, forjados balcones y rincones graníticos que aportan un encanto especial y diferente. Junto a las puertas de entrada, los edificios del antiguo Ayuntamiento (Paços de Concelho) o la manuelina Torre del Reloj. En el recinto amurallado del castillo se conserva el aljibe, uno de los más grandes de Portugal, el patio de armas y las Torres de la Bandera y del Homenaje.
A la altura de Badajoz, la monumental Elvas es parada obligada en esta ruta
Siguiendo hacia el sur, tras visitar la ciudad romana de Ammaia, su museo y centro de interpretación, se llega a la rica y heredada Portalegre, famosa por sus tapices y fábricas de corcho. Del medievo conserva las murallas y el castillo; del Renacimiento tardío y algo barroco, su catedral entre monumentos y palacetes barrocos, monasterios e iglesias. Llegando a la altura de Badajoz, la monumental Elvas no puede dejar de ser al menos mencionada.
Alentejo Central
Los castillos se encadenan en esta parte del Alentejo, entre Badajoz y Jerez de los Caballeros, donde el Guadiana teje con agua la frontera con España. Évora, Estremoz y Arraiolos son los reyes indiscutibles del turismo en esta región, pero tratamos de descubrir los sorprendentes rincones fronterizos que aguardan la inquietud del viajante. Es Vila Viçosa la ciudad de los marqueses y del mármol, con cientos de canteras que suponen la mayor industria de la famosa roca rosa, pero también fue durante siglos residencia de los Braganza.
Évora, Estremoz y Arraiolos son los reyes del turismo en el Alentejo Central, pero hay otros rincones sorprendentes como Vila Viçosa
El castillo, el foso y la fortificación amurallada son del siglo XIII, más adelante la poderosa familia real levantó el Palacio Ducal. Ahora el castillo alberga el Museo de Arqueología, pero conserva la esencia de su glorioso pasado. En el palacio renacentista y barroco se puede admirar la colección de arte, objetos, muebles y tapices de la época dorada de la alta aristocracia lusa. Es el pueblo una joya monumental, un museo al aire libre entre casas señoriales, iglesias, mármoles y azulejos. La iglesia de Nuestra Señora de la Concepción es referente del estilo manierista portugués y en su precioso interior se encuentra el panteón de los Braganza, con los restos de los reyes de Portugal. La corona de los reyes se custodia en el Museo del Convento de San Pablo, junto a una impresionante colección de azulejos, obras de arte, piezas arqueológicas y tesoros de la historia.
Continuando hacia el sur, Alandroal es otro ejemplo de la magnífica conservación del patrimonio medieval portugués. Tierra de adelfas, son la primavera y el otoño las estaciones idílicas para visitarla. Ya habitada en tiempos romanos, la historia ha dejado huella en sus calles empedradas, casas encaladas, monumentos e imponentes murallas. Su castillo es también del siglo XIII. Con el castillo de Terena y la fortaleza Juromenha en la misma frontera junto al Guadiana formaron un estratégico triángulo defensivo.
Alandroal es otro ejemplo de la magnífica conservación del patrimonio medieval portugués
Desde lo alto del castillo las vistas a la ciudad y al campo alentejano brindan al sol y al horizonte. En su interior la iglesia de la Concepción alberga un valioso patrimonio artístico. En la cola del embalse de Alqueva, el más grande de Europa occidental, se encuentra la recién estrenada playa fluvial de Azenhas d'El Rei para refrescar el cuerpo entre encinas y alcornoques, disfrutar de paseos en barco o cruzar en kayak hasta la orilla española. Toda la zona está catalogada por la Unesco como un “Starlight Destination”.
Monsaraz, junto al pantano, tiene también playa fluvial y Club Náutico, es Aldea Monumental de Portugal y uno de los pueblos más antiguos del país. Tras recuperarlo de los musulmanes, el rey lo donó a los Templarios. Media hora más hacia el sur se alza, espléndida, Monsaraz, intramuros de su muralla con sus cuatro soberbias puertas de entrada y el castillo del rey Dinis, Monumento Nacional y desde donde contemplar el embalse más grande de Europa occidental. Entre todas las iglesias destaca la de Nuestra Señora de la Laguna. Renacentista y exquisita, custodia en su interior la tumba en mármol del primer alcalde de Monsaraz y tallado en su frente todo el cortejo fúnebre. La picota también en mármol de Estremoz da fe de la autonomía jurídica que tuvo la villa y sus casonas y edificios de la prosperidad que disfrutó. Es Monsaraz valiosa joya del joyero alentejano.
Bajo Alentejo
En el Bajo Alentejo, junto a la frontera onubense, el Parque Natural del Valle del Guadiana y la Sierra Alcaria Ruiva son el secreto alentejano mejor guardado y codicia de flora y fauna autóctonas, refugio y paraíso natural en un paisaje marcado por el Guadiana. Los amantes del senderismo tienen aquí un lugar único y recóndito, con infinidad de sendas, increíbles paisajes y avistamiento de aves como cigüeñas negras, águilas pescadoras, buitres leonados y currucas. Sus prehistóricos habitantes nos dejaron sus dólmenes y en el pantano está permitido el baño, la pesca y los deportes acuáticos.
Los amantes del senderismo tienen en el Parque Natural del Valle del Guadiana y la Sierra Alcaria Ruiva un lugar único y recóndito
Desde lo alto de la sierra los más valientes podrán sobrevolar en parapente las llanuras del Alentejo. El pequeño pueblo de Mértola, escondido entre escondrijos, pone el toque blanco entre tanta vegetación. Paleolíticos, romanos, fenicios, visigodos y musulmanes ya lo descubrieron, así que es un buen lugar para terminar la ruta alentejana viajando en el tiempo por esta ciudad museo. Sus estrechas callejuelas entre blancas casas conducen al castillo medieval, a su Torre del Homenaje y a las panorámicas de la ciudad que desde lo alto se tienen. En la actualidad aquí se ubica el museo de Mértola. Bella también la iglesia de la Anunciación, del siglo XIII, interesante el Centro de Interpretación del Guadiana, atractivos los paseos en barco por el río y sorprendentes las rutas de senderismo.
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