El ascensor baja a cuatro metros por segundo en la mina de sal de Wieliczka. Primera parada, a 64 metros de profundidad. A partir de ahí, 245 kilómetros de galerías y dos mil cámaras se comunican por escaleras, ahora con tramos de madera, antaño también de sal, hasta lo más profundo de la mina, 327 metros bajo tierra.
La mina de Wieliczka, declarada Patrimonio de la Humanidad, es una de las visitas más increíbles que se pueden hacer en Polonia
La mina de Wieliczka comenzó a funcionar a finales del siglo XIII, aunque las primeras herramientas para conseguir salmuera procedente de fuentes de agua que se encontraron en una aldea cerca de Wieliczka son del Neolítico. Es una de las más antiguas del mundo y estuvo en funcionamiento sin interrupción durante setecientos años, hasta 1996, cuando se cerró definitivamente la explotación salina para centrarse en las visitas turísticas. En 1978 la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad y cada vez más curiosos quieren adentrarse en sus salados secretos.
Fuente de riqueza
De las nueve plantas que tiene la mina solo tres están habilitadas para las visitas guiadas. Poco a poco se va descendiendo y atravesando galerías cuyas paredes son de pura piedra de sal y en algunas zonas hay gigantescas vigas de madera. De las cámaras sacaban grandes trozos de piedra que, una vez en superficie, licuaban con agua que al evaporarse facilitaba una sal apta para preservar carne o pescado en salazón.
De las nueve plantas que tiene la mina solo tres están habilitadas para las visitas guiadas
Cuando el hielo no existía, la sal era primordial para la conservación de alimentos y llegó a ser una de las primeras fuentes de riqueza de los lugares bendecidos por ella. Gracias a los beneficios obtenidos por la mina se construyó la Academia de Cracovia, primera universidad de Polonia, en 1364. Tal era la importancia de la sal, que se pagaba con ella, de ahí la palabra “salario”, y aún hoy en día no se pasa un salero de mano a mano por la tradición de posarlo en la mesa para evitar derrames de “riqueza”.
La visita de Copérnico
La mina de Wieliczka fue visitada por primera vez en el siglo XV y recibió también a Copérnico, que tiene un monumento en la cámara que lleva su nombre. En 1790 fue abierta al público. Durante los siglos que se mantuvo activa la mina, los mineros polacos, muy religiosos y entregados a trabajar a profundidades escalofriantes, fueron tallando iglesias y capillas en la gran roca de sal que es la mina.
El astrónomo Copérnico fue uno de los primeros visitantes ilustres de la mina y tiene un monumento dedicado en su interior
Así podían encomendarse a sus santos y encontrar la fuerza necesaria para llevar a cabo su duro trabajo. La primera se encuentra a unos 65 metros de profundidad y es la capilla de San Antoniego, que data de 1698, con sus púlpitos e imágenes tallados en la propia piedra de sal. Resulta impactante y un abrir boca para lo que se tallaría luego a 101 metros de profundidad, la catedral de sal más grande del mundo y la segunda más profunda después de la Catedral de Sal de Zipaquirá, en Colombia.
Reina con misterio y leyenda
Dedicada a Santa Kinga, ocupa un volumen de más de 21.600 metros cúbicos. Esto es, 54 x 20 metros de ancho y más de 18 de altura. Como no podía ser de otra manera, Santa Kinga es la patrona de los mineros, una reina polaca con leyenda y milagro.
Era Kinga una princesa húngara que debía casarse con un príncipe polaco. Pidió a su padre en dote que Polonia tuviera una mina de sal que hiciera prosperar a su nuevo país. Para el padre aquello era inviable, así que Kinga, encomendándose a Dios, lanzó su anillo de compromiso al lago de una mina de sal húngara.
La gran capilla está dedicada a Santa Kinga, patrona de los mineros con una leyenda vinculada a la sal
Ya en Polonia, paseando por sus dominios pidió a sus ayudantes que excavaran y, ante el asombro de todos, apareció una gran roca de sal con el anillo de Kinga en su interior. Fue canonizada en el siglo XVII y siempre venerada y querida en Polonia. Santa Kinga debía tener la más grande de las iglesias subterráneas y la devoción de los mineros hizo posible este prodigio de la arquitectura.
Viaje al centro de la tierra
No hay otro elemento que la sal roca, tallada durante 70 años hasta dar forma a esta gigantesca cámara adornada con altos y bajos relieves que narran escenas del Nuevo Testamento, así como estatuas (es impresionante la del Papa San Juan Pablo II) y otros elementos decorativos, siempre con la sal como único ingrediente. Algo más profundo hay otras dos capillas más, la de San Juan Pablo II, a 130 metros y reservada para peregrinos, y la de San Juan, a 135 metros.
Las estatuas de sal que adornan las capillas y las salas de esta mina polaca son impresionantes
Hay varias opciones para visitar las minas de sal de Wieliczka, recorridos pensados para satisfacer al mayor número de público posible, pero quizá la más extrema sea la del Reto Minero, un itinerario junto al Pozo Regis, el más antiguo de la mina, para explorar cámaras y extraer sal en bruto. El itinerario incluye analizar la atmósfera y realizar otras prácticas mineras como la del metanero o los carpinteros. Un viaje al centro de la tierra para caminar entre la historia de la mina a lo largo de los siglos.
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