Subir hasta la cresta de este monumento natural de 115 metros de altura puede ser toda una aventura. A poco más de una hora de Burdeos, nunca ha parado de crecer. Parece inexpugnable pero, por suerte, no lo es (www.dunedupilat.com).
Pocas sensaciones en el mundo hay más placenteras que pisar la arena con los pies descalzos. Eso es algo que podemos hacer en muchos lugares a orillas del mar, y en otros algo más inesperados. ¡Desplegamos el mapa en busca de uno de ellos! Nuestro destino está al suroeste de Francia, a setenta kilómetros de Burdeos, en el término municipal de La Teste-de-Buch, a orillas de la Cuenca de Arcachón, en el litoral aquitano del Golfo de Vizcaya.
La gran duna de Pilat tiene 115 metros de altura, casi tres kilómetros de largo y más de 600 metros de ancho. Y sigue creciendo
Una vez anotadas las coordenadas podremos dirigirnos hacia ese auténtico monumento que es la gran Dune du Pilat, que tiene el privilegio de ser la duna más alta de Europa y que, por si fuera poco, no para de crecer. Ahora mide en torno a los 115 metros de altura, a los que hay que añadir sus 2,9 kilómetros de largo y algo más de 600 metros de ancho que se extienden sobre el Parque Natural de las Landes de Gascogne, espacio verde que, lamentablemente, el pasado verano sufrió un terrible incendio que destruyó buena parte del arbolado. Aunque permaneció cerrada al público unos días, la duna logró salvarse y los viajeros decidieron visitarla aún con más motivo.
Rumbo a la cima
Este espectacular médano está formado por, atención a la cifra, 60 millones de metros cúbicos de arena fina que se han ido acumulando en diferentes fases durante muchísimo tiempo, sobre todo a partir del siglo XVIII, que es cuando tuvo lugar el colapso de un gran banco de arena oceánica frente a su costa. A mediados del siglo XIX su cima se situaba en los 35 metros de altura.
Este espectacular médano está formado por 60 millones de metros cuadrados de arena fina
Los amantes de los deportes de aventura prefieren siempre contemplarla desde un parapente, pero quien le tenga respeto a volar debe saber que no hay ningún problema para llegar hasta su cima sea cual sea la época del año. El acceso se hace desde la playa de la Corniche, donde existe un primer tramo de escaleras con miradores y carteles que incluyen información sobre la fauna y vegetación de todo el entorno. Después el camino se vuelve algo más duro al tener que caminar sobre el suelo blando, pero ¡merece la pena! Entre abril y noviembre hay una segunda opción para llegar hasta la cresta. Durante estos meses podemos subir más fácilmente a través de unas escaleras de 160 peldaños instaladas junto a su base.
Respetar el entorno
Una vez en lo más alto, ¿qué hacemos? Primero mirar al infinito. O, lo que es lo mismo, hacia el océano Atlántico, la punta del Cap Ferret y la reserva natural del Banco de Arguin. Para después queda ¡saltar y rebozarnos en la arena! Jugar está permitido siempre y cuando respetemos el entorno. La hora del día elegida y también la estación del año (en verano hay demasiada gente) nos permitirán disfrutar de diferentes maneras de este fascinante lugar declarado sitio natural de interés paisajístico y científico.
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