El Caribe de Italia: playas turquesas, grutas increíbles y espectaculares piscinas naturales

En el tacón de la bota italiana, la región de Puglia ofrece pueblos con encanto y joyas naturales ocultas realmente asombrosas
Impresionante puesta de sol con la playa Lama Monachile al fondo.
Impresionante puesta de sol con la playa Lama Monachile al fondo.
VADYM LAVRA
Impresionante puesta de sol con la playa Lama Monachile al fondo.

En la costa sureste del tacón de la bota más famosa del mundo encontramos las maravillas naturales que la erosión del mar ha creado durante siglos. Son las grutas de Apulia, joyas escondidas entre las turquesas aguas del llamado Caribe de Italia.

Es el mar Adriático, golpeando una costa menos frecuentada que su parte griega, enclave privilegiado. Aquí desembarcaron los romanos, quisieron dominarla los turcos y al tiempo también llegaron los grandes galeones de Aragón, a quien perteneció el Reino de Nápoles. Ya en tiempos de Carlos V, castillos, murallas y fortalezas vigilaban los posibles ataques de piratas e invasores.

Las grutas de Apulia son joyas escondidas entre las turquesas aguas del llamado Caribe de Italia

Todos dejaron en estas tierras grandes iglesias y fabulosas catedrales, palacios ducales, murallas y espléndidas ciudades acostumbradas a acuñar riqueza. Siglos después, unificada Italia, y muy valorada la arquitectura que labró su historia, son también los tesoros ocultos por la naturaleza objeto de deseo para viajantes de todo el mundo.

Pueblo de Polignano a Mare, sobre la costa adriática.
Pueblo de Polignano a Mare, sobre la costa adriática.
Getty Images

Paisajes subterráneos

El agua ha esculpido impresionantes formaciones que resultan aún más llamativas por el color de sus aguas. Paisajes subterráneos que cambian de color y de reflejos según las horas del día. Azules, verdes y turquesas en contraste con el tono más oscuro de las propias piedras, y el verdín que las envuelve. Desde Polignano a Mare, cercano a Bari, hasta la misma punta del fin del mundo, en Santa María de Leuca, las grutas se suceden y complican la elección.

Toda esta costa ha sido tallada por cientos de cuevas, pocas de fácil acceso en coche, muchas tras la recompensa de una buena caminata y todas por barcos o kayaks que pueden alquilarse en las ciudades y pueblos cercanos. Siempre una experiencia que nos sumerge de pleno en la interacción milenaria entre el mar y la tierra, espectadores de obras maestras de la naturaleza.

Toda esta costa ha sido tallada por cientos de cuevas, pocas de las cuales son de fácil acceso en coche

Las cuevas de Rondinelle o Azzurra (azulada), al norte de Polignano, son buen comienzo para comprender los antojos de una costa sorprendente y caprichosa. Desde la playa de Lama Monachile se accede caminando a la Grotta Piana, solo hay que pisar con decisión y cuidado por el túnel de acceso. Del otro lado, Polignano a Mare, el pueblo colgante al mar, será testigo de un gran chapuzón.

La Grotta Piana y Polignano.
La Grotta Piana y Polignano.
Carla Royo-Villanova

Mirador fabuloso

La bella ciudad de Monopoli esconde entre sus calas cercanas infinidad de grutas como Santa Miseria, Paradiso o Tre Buchi. Los italianos son unos artistas poniendo nombres, y un mirador fabuloso para otear una de las costas más sinuosas, complicadas y bonitas de Europa es desde Punta Ulises y la Sirena.

Las cuevas nos dan un respiro hasta aproximarnos a Brindisi, donde en los acantilados de Torre Santa Sabina hay otra Grotta Azzurra, un ojo que se abre al llegar al final del acantilado y en sus profundidades se esconde una gran cueva que solo se ve desde dentro. Se puede acceder caminando tras dejar el coche en la Via Socrate de Santa Sabina, para lo que hace falta un calzado anti resbalones e ir con mucho cuidado, aunque el paseo es corto.

La famosa Grotta della Poesia.
La famosa Grotta della Poesia.
Getty Images/iStockphoto

Piscina natural

Los más valientes saltan a ella desde el borde, pero no está vigilada y puede resultar peligroso. Lo ideal es entrar en kayak un día de mar tranquilo, para gozar a tope de los colores y del escenario, sin riesgos ni complicaciones. En Roca Vecchia otro ojo del mar se hace llamar Grotta della Poesia. Inesperada y en pleno acantilado, el mar ha accedido al interior y tras la cueva ha surgido una piscina natural de agua de cristal que grita “¡Tírate!”.

Hay que pagar la entrada si se accede por carretera, y dirán que el baño está prohibido. De esta manera reducen el acceso a mucha gente. Se evitan así masificaciones y el riesgo de resbalar por el acantilado que, más mal que bien, tiene talladas unas escaleras hasta el agua. El lugar es peligroso y no hay socorrista, de ahí que no se permita el baño o este sea bajo la propia responsabilidad.

Una vez en la piscina natural, y si las olas lo permiten, se puede cruzar la cueva nadando hasta mar abierto. Muy cerca están la Torre Sant´Andrea y la Grotta del Canale. Ambas de fácil acceso en coche, aunque la bajada al mar debe hacerse con respeto y calzado adecuado.

Bañistas en los farallones de Sant´Andrea.
Bañistas en los farallones de Sant´Andrea.
Marco Rubino

Formaciones de roca blanca

Los farallones de Sant´Andrea o sus vecinas Le Due Sorelle en Torre dell´Orso son impresionantes formaciones de blanca roca caliza que emergen del agua como esculturas esculpidas por la erosión del mar. Desde el acantilado, las vistas de Torre Sant´Andrea son un auténtico espectáculo, el color del agua que rodea la blanquecina formación geológica hace que la estampa parezca irreal, pero el baño, si uno se anima a bordear y cruzar el arco, promete ser una experiencia del todo inolvidable. Una combinación prodigiosa de colores y formas, esencia del Caribe de Italia.

Desde el acantilado, las vistas de Torre Sant´Andrea son un auténtico espectáculo

Seguimos rumbo hacia Otranto, junto a la Bahia dei Turchi, o de los turcos, pues dicen que fue aquí donde desembarcaron para conquistar Salento en 1480. El Imperio Otomano sitió Otranto durante quince días y cuando finalmente pudieron abrir hueco en la muralla decapitaron a todo aquel que no quisiera renegar de Cristo. Los 813 mártires de Otranto fueron canonizados por el Papa Francisco en 2013.

Es la Bahía dei Turchi un lugar idílico e imprescindible en la ruta del Caribe italiano. Muy cerca se encuentra la Grotta delle Pupe. Realmente es una playa con forma de lágrima, rodeada de acantilados. El acceso a pie es fácil, apenas 450 metros desde la carretera. Las tumbonas son para los huéspedes de los hoteles cercanos, pero resulta un lugar muy especial y extraordinario.

El pueblo y la bella playa de Otranto.
El pueblo y la bella playa de Otranto.
Getty Images/iStockphoto

El Castro de Minerva

Siguiendo hacia Otranto y junto a la espectacular Bahía Murrune espera la también escondida Grotta Verde, paraíso para los amantes de la GoPro ya que bajo sus aguas cristalinas los peces nadan y las paredes se iluminan siguiendo el ritmo de los intervalos de luz. En la misma bahía, las Grottas Sfondata y delle Conchiglie solo son accesibles en barco, o la Grotta dell´ Eremita y el farallón di Sapunerò que la vigila.

Más hacia el sur la costa cambia los pedregosos acantilados por pinares que caen al mar. Estamos al norte de Castro, otro sorprendente pueblo de Salento, el Castrum Minervae romano (se conserva un torso de Minerva) que también acabó siendo del Reino de Aragón. Los siglos han ampliado la historia de Castro, pero también sus cuevas.

Vista desde el interior de la impresionante gruta de Zinzulusa.
Vista desde el interior de la impresionante gruta de Zinzulusa.
Sven Gruene

La Gruta de Zinzulusa

Más de cien mil personas al año se dejan fascinar en la Gruta de Zinzulusa, un milagro de la naturaleza que custodia testimonios prehistóricos y alberga 26 especies acuáticas, crustáceos endémicos y 40 especies terrestres. Se cree que fue aquí donde Minerva tuvo su templo, sin duda un lugar impresionante donde las luces bailan sorteando estalactitas y saltando estalagmitas.

La tercera Grotta Azzurra está muy cerca de Zinzulusa y solo es accesible por barco, como la cercana Grotta Giustino o la Palombara, la de las palomas. Lo ideal es alquilar un barco en Castro y verlas todas disfrutando del mar y del entorno. La piscina natural de Marina Serra no es cueva, pero la inmensa muralla de roca y el arco de piedra que la decora hacen de ella un lugar imprescindible para nadar y bucear.

Los tesoros escondidos del Caribe italiano y su fascinante entorno conforman un destino realmente extraordinario

Antes de llegar a Santa María de Leuca, allí donde el Adriático se besa con el Jónico, hay varias cuevas más, como La Sciancagghie, la Grotta della Vora, la del Soffio, la de Vedusella, la Grotra di Purraru o la de Terrarico. Tesoros escondidos del Caribe italiano, donde no es solo el agua cristalina y turquesa lo que deja la boca abierta y las ganas de volver sino todo un entorno irrepetible y fascinante, destino extraordinario, donde la geología gana por goleada y que, además, es un lugar cargado de historia y con sabor a mar.

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