Móviles en los que WhatsApp y otras apps dejan de funcionar, ¿nos obliga la industria a comprar nuevos dispositivos aunque los nuestros funcionen?

Los teléfonos móviles antiguos poco a poco se quedan obsoletos ante las nuevas actualizaciones de las apps.
Los teléfonos móviles antiguos poco a poco se quedan obsoletos ante las nuevas actualizaciones de las apps.
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Los teléfonos móviles antiguos poco a poco se quedan obsoletos ante las nuevas actualizaciones de las apps.

La nueva era tecnológica ha traído consigo una tendencia de los fabricantes a crear productos ‘con fecha de caducidad’. Y aquí hay dos vertientes importantes: por un lado, dispositivos que aunque sigan funcionando bien se quedan obsoletos y desactualizados ante el avance de la tecnología disponible y, por otro lado, aparatos que tienen una vida útil mucho más corta de la que solían tener antiguamente porque se utilizan materiales de peor valor para su producción.

Sobre este último punto existe una gran controversia, especialmente por parte de los consumidores, que ven cómo las calidades se pierden y cómo los productos ya no se hacen para que duren lo máximo posible. Sin querer ser conformista, este es el coste de vivir en una sociedad de consumo.

Entre risas, pero serio, hace poco me comentaba un conocido una anécdota que ilustra bien el problema de la obsolescencia programada: se encontró una nevera de la época en la que tener una nevera era ‘un lujo’ y todavía funcionaba perfectamente... algo que ahora ni nos podemos imaginar con los aparatos actuales.

Personalmente me identifico con esta historia, porque no hay día en el que mi madre no mencione lo bueno que era su Renault 21, que le duró 20 años, frente a los coches actuales, o lo bien que funcionaba el frigorífico de los 90 que tenía en el pueblo y cuánto perdió cuando lo cambió por una nevera de última generación “que no enfría lo mismo”. Pues parte de razón tiene, claro, porque los fabricantes hoy en día saben cómo hacer las cosas para que tengas que renovar tus aparatos más pronto que tarde.

Y luego está aquello de que se nos quedan antiguos los aparatos, aunque sigan funcionando, y nos vemos obligados a cambiarlos por otros más nuevos. Al final es otro tipo de obsolescencia programada, pero sigue obligando a los usuarios a renovar constantemente sus dispositivos.

A principios de septiembre publicábamos una noticia que es habitual ver en los medios de comunicación: WhatsApp deja de funcionar en una serie de smartphones a partir del 1 de noviembre. Decimos que es una noticia habitual porque sucede cada vez que los sistemas operativos de los teléfonos lanzan una actualización importante.

Así pues, el problema no es que esos móviles que se quedan sin WhatsApp estén hechos con materiales de baja calidad y que vayan a estropearse, sino casi todo lo contrario: son productos lo suficientemente resistentes como para haber sobrevivido al menos unos 10 años, pero se han quedado antiguos e incapaces técnicamente de soportar las nuevas tecnologías y servicios avanzados que proponen las aplicaciones.

WhatsApp, o cualquier otra aplicación, deja de dar soporte a una serie de teléfonos porque estos no pueden albergar la versión de su sistema operativo necesaria para instalar la última actualización de la app”, explica de forma más técnica Alberto Navas, desarrollador de aplicaciones Android en la empresa tecnológica Hiberus. Aclara que esto es lo mismo que sucede con Windows y los ordenadores más antiguos.

Esto sucede porque las nuevas versiones de los sistemas operativos salen cada vez con mayor velocidad, algo que Navas achaca a esa necesidad de “estar a la última” en cuanto a servicios para el usuario. Aunque no hay que olvidar que en ocasiones también se debe o bien a mejoras en el rendimiento o bien a temas de ciberseguridad y ‘parcheado’ de fallos que podría comprometer el sistema y hacer accesibles los dispositivos para los 'cibermalos'.

En este sentido, a las aplicaciones -a las plataformas detrás de ellas- les conviene “sacar versiones que vayan totalmente dirigidas a los últimos sistemas operativos disponibles”, señala Navas. Sin embargo las empresas desarrolladoras de apps saben que no todo el mundo tiene un teléfono que técnicamente sea capaz de soportar esa última actualización del sistema operativo.

Aquí volvemos de nuevo al tema de la obsolescencia programada, hablando de productos que por sus componentes podrían teóricamente soportar las últimas actualizaciones. Los fabricantes justifican evitar hacerlo en que supondría un gran consumo de recursos y por lo tanto el aparato tendría un rendimiento horrible. Lo que pasa es que, además, esto de paso les facilita que los consumidores se vean obligados a renovar sus dispositivos, en este caso su móvil.

Pero no solo los fabricantes ven problemas en incluir en las actualizaciones dispositivos antiguos, las empresas desarrolladoras de apps también ponen frenos. “Que la versión más nueva de WhatsApp siga funcionando para la señora que tiene un móvil de 10 años en el pueblo y que lo enciende una vez al mes y para el universitario que se ha comprado un smartphone de última generación supone un gran coste económico, no por el segundo caso, sino por el primero”, explica Navas. Esto se debe a que la compañía tendría que hacer un desarrollo aparte para tener retrocompatibilidad con el teléfono del primer ejemplo.

En general, tal y como indica el desarrollador de aplicaciones de Hiberus, las grandes empresas no quieren tener que lanzar diferentes versiones para sus usuarios, quieren tener aplicaciones homogéneas para todos sus clientes. Pero en ocasiones el dispositivo que tienen algunas personas tiene un sistema operativo desactualizado -porque no puede instalar el nuevo por las limitaciones del propio aparato- y dicho sistema operativo no soporta las configuraciones que requiere la nueva versión de la app.

Así que las compañías, como es el caso de WhatsApp, se ven obligadas a dejar fuera de su servicio una serie de dispositivos que funcionan con sistemas operativos antiguos. A partir del 1 de noviembre lo sufrirán todos aquellos que sean anteriores a Android 4.1 Jelly Bean o iOS 10, es decir, la app de mensajería deja ahora fuera a quienes usan 4.0 Ice Cream Sandwich de Android -una versión que salió hace 10 años- e iOS 9 -que se lanzó en junio de 2015-.

Menos de un 0,2% de los usuarios

Aunque la noticia suene alarmista, lo cierto es que el resultado no tiene tanto impacto como podríamos temer. Según explica Navas, menos del 0,2% de los usuarios tiene instalados estos sistemas operativos y, probablemente, muchos de ellos serán personas que han dejado por algún rincón de su casa un móvil viejo o desarrolladores que tengan que tener versiones antiguas para seguir dando soporte.

Así pues, retirar el soporte de WhatsApp para iOS 9 significa que la aplicación deja de actualizarse en el iPhone 4S y todos los móviles de Apple anteriores a este. En el caso de Android, algunos de los modelos que se verán afectados han sido móviles muy populares, sí... aunque vendidos en 2012 y 2013. Por ejemplo, el Sony Xperia Arc S. A este se suman el Lenovo A660, el Huawei Ascend G615, el Honor 2, el ZTE Grand X Pro y el Huawei Ascend P1 LTE.

Por lo tanto, los móviles que se quedan sin WhatsApp no son precisamente los más nuevos del mercado y son dispositivos que pocos usuarios tienen ya.

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