El lugar en el que la ciencia se hace realidad: robots, drones y motores espaciales buscan mecenas

Science for Industry (S4i) se ha celebrado en Madrid esta semana mostrando algunos de los proyectos de investigación más disruptivos que se están desarrollando en España para todo tipo de sectores industriales. Su objetivo es ser un punto de encuentro entre desarrollo científico-tecnológico y el sector empresarial.
LBR iiwa, el primer robot con capacidad sensitiva.
LBR iiwa, el primer robot con capacidad sensitiva.
KUKA
LBR iiwa, el primer robot con capacidad sensitiva.

La Nave de Madrid rebosaba de innovación esta semana. Gracias a la organización de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y la gestora de fondos BeAble Capital, Madrid se ha convertido en la capital mundial del Deep Science con Science for Industry (S4i). Este evento, ya en su segunda edición, busca abarcar y potenciar todo el ecosistema tecnológico industrial a nivel nacional e internacional.

Empresas, universidades y centros de investigación han podido conectar con instituciones como la Comisión Europea, el Fondo Europeo de Inversión, el Banco Europeo de Inversiones y diferentes fondos europeos de Science Equity, estableciendo vínculos cruciales para el avance tecnológico e industrial.

S4i ha mostrado algunos de los proyectos de investigación más disruptivos que se están desarrollando en España para todo tipo de sectores industriales, como por ejemplo el LBR iiwa, el primer robot con capacidad sensitiva. Se trata de un autómata preparado para la colaboración entre personas y robots y destaca por ser el primero capacitado para la evaluación y la movilización de personas con lesiones neuromusculares, lo que sugiere un gran potencial en tareas de salvamento a personas que han sufrido accidentes o como ayuda en hospitales y servicios de emergencia. 

LBR iiwa, el primer robot con capacidad sensitiva.
LBR iiwa, el primer robot con capacidad sensitiva.
KUKA

La necesidad de conectar todos los puntos

“Esta iniciativa nació por el problema que detectamos en la cantidad de conocimiento y talento que existe en las universidades y centros de investigación, pero que no siempre encuentran esa transferencia hacia el sector empresarial. Creíamos que estábamos perdiendo oportunidades sustanciales de mejorar la sociedad, por lo que tener un punto de encuentro en el que se conecten todos los nexos del ecosistema innovador es un hito muy importante para solucionarlo”, expone Félix Zamora, vicerrector de Transferencia de la UAM.

Alberto Díaz, socio fundador de BeAble Capital, explica que esta entidad está especializada en el “capital científico” y trata de enlazar a todas las partes y de movilizar activos financieros para que “los proyectos innovadores no se queden aparcados por falta de fondos”.

“En Europa está bastante desestructurado el sistema que hace que la ciencia se convierta en algo que usamos en nuestros días. En economía, en aparatos, en soluciones. Y la realidad es que la solución a la mayoría de los retos que vivimos como sociedad —como por ejemplo el cambio climático o las necesidades geoestratégicas— va a venir, precisamente, del desarrollo científico”, comenta Díaz.

Es muy importante, continúa el experto, que “la sociedad comprenda que la ciencia por sí sola no funciona y que hace falta añadirle más ingredientes de manera estructurada para que eso tenga un impacto real en nuestra vida. Es lo que llamamos ‘transferencia de tecnología’, un concepto que hace referencia a la manera en la que convertimos algo que haya inventado alguien en un laboratorio en una solución tangible y efectiva que acabe en nuestros hogares”.

Para que eso suceda, concluye, “científico, inversor y empresa deben escucharse y entenderse. Tiene que haber mayor visibilidad por parte de la ciencia, pero también más entendimiento por parte de la industria. Y sobre todo mucha más transversalidad”.

Robots, drones, motores espaciales de plasma o sistemas que detectan microplásticos

Casi todos los proyectos que se han mostrado en S4i son de momento prototipos en diferentes fases de desarrollo tecnológico, ‘semillas’ en centros de investigación y universidades españolas o extranjeras, pero muchos darán previsiblemente el salto de la innovación y estarán disponibles en los próximos años de manera comercial.

Un ejemplo de ello es el proyecto que ha expuesto la Universidad de las Islas Baleares: un híbrido entre helicóptero y avión capaz de despegar en vertical, de volar en horizontal y de aterrizar en vehículos en movimiento. Este dispositivo en fase de desarrollo, al que pretenden incorporar complejos sistemas de inteligencia artificial, tiene como objetivo ser capaz de localizar en el océano diferentes objetivos, desde una persona que ha naufragado hasta bancos de peces o fugas residuales de un barco.

Su principal ventaja es que se trata de “un sistema abierto” para aviones y plataformas VTOL —despegue y aterrizaje vertical—, destaca Raúl Sánchez, uno de los técnicos detrás de esta aeronave. Es decir: alza el vuelo como un helicóptero, pero vuela como un avión.

El hecho de, además, poder despegar desde un barco en movimiento —en espacios de 6 u 8 metros cuadrados— ofrece una capacidad operativa extra para misiones de salvamento, tráfico de personas, seguimiento de cetáceos, búsqueda de bancos de peces para la pesca sostenible o incluso observación de icebergs que se desprenden de zonas glaciares.

El sistema podría llevar cargas, siempre y cuando la plataforma en la que se instala pueda soportar el peso de las mismas.

El vehículo autónomo desarrollado por la Universidad de las Islas Baleares.
El vehículo autónomo desarrollado por la Universidad de las Islas Baleares.
Cedida

Captoplastic es otro de los proyectos que más ha llamado la atención en este foro. Nacida en la Universidad Autónoma de Madrid, esta empresa emergente ha desarrollado una planta industrial capaz de capturar, separar y eliminar los microplásticos del agua de una forma muy eficiente y sostenible, mostrando resultados de hasta el 90% de eliminación de esos residuos.

La startup ya ha demostrado la eficacia de esta tecnología en las situaciones más complejas, como por ejemplo en estaciones depuradoras de aguas residuales.

En el terreno aeroespacial, ha captado las miradas el primer motor espacial de plasma, que ha sido desarrollado por la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) y la empresa española SENER Aeroespacial. Actualmente, está ya siendo probado por la Agencia Espacial Europea (ESA) para propulsar pequeños satélites o para el mantenimiento en formación de grandes constelaciones orbitales.

Los llamados HPT (Helicon Plasma Thrusters) son dispositivos eléctricos de propulsión espacial basados en la generación de plasma por radiofrecuencia. Es una tecnología novedosa de propulsión eléctrica para el espacio que puede suponer una alternativa competitiva a los motores empleados en la actualidad y que despierta el interés de diversas empresas e instituciones.

Al tratarse de propulsión eléctrica, usa menos propulsante que un motor cohete químico, lo que permite reducir los costes de lanzamiento de los satélites o, por el mismo precio, aumentar su capacidad de carga útil. También podría suponer mayor capacidad de empuje, acortando los tiempos de viaje.

Finalmente, otro robot que ha despertado interés ha sido PrunusBOT, un sistema robótico para predicción de cosechas y aplicación selectiva de herbicidas

El sistema utiliza un vehículo robótico autónomo y un dron equipado con cámaras para la detección de malezas y para comprobar el estado de las frutas. Además, incluye un brazo robótico con un rociador para fumigación de malas hierbas, con una pinza robótica para recoger la fruta caída, contribuyendo así a la agricultura sostenible y la gestión eficiente de los huertos.

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