La Unión Europea (UE) fue pionera en el mundo en pactar una ley de inteligencia artificial (IA) que permite o prohíbe el uso de la tecnología en función del riesgo que suponga para las personas, además, regula los sistemas de inteligencia artificial generativa como ChatGPT de OpenAI o Bard de Google.
Con esta legislación, las empresas del sector deben cumplir con criterios de transparencia —como especificar si un texto, canción o fotografía se han generado a través de la IA— y garantizar que los datos que se han empleado para entrenar a los sistemas respetan los derechos de autor. Sin embargo, más allá de dicha normativa, algunos fabricantes tecnológicos, como Google, tienen sus propias 'Constituciones' para controlar a los dispositivos que incluyen esta tecnología.
En el caso de la compañía de Silicon Valley, el equipo de robótica de DeepMind ha creado la 'Constitución del robot' —inspirada en las 'Tres leyes de la robótica' de Isaac Asimov— para dar indicaciones centradas en el ámbito de la seguridad que instruyen al modelo de lenguaje grande (LLM, por sus siglas en inglés) de los robots, de esta manera, evitan las tareas que involucren humanos, animales, objetos punzantes e incluso aparatos eléctricos.
Asimismo, para garantizar una mayor seguridad, DeepMind programó a los robots para que se detengan automáticamente si la fuerza en sus articulaciones supera cierto umbral, e incluyó un interruptor de apagado físico que los operadores humanos pueden usar para desactivarlos.
¿Los robots con IA pueden ser un peligro para la sociedad?
En 2022, tras conocerse la historia del robot que le rompió el dedo a un niño de siete años mientras jugaba al ajedrez, empezaron a surgir muchas dudas sobre la seguridad de los androides porque existen casos en los que el descontrol por parte de estos dispositivos han provocado desenlaces fatales.
Por poner un ejemplo, un técnico murió al ser golpeado por un robot en una planta de Volkswagen. Concretamente, el joven de 21 años era un contratista externo que estaba instalado dicho dispositivo junto a un compañero cuando fue golpeado por el androide en el pecho, además, posteriormente, fue aplastado contra una placa de metal.
Y por último, Wanda Holbrook, técnica en mantenimiento, fue asesinada por un robot mientras estaba en su lugar de trabajo. El dispositivo tuvo un fallo en su programación y provocó que le agarrase la cabeza y la aplastara contra la línea de montaje.
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